Esa sensación continua

¿Acaso uno puede ser feliz todo el tiempo? ¿Qué hay que hacer para alcanzar ese nivel en el que no hay nada que pueda privarte de tu alegría interior? ¿Y de qué manera toda esta emoción positiva te impacta en la vida?

La felicidad es santidad. Es parte de la Divinidad de Dios, y algo que se origina más allá de esta realidad. Es algo que tenemos latente adentro. Cuanto más nos esforzamos por alcanzar la santidad, más la felicidad pasa a formar parte de nosotros. Es como un músculo. Trabajalo y entonces se va a volver más grande y más fuerte, y va a afectar cada aspecto de tu vida. Descuídalo y entonces se va a volver fláccido, dejando un gran vacío allí donde debería haber habido algo muy especial.

La santidad es emuná: el entendimiento de un momento a otro de que todo lo que te pasa en la vida proviene directamente de Hashem y que es para tu propio beneficio. Si algo sucede para tu propio bien, aunque en ese mismo momento no logres percibirlo de esa manera, entonces debería causarte felicidad.

Lleva tiempo acostumbrarse a ver cosas como estas. Hace falta mucho esfuerzo para desarrollar esta convicción hasta tal punto que te transformas en una nueva persona con una clara predisposición para la alegría.

Toda mi vida no hubo una sola situación en la que no busqué algún motivo para quejarme. Gracias a la gran obra del Rabino Shalom Arush, el poder de la emuná acabó con todo eso. Hashem me puso en una empresa emergente israelí en la que cualquier movimiento en falso hacia el lado de la queja me iba a dejar afuera, así que me vi forado a llevar a la práctica todo lo que me enseñaron el Rabino Shalom Arush y mi esposa como nunca antes. La emuná y la felicidad pasaron a ser una cuestión de supervivencia.

Y funcionó. El proceso de ver lo bueno en cada persona y en cada cosa se fue acelerando. Los cambios se hicieron cada vez más obvios.

¿Qué sucede cuanto te vuelves una persona alegre? Qué sucede cuando las cosas “malas” solamente logran diluir temporariamente una alegría que está vigente un 99% del tiempo?

Cuando uno cumple con la gran mitzvá de estar alegre, Hashem le sonríe. La vida se vuelve un caramelo:

• Las personas felices son más sanas. De hecho, la felicidad puede aumentar la cantidad de anticuerpos que genera el cuerpo hasta en un 50 %.
• Las personas felices ganan más dinero que las tristes. A las personas felices les va mejor en el trabajo, porque están más satisfechas con lo que hacen. Además, las personas felices tienen un mayor potencial para ganar un buen sueldo.
• Las personas felices no juzgan a los demás. Esa es una parte fundamental de ser sociable que, de hecho, te hace más feliz aún.
• Las personas con los ingresos más altos son, en promedio, solamente 3,5 % más felices que el resto. El dinero no te hace tanto más feliz y ciertamente no evita que lo seas. Las cifras no mienten!
• Las personas felices tienen más suerte. Después de todo no existe la “suerte”: todo proviene de Hashem! La gente con emuná “se hace su propia suerte” (literalmente reciben bendiciones de Hashem) con su actitud optimista ante la vida. Ver lo bueno en cada situación es una inmensa fuente de bendición. Y además es una forma fantástica de entrenarte a buscar las oportunidades en cada situación, lo cual aumenta enormemente tus posibilidades de “tener suerte” en el futuro.

Como resultado, la gente más alegre siente más gratitud por las cosas que tiene en la vida. Sienten gratitud hacia sus cónyuges, sienten gratitud hacia sus hijos; sienten gratitud a sus amigos. Y más que nada sienten gratitud hacia Hashem.

Toma cada situación estresante y dale las gracias a Hashem por todo lo bueno que surgirá de ella. Sale afuera y susurra cinco cosas en la vida que Dios te dio y por las cuales quieres darle las gracias. Lee un par de páginas de la obra maestra del Rabino Arush, Las puertas de la gratitud.

Entonces vas a ver cómo la santidad va creciendo dentro de ti. Siente la felicidad expandiéndose dentro de ti. Disfruta de todos estos beneficios cada instante que respiras.

Feliz vida, amigos míos!