Un hogar de humildad
Le susurré a Hashem que me ayudara a aceptar la situación y me diera emuná de que todo es para bien. Le pedí que pudiera mantener la calma y lo logré.
Hay pocas cosas que sean más gratificantes como saber que uno progresó en la vida. Ya sea porque bajó de peso, o aprendió una nueva destreza o quebró un mal hábito, el nivel de autoestima sube en forma significativa cuando uno ve resultados tangibles a su compromiso de mejorar. Cada mejora a nuestro carácter puede tener un efecto muy profundo en nosotros mismos y en la gente que nos rodea y puede ser el factor determinante en la forma que vivimos la vida.
La semana pasada tuvimos un Shabat con muchísimos invitados, muchos niños haciendo ruido y un montón de platos para lavar. La lluvia, si bien es una bendición, no facilitó las cosas, ya que por toda la casa había abrigos y sombreros goteando y los niños no podían salir a jugar afuera.
Dos de mis hijos mayores se pusieron a discutir de temas político-religiosos y siendo que son más israelíes que norteamericanos, las voces fueron subiendo de tono, lo cual no hizo más que agregar al nivel de ruido que ya era bastante alto de por sí. Yo sentí que quería escaparme a mi habitación con un buen libro para leer.
Pero a pesar de todo mantuve la calma. Hace muchos años, cuando yo todavía trataba de tener el Shabat “perfecto”, me hubiera sentido culpable, hubiera tratado de controlar a los niños, y les hubiera gritado que bajen de tono y paren de gritar.
Pero en lugar de eso, Le susurré a Hashem que me ayudara a aceptar la situación y me diera emuná de que todo es para bien. Le pedí que pudiera mantener la calma y lo logré.
Al rato ya todos estaban sentados charlando y comiendo y los nietos estaban tranquilos jugando a las cartas. Y mis hijos se pidieron disculpas mutuamente. Gracias a Dios, no faltó comida y la pasamos muy bien. Cantamos las canciones de Shabat y hablamos de la porción de la Torá y jugamos al ajedrez y pasamos una linda tarde todos juntos. La lluvia paró y los niños salieron a jugar.
Cuando terminó el Shabat, me senté aliviada de que todos ya se habían ido a casa y estaba todo tranquilo, y por sobre todo, que yo no había perdido los estribos.
Después de tantos años tratando de mejorar mi emuná, hoy realmente creo que todo proviene de Hashem y que todo es para bien y que Él me va a ayudar a mantenerme calma y positiva.
“Bilvaví Mishkán Evné” – En mi corazón construiré un santuario.
Gracias a mi emuná y la ayuda de Hashem, pude mantener esa tormenta fuera de mí y no dejé que llegue al santuario de mi corazón.
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