Desahógate

Cuando mi hija estuvo en coma tres semanas, me volví una experta en vivir el presente, ya que no me animaba a especular acerca del futuro.

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Yehudit Channen

Posteado en 16.03.21

Mucha gente tiene dificultades para hacer la plegaria personal debido a que esto implica volcar en palabras sentimientos muy profundos. Uno puede tener muchas clases de miedos y deseos dándole vueltas por la cabeza pero el hecho de verbalizarlos produce emociones muy fuertes, que muchas veces no queremos enfrentar.

 

Vivir la vida puede llegar a ser algo muy difícil. A veces, para poder seguir funcionando, uno tiene que posponer algunas cosas para así poder hacer lo que tiene que hacer. Pero finalmente ese dolor sale a flote.
Cuando mi hija estuvo en coma tres semanas, me volví una experta en vivir el presente, ya que no me animaba a especular qué podía estar esperándome en el futuro.

 

Para poder funcionar a un nivel mínimo, me concentré en cada detalle de las cosas que me rodeaban.

 

Cuando trataba de rezar, toda la energía se salía de la vasija rota que era yo, y el dolor era tan intenso que no podía hablar con Dios.

 

Así que dejé de rezar. Dejé mis Tehilim y agarré una revista de Oprah. Estaba tan enojada con Dios, tan dolida de que Él me hubiera “hecho esto a mí” que me alejé de Él. Le hice la guerra fría y me permití un berrinche espiritual.

 

Uno de mis hijos casados me preguntó si me sentía más cerca de Hashem estando sentada junto al lecho de enferma de mi hija día tras día. Yo admití que Dios y yo en ese momento no nos hablábamos. Pero estaba equivocada. Él sí me estaba hablando, solamente que yo no podía responder. Eso me habría provocado una avalancha de tanta confusión que no podía soportarlo.

 

Recuerdo que hace muchos años (hoy las cosas están mejor), ir a terapia era algo de lo que uno debía avergonzarse. Había un estigma de que si uno va al psicólogo es porque es una persona débil y nerviosa, no demasiado inteligente. Pero hoy que soy Coach de Emuná, puedo decirles que la gente que hace terapia es muy valiente. Hace falta mucho coraje para compartir con otra persona tus sentimientos más íntimos, para enfrentar tus propias emociones, como por ejemplo, la envidia, la vergüenza, la ira. Estar dispuesto a desafiar ideas preconcebidas, las exigencias que tenemos de los demás y las expectativas de cómo deberían ser las cosas. Muchos clientes suprimen sentimientos negativos pero igualmente estos se filtran de alguna manera. Algunos se vuelven pasivos-agresivos acerca de sus sentimientos. Otros se cierran completamente.

 

Cuando estaba en el hospital con mi hija, conocí a un joven que tenía cáncer. Él me dio el libro Cruzando el Puente Angosto, de Rabí Najman, y empecé a aprender lo que es hitbodedut, plegaria personal.. en el libro dice que si bien debemos hablarle a Hashem con respeto, no obstante podemos dirigirnos a Él igual que un hijo se dirige a su padre: “Por eso es bueno expresar los pensamientos y los problemas ante Dios como un hijo se queja y molesta a su padre”.

 

Yo entendí que tenía permiso para decirle a Hashem que estaba dolida y enojada (más bien, furiosa) y que no lograba entender de qué forma esta situación podía ser para bien. Cada día encontraba algún rincón tranquilo en el hospital y ponía a Hashem al tanto de mis sentimientos, tanto los lindos como los feos.

 

Luego sentía un alivio enorme. Y para mi asombro, no era difícil recobrar la compostura, una vez que había terminado.

 

Me sentí más liviana y más esperanzada. Estaba contenta de haberme confesado con Dios. Le dije lo que sentía. Y yo sabía que Él me entendía.

 

Nunca tengan miedo de desahogarse y volcar lo que tengan en el alma en la sesión de plegaria personal. Al confesarlo a Hashem, uno se cura. Créanme que se van a sentir muchísimo mejor.  

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