Imperfecto, pero perfecto – Ekev
Lo bueno y lo malo en este mundo son sólo telones de fondo. Depende de nosotros decidir si los escenarios de la vida nos acercarán a Hashem o nos alejarán de Él...
¡Hora de las preguntas! ¿Acaso este mundo es perfecto?
Supongo que la mayoría de ustedes dijo “no”. A los que habrán respondido “sí” les reconozco el mérito de su actitud positiva. Me gustaría dar mi propia respuesta políticamente correcta a la pregunta: “sí y no”. En lo que a mí respecta, todos se sacaron un diez en este examen. Sin embargo, aparte de mi deseo de que todos estén contentos, ¿es puedo realmente sugerir que ambas respuestas son correctas? La respuesta es que todo es cuestión de perspectiva.
Hay aproximadamente siete mil millones de personas en este planeta. Algunos son ricos, otros pobres, algunos son viejos y otros jóvenes. La lista de diferencias es interminable. Si les preguntáramos a todas esas personas si tienen todo lo que necesitan y están satisfechas al 100% con su suerte, me pregunto cuántas dirían que sí. Ahora, con el entendimiento y la fe de que nuestro amado Creador puede hacer todo lo que desee, ¿no pensarías que a alguien le habría tocado la lotería? Como mínimo, por la ley de los promedios, ¿alguien debería haber conseguido justo lo que necesitaba? ¿Acaso Hashem se equivocó siete mil millones de veces?
En la lectura de la Torá de esta semana se nos habla de los beneficios de cumplir los mandamientos de Hashem: “Y será si obedeces Mis mandamientos…. y daré lluvia a tu tierra, lluvias tempranas y tardías, y recogerás tu cereal, tu aceite y tu vino”. Unos versículos más adelante se nos dice: “Tengan cuidado de que sus corazones no se desvíen y sirvan a dioses extranjeros y se inclinen ante ellos. Entonces la ira de Hashem arderá contra ustedes y Él retendrá las lluvias de los cielos….”. Entendido de manera sencilla, se nos está enseñando el tema de la recompensa y el castigo en este mundo. Si somos buenos, habrá abundancia de bendiciones y si no, Dios no lo quiera, lo contrario.
Lo problemático de esta explicación es que contradice la enseñanza talmúdica de que no hay recompensa en este mundo por cumplir los mandamientos. La recompensa y el castigo se reparten una vez que fallecemos y pasamos al otro mundo. Si es así, ¿cómo se entienden los versículos citados? La respuesta clásica es que la Torá no nos promete recompensa ni castigo en este mundo. Lo que se nos dice es que si cumplimos los mandamientos de Hashem seremos bendecidos con un entorno propicio para acercarnos a Hashem. Si no hacemos lo que se espera de nosotros, entonces nuestro mundo se convertirá en un lugar hostil, no como castigo, sino con la intención de enviarnos una llamada de atención. Según este enfoque, el bien y el mal en este mundo son sólo telones de fondo. Depende de nosotros decidir si los escenarios de la vida nos acercarán o nos alejarán de Hashem.
Sin embargo, pensemos en el siguiente problema. De los siete mil millones de personas en este planeta, cada uno tiene sus propias dificultades. Hay muchas personas que fueron bendecidas con mucho bien, pero todos parecen tener que lidiar con algún nivel de frustración, dolor o sufrimiento. Asumiendo que las diferentes situaciones en nuestras vidas son el escenario para que realicemos nuestro potencial y desarrollemos nuestra conexión única con Hashem, ¿qué se gana con las dificultades y desafíos de cada uno de nosotros? ¿No sería un entorno tranquilo el más propicio para el crecimiento? ¿No es razonable la petición del Violinista del Tejado de ser un hombre rico? Es obvio que Hashem quiere el mejor entorno para que nos desarrollemos y crezcamos. Creo que este es el punto desafiante para muchos de nosotros. No estamos pidiendo un shangri-la, pero ¿la vida no podría ser un poco más tranquila y producir los mismos beneficios?
Hay una frase famosa que dice así: “No hay ateos en la trinchera”. Si fueras Hashem, ¿dónde pondrías a la gente? Todos tenemos nuestras “trincheras”, esos lugares y situaciones en los que sentimos el bombardeo de todas partes y no tenemos a dónde huir. Desde estos lugares gritamos desde nuestros corazones y almas. La sinceridad y la profundidad de la expresión no suelen ir acompañadas de una escena tranquila. Todos sabemos que cuando las armas callan, hay una sensación de alivio e incluso de agradecimiento, pero, por desgracia, dura poco. ¿Cuántos de nosotros hemos salido de un hospital, de un funeral o del lugar de un accidente con la nueva determinación de cambiar para perder rápidamente esa determinación y la inspiración?
Volviendo a la pregunta con la que empezamos. ¿Acaso el mundo es perfecto? Depende. ¿Queremos simplemente “relajarnos”? Si es así, el mundo está lejos de ser perfecto. ¿Queremos alcanzar y tocar el infinito? Si es así, podemos darnos cuenta de que el mundo tiene infinitas oportunidades y presenta un entorno perfecto para estos objetivos. Con una perspectiva correcta podemos darnos cuenta de que Hashem hizo un mundo perfectamente imperfecto. Todos los dolores y molestias pueden ser causa de fastidio y frustración y reflejan la imperfección de este mundo. Pero esos mismos dolores y molestias pueden ser ventanas de oportunidades, de ahí la segunda respuesta posible: que el mundo es, de hecho, perfecto. Es una oportunidad perfecta para crear una relación con la fuente de toda bendición y todo bien.
Si cumplimos los mandamientos de Hashem con la mirada puesta en aprender las lecciones que Él quiere enseñarnos, entonces Él nos proporcionará un entorno más tranquilo para ayudarnos a realizarnos, como individuos y comunidades. Y a través de esta perspectiva, todas las pequeñas y grandes imperfecciones de la vida pueden conducirnos a la Fuente de toda Perfección, Hashem Mismo.
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