Evita la próxima explosión!

“¿Quién, yo? ¡Yo soy la persona más tranquila del mundo!, tratamos de convencernos a nosotros mismos y a todos los que nos rodean… hasta el momento en que alguien nos pone nerviosos.

Lior le grita a Miri: “¡Yo soy súper tranquilo!”. Miri, que se queda con la última palabra, le responde a los gritos: “¡Y yo estaba lo más tranquila hasta que llegaste tú y empezaste a molestarme!”.

Esta clase de diálogos se oyen a diario. Por lo general les echamos la culpa a los demás de nuestros ataques de ira. Cuando estamos solos estamos muy tranquilos. La mayor parte del tiempo ni siquiera le prestamos atención a nuestro nivel nervioso. Pensamos que somos personas calmas que jamás pierden los estribos….

Hasta que alguien empieza a sacarnos de quicio. Esa falsa sensación de calma que tenemos cuando estamos a solas nos hace pensar que los demás son los responsables del enojo que sentimos cuando estamos junto a ellos.

Pero es obvio que estábamos nerviosos ya desde antes. El ambiente es nada más que un gatillo para la erupción volcánica que nos surge desde adentro.

Y la pobre víctima, que cualquier otro día no nos molesta y hasta nos hace reír, de repente se ve cubierta de lava ardiente.

¿Cómo es posible?

Nuestra percepción y nuestra reacción ante las situaciones en las que nos encontramos depende de nuestro estado emocional y espiritual. La mayor parte del tiempo, debido a una falta de conciencia, recién nos damos cuenta de nuestro estado de ánimo como resultado de nuestras reacciones frente a aquellas personas y aquellos acontecimientos que nos perturban.

Por eso, cada vez que insultamos a un familiar cercano, nos peleamos con un amigo, discutimos con los vecinos, les gritamos a nuestros hijos o amenazamos con el divorcio, deberíamos hacer una pausa, aunque sea un día frenético, y nos fijemos bien en la forma en que reaccionamos a los estímulos que se nos presentan. 

Nos engañamos pensando que los nervios y la tensión son cosas que afectan a otras personas, pero no a nosotros.

Para eso preparé este cuestionario – para la detección temprana del estrés, antes de que explotes y hagas algo de lo que te puedes arrepentir.

Siéntate, relájate y presta atención a tu cuerpo.

1.Cómo tienes las piernas?

Si se están moviendo o saltando, date dos puntos

Si están cruzadas, un punto

Si están con los pies bien apoyados en el piso – cero

2.Cómo tienes los hombros?

Si están encogidos, un punto

Si están relajados, cero.

3.Cómo tienes el estómago?

Si está contraído, un punto

Si lo sientes relajado, cero.

4.Cómo está tu respiración?

Si te cuesta respirar hondo y sientes un nudo en la garganta, tres puntos

Si respiras en forma breve y superficial, dos

Si respiras profundamente y al respirar el tórax y los hombros suben, un punto

Si respiras profundo, largo y relajado – cero.

5.Trata de mover el cuello:

Si tienes el cuello duro, contracturado o te cuesta moverlo – un punto

Si lo tienes libre y relajado – cero.

6.Chequea tu mandíbula inferior:

Si está cerrada y te cierra la boca – un punto

Si está blanda y deja que la boca se abra levemente, cero.

7.Si has logrado responder a este cuestionario hasta ahora sin moverte en la silla, cero.

Si no aguantas más para terminar el cuestionario para poder ir a hacer todo lo que tienes que hacer, un punto.

Ahora suma todos los puntos y fíjate cuánto tienes: 0 – cero – es estar totalmente calmo y 10 – diez – es estar súper nervioso.

La autoconciencia puede evitar un montón de malestar y conflicto y te posibilita trabajar sobre tu estado mental de antemano.

Puedes detenerte antes de que el trajín diario te abrume y tu lista de cosas por hacer te pese como una carga en la espalda y te pongas nervioso.

También es buena idea identificar aquellos días del mes en los que estás más estresado e impaciente y tratar de facilitarte las cosas durante esos días, en los meses próximos.

Cuando estés pasando por una crisis personal o alguna dificultad emocional, puedes facilitar la situación delegando ciertas tareas a los demás y enfocándote en las cosas más importantes, una vez que hayas creado una lista clara y ordenada de tus prioridades.