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El Trato del Siglo
El arma más grande que el Satán usa contra ti viene en cuatro palabras: “No es gran cosa”
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El arma más grande que el Satán usa contra ti viene en cuatro palabras: “No es gran cosa”. El hecho de compartir el mundo con siete mil millones de personas puede hacer que tus acciones parezcan insignificantes. Sin embargo, nuestros Sabios conocen la palabra de Dios y el verdadero poder detrás de cada una de nuestras decisiones.
Millones de vidas a lo largo de miles de años fueron cambiadas por un gesto silencioso.
Un día, Rabí Ishmael y Rabí Elazar ben Azarya estaban cenando con sus estudiantes. Siguiendo la costumbre de la época, ambos estaban reclinados mientras comían. Llegó el momento de recitar el Shema, y Rabí Elazar siguió la opinión de Beit Shamai, que decía que debido a que Hashem nos ordena recitar el Shema “al acostarnos y al levantarnos”, debíamos recitar el Shema reclinados, en una posición “acostada”.
Al ver esto, Rabí Ishmael se incorporó, siguiendo la opinión de Beit Hilel, que interpretaba que el mandamiento de recitar el Shema al acostarnos y al levantarnos se refería al momento en que debía decirse y no a la postura en la que debía hacerse.
Según Beit Hilel, uno puede recitar el Shema Israel estando de pie, sentado, reclinado o incluso acostado.
En señal de respeto a Rabí Ishmael, Rabí Elazar se incorporó.
Entonces, Rabí Ishmael se reclinó.
Rabí Elazar lo imitó.
Entonces, Rabí Ishmael se incorporó.
Confundido, Rabí Elazar le preguntó por qué seguía haciendo lo contrario de lo que él hacía.
Rabí Ishmael temía que si permitía que Rabí Elazar se reclinara con él, todos los estudiantes presentes asumirían que ambos Sabios seguían la postura de Beit Shamai, creyendo que Shema Israel solo podía recitarse estando reclinado. Durante generaciones, la gente recitaría el Shema Israel solamente en posición reclinada.
Para reforzar la posición de Beit Hilel, que enseñaba que el Shema podía recitarse en cualquier postura, Rabí Ishmael se aseguró de sentarse para que todos vieran a un Sabio sentado y al otro reclinado.
Por eso, cada vez que Rabí Elazar cambiaba su postura para alinearse con Rabí Ishmael, Rabí Ishmael tenía que moverse para proteger la enseñanza que estaba transmitiendo (Tratado Berajot 11a).
Sin decir una palabra, Rabí Ishmael reforzó una ley de la Torá, dándoles a millones de judíos, a lo largo de miles de años, una guía sobre cómo cumplir un mandamiento clave dos veces al día.
Todo Cuenta
Cuando estás en la fila para comprar una hamburguesa jugosa y descubres que su certificación de kashrut no es la adecuada, ¿qué hace el Satán?
Se aprovecha de tu hambre y te dice: No es gran cosa. “El lugar es técnicamente kosher. ¿Por qué hacer tanto problema? ¿Qué- acaso eres un fanático?”
¿Qué es un fanático, al fin y al cabo?
Un fanático es alguien que se toma las cosas muy en serio. El término en sí se percibe como algo negativo porque un fanático es conocido por tomarse las cosas demasiado en serio.
Así es como trabaja el diablo. Te convence de que no tomes en serio las cosas importantes, te acusa de ser un “fanático” cuando lo haces, y si sigues su consejo, va directo a Dios para acusarte de hacer exactamente lo que él quería.
Es interesante cómo los medios de comunicación, que hablan de todo menos de Dios, desacreditan a las personas llamándolas nazis, fascistas, extremistas o fanáticos con cualquier otro término.
El diablo se esconde en los detalles.
Busca esos momentos en los que cumplir un mitzvá o evitar un pecado requiere tomar en serio un pequeño detalle, y te dice: ¿Cuál es el problema? Mira tu teléfono y fíjate cómo lo hacen los demás, disfrutan de la vida y aún así lo tienen todo. Si para ellos no es un gran problema, ¿por qué lo sería para ti? ¿Eres un fanático?
La Gran Oportunidad de Dios
Esta es la oportunidad que Hashem nos da a todos:
Por cada pequeño detalle que nos tomamos en serio, Hashem nos bendice con una gran recompensa.
Si ves a alguien caminando con aspecto de estar perdido, y en lugar de pensar: “Tiene GPS, seguro está esperando a alguien”, te acercas y le dices: “Disculpa, pareces un poco perdido. ¿Puedo ayudarte?”, eso es un acto de bondad.
Cada día, al comienzo de nuestros rezos, recitamos la Mishná de Peá 1:1 y la Guemará de Shabat 127a, que afirman que Hashem recompensa los actos de bondad en este mundo y en el Mundo Venidero.
Pequeños gestos de bondad como, por ejemplo, dar una sonrisa, un cumplido, servirle una taza de café a un amigo, visitar a un enfermo, etc – son todos detalles pequeños que, si te los tomas en serio, producen resultados maravillosos, incluso para toda la eternidad.
Cuando pasas junto a una mujer vestida de manera provocativa y que quiere llamar la atención, el Satán te hará su primera oferta:
“¿Cuál es el problema? Estás casado, tienes el doble de su edad y ni siquiera hace falta que le hables. Tan sólo échale un vistazo”.
Cada vez que resistimos la tentación de mirar algo prohibido, reducimos el poder de Edom e Ishmael y acercamos la llegada del Mashíaj.
Con un pequeño acto de autocontrol, podemos debilitar a Hamás, los hutíes, Siria, Europa y las Naciones Unidas. Esta es la oportunidad que Hashem nos da.
La próxima vez que escuches una voz que te diga: “Vamos, no es gran cosa”, ¡recuerda! El diablo está en los detalles, y de nosotros depende sacarlo de ahí.
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