El peligro de la codicia

Cuanto más grande es el deseo que uno siente por el dinero, más disminuye su conciencia espiritual, su vida y su longevidad

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Rabino Shalom Arush

Posteado en 03.05.20

La codicia

 

Cuanto más grande es el deseo que uno siente por el dinero, más disminuye su conciencia espiritual, su vida y su longevidad. Y por culpa de la codicia se ve obligado a esforzarse enormemente por conseguir el sustento y además este es escaso y difícil de obtener. Pero cuando uno aumenta su deseo de estudiar Torá y deja a un lado la codicia, entonces el sustento es más fácil de obtener.

 

El alcohol

 

Enseña Rabí Najman que el vino causa pobreza. Lo mismo ocurre con las demás bebidas alcohólicas y con las distintas clases de drogas.

 

Debemos tener en cuenta que el uso de drogas, inclusive las más livianas (marihuana) constituye una grave transgresión. Todo el que usa drogas tiene un tremendo deseo físico y está dispuesto a hacer lo que sea para poder satisfacer dicho deseo. En realidad, se trata de una forma de idolatría, ya que está dispuesto a sacrificarlo todo en aras de las drogas.

 

A cambio de un poco de drogas, el drogadicto está dispuesto a sacrificar a sus padres, a su mujer, a sus hijos, a su verdad, a todos sus valores –absolutamente a todo. El drogadicto  pierde la esencia misma de su condición de ser humano; pierde el libre albedrío, la confianza en sí mismo y mucho más. Además, no le va bien en nada de lo que hace.

 

Todos los deseos físicos que existen en el mundo son una nada comparados con la drogadicción. Es verdad que no es fácil dejar las drogas y que puede pasar uno o dos meses nada fáciles. Pero va a sufrir mucho más si continúa consumiendo drogas hasta el día de su muerte. Si te dieran la opción de sufrir dos meses o sufrir toda una vida, ¿acaso no elegirías la primera opción?

 

 

El robo y el hurto

 

El robo no se refiere únicamente a apropiarse de los bienes de otra persona sino incluso a todo aquello que, por así decirlo, Le “robamos” a Hashem o no Le damos como deberíamos.

 

Por ejemplo, el hecho de no separar el diezmo de los cultivos o del salario, tal como lo ordena la Torá, se considera una forma de robo. Dicho robo, junto con las transgresiones de las calumnias y la arrogancia, pueden provocar una sequía.

 

De acuerdo con el Talmud, el robo también causa plagas de insectos e infestación de cultivos por medio de bichos y pestes, lo cual, a su vez, produce hambruna. Nuestros Sabios añaden que incluso un hurto menor cometido contra una cierta persona equivale a quitarle la vida.

 

Aquel que no es cuidadoso con el dinero del prójimo y hace que el otro pierda dinero está muy cerca de cometer un robo. Además, nuestros Sabios enseñan que a aquel que es negligente con el dinero de los demás se lo considera un ladrón.

 

No codiciarás

 

Uno no necesariamente tiene que haber cometido un robo de facto para ser considerado un ladrón. El simple hecho de codiciar las posesiones de su prójimo también se considera una forma de robo. Esto se debe a que la codicia es la antesala del robo propiamente dicho. Además uno está transgrediendo la grave prohibición de “No codiciarás”.

 

Al dar caridad de la forma debida se puede rectificar el daño causado por la codicia, ya que dar dinero para caridad es exactamente lo contrario a codiciar lo que no nos pertenece. Sin embargo, el robo mismo no se puede rectificar a menos que el ladrón devuelva el objeto robado a su legítimo dueño, tal como dice la Torá: “Y devolverá el objeto robado” (Levítico 5:23). Y si no es posible devolver el objeto robado, entonces hay que distribuir dinero para caridad para “beneficio del público”, por ejemplo, distribuyendo libros y CDs de emuná, que es algo que sin lugar a dudas beneficia a todos enormemente. 

 

 

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