¡Me aceptaron en la escuela!

Shalom

Me gustaría contarles lo que me sucedió el año pasado. Un verdadero milagro que no se puede explicar en forma natural. Yo anhelaba enormemente ingresar a una escuela secundaria de mucho prestigio que, de entre cientos de postulantes, aceptan únicamente a unas cuarenta o cincuenta alumnas.

Cada día les preguntaba a mis padres: “¿Llegó la carta? ¿Ya llegó la carta?”. Un día le pregunté a mi papá si había llegado la carta, pero vi que él no me quiso responder. Me di cuenta de que él me estaba ocultando algo y pensé que seguramente había llegado la famosa carta, pero con respuesta negativa. Al parecer él no quería que me pusiera triste y tal vez estaba pensando cómo conseguir “conexiones…”.

Yo enseguida entendí que tenía que encontrar alguna “conexión” con el Director de todos los directores de las escuelas de todo el mundo y durante varias horas solamente Le di las gracias a Hashem: “Gracias por no haber sido aceptada. Es lo mejor que me pudo haber pasado. Es lo que Tú quieres y es lo mejor para mí. Y entiendo que Tú me quieres enseñar a que confíe únicamente en Ti y que no confíe en todo tipo de ‘conexiones’”. Luego Le dije a mi papá: “Ya sé que recibieron una respuesta negativa, y quiero que sepan que es lo mejor para mí”. Mi papá me dijo que era cierto. Le dije que yo confiaba en Hashem, que Él iba a hacer lo que era mejor para mí.

No pasaron ni siquiera veinticuatro horas y nos llamaron por teléfono invitándonos a una entrevista personal con vistas a mi ingreso a la escuela. Simplemente un milagro. Resulta que en esa escuela, en el momento en que envían una carta informando que la alumna no fue aceptada, resulta absolutamente imposible hacerles cambiar de opinión. Nadie pudo explicarme qué fue lo que sucedió.

Es evidente que la gratitud realmente abre todas las puertas, tanto de las escuelas secundarias como de todos los lugares cerrados en la vida. ¡No hay nada que se oponga a la gratitud!

¡Gracias por las gracias!