Dueño del Libre Albedrío
“Por supuesto que estoy de acuerdo que todo proviene del Creador, pero… ¿Pero por qué mi esposa me hace eso? ¿Qué le hice? ¿No entiende que arruina a nuestros hijos?”…
“Por supuesto que estoy de acuerdo que todo proviene del Creador, pero… ¿Pero por qué mi esposa me hace eso? ¿Qué le hice? ¿No entiende que arruina a nuestros hijos?”…
Como ya hemos mencionado, todas las cosas que el hombre cree que le causan sufrimientos se incluyen en tres categorías – o que provienen de una causa natural, o por medio de otra persona, o por los errores y fracasos de uno mismo.
Cuando los sufrimientos le llegan al hombre a través de una causa natural como una enfermedad, aunque también en este caso puede pasar difíciles pruebas de fe, a pesar de todo le es más fácil entender que es solamente una causa que proviene del Creador, y que debe dirigirse a Él para que le ayude. También si pone sus esperanzas en las medicinas, al final, cuando vea que estas realmente no le ayudan, se dirigirá a la fe, y no empezará a hablar con los microbios, a suplicarles o a amenazarles…
Por otro lado, cuando el hombre sufre un pesar debido a otra persona, comúnmente se equivoca y piensa que esto no está únicamente en la mano del Creador, pues está frente a un hombre que posee libre albedrío y supuestamente es posible dirigirse a él directamente e influir para que cambie su comportamiento y sus actos. Por esto, no piensa de ningún modo rezarle al Creador, pues su razón le dice: “Después de todo, frente tuyo se encuentra un hombre con libre albedrío – habla y arréglate con él, o lucha con él”…
Pero por supuesto que esta no es la verdad, porque “No hay más nada fuera de Él” y todos los seres humanos están en la mano del Creador. Él les endurece o les ablanda el corazón según lo que desea que reciba el hombre que está frente a ellos. Por lo tanto, también acá el consejo principal es la plegaria, y cuando el hombre apaciguará al Creador, Él cambiará el corazón de esas personas que le hicieron daño y las transformará en sus bienhechores.
Lo único que tienes es tu libre albedrío
¡Debemos saber! Ciertamente la persona que nos enfrenta tiene el libre albedrío para hacer el bien o el mal, y por supuesto si hará el mal tendrá que rendir cuentas al Creador. Pero en vista de que el Creador sabe que alguien debe sufrir un pesar, entonces le hace cumplir su deuda por medio de un hombre culpable que será Su vara para golpearle. De por sí, no tenemos ninguna posibilidad de influir en el libre albedrío de quien nos enfrenta, la única elección que tenemos es mejorar nuestras acciones, rezar y conversar con el Creador, apaciguarlo para que nos perdone y pedirle que nos salve.
Podemos explicar esto por lo que se cuenta de un gran Sabio que vio flotando sobre las aguas el cráneo de un asesinado. Se dirigió al cráneo y dijo: “Es porque ahogaste que fuiste ahogado; y el fin del que te ahogó – que lo ahogaran”. La moraleja es la siguiente: el asesinado lo fue con justicia por el Juicio del Creador. El asesinado no podría salvarse del asesino de ningún modo, sólo si hubiera hecho arrepentimiento y retorno al Creador, pero el hombre que lo asesinó también será castigado por haber elegido el mal.
No hay culpables
No existe un error más grande que inculpar a otros por nuestro pesar. En el momento que inculpamos a alguien por nuestros sufrimientos – sea quien sea – es una gran falta de fe. Esto causa que el Creador retire su Supervisión sobre esta persona, e incluso lo coloque bajo la mano del mismo hombre al que culpa.
Lo que ocurre en la mente y corazón del que vive este error es una de las siguientes posibilidades:
• Cuando no tiene la posibilidad de hacer algo contra los que le afligen, por ejemplo: bancos, autoridad, jueces, policía, etc., el hombre cae en completa desesperación. Y hay aquellos que inclusive llegan a pensar en el suicidio, porque piensan que en este tipo de casos el Creador no los puede ayudar.
• Cuando quien aflige al hombre es simplemente una persona como él, por ejemplo: su esposa, su vecino, su socio, etc., entonces todo su tiempo lo ocupa con pensamientos como:
“Le mandaré a fulano para que influya sobre él”; o “yo me vengaré”; o “yo le haré tal y cual cosa”; o “yo le mandaré unos matones”. No puede dormir por las noches, se agita su alma; en un momento piensa esto y en otro momento piensa lo otro. Él puede llegar a todo tipo de bajas situaciones de adulación y humillación, o de enojo y crueldad, de odio y venganza. Incluso es capaz de causar un pesar o perjuicio a quien piensa es el causante de sus angustias, transformándose de un perseguido en un perseguidor, y entonces pobre de él y de su alma, porque así despierta la Ira del Creador y se le abrirá una nueva cuenta a la cuenta por la que le llegaron esos sufrimientos.
Vemos entonces que los sufrimientos y amargura del hombre que inculpa a los otros son terriblemente duros, y siente que no tiene ningún escape para salvarse de ellos. Entonces, ¿qué se puede hacer?
Debemos saber que por cierto hay lo que hacer. Nuestra vida está en nuestras propias manos y no en las de otros, pues podemos dirigirnos y hablar con el Dueño del Mundo, con el Único que determina lo que sucederá en nuestra vida, el Único de Quien podemos recibir todo el bien y toda la salvación necesaria.
Debemos acordarnos que nuestro beneficio y perjuicio están en las manos del Creador. Y si nos parece que hay otros hombres causantes de nuestro daño, pensaremos favorablemente de ellos y sospecharemos de nosotros mismos, de nuestras malas acciones. Debemos suplicar al Todopoderoso y pedirle que expíe nuestros pecados. Entonces, hasta nuestros enemigos empezaran a amarnos y se transformarán en nuestros leales amigos, como está escrito (Proverbios 16:7): “Cuando el Eterno se complace con los caminos del hombre, también sus enemigos se reconcilian con él”.
¿Es posible ayudar?
Al hombre que no está dispuesto a instruirse en la fe es imposible ayudar, puesto que quiere que lo ayuden según su errado entendimiento, ya sea forzando a la gente, con cadena de deudas, demostración de fuerza, amenazas, hipocresía, etc. Estos caminos no resuelven nada – y la evidencia es que él mismo trató de ir por estos caminos y sólo se enredó. ¿Saben por qué? ¡Porque el Creador quiso que se enredara! Porque todo tiempo que el hombre piensa que hay alguien que determina algo fuera de Él, no prosperará. Y por supuesto, nadie podrá ayudarlo en cosas contrarias a la Voluntad del Creador. El resultado de esto es que el hombre que vino en su ayuda, sólo se enredará también con las mismas angustias que él sufre, hundiéndose juntos.
El único consejo para la solución de todos los problemas es instruirse en la fe, siguiendo los consejos y la senda que enseñaremos en este libro. Por medio de una correcta orientación y guía, se puede ayudar a quien está dispuesto a prestar atención y andar por estos caminos y así resolverá fácilmente todo su problema. Pero, quien viene a pedir ayuda y quiere un consejo según su humano razonamiento y entendimiento, se parece al enfermo que va al médico y le pide que lo cure según su propia comprensión del problema. ¿Qué contestará el doctor a este tipo de hombre? “Si tú sabes cómo curarte, ¿para qué viniste a mí? ¡Si quieres curarte, no opines y escucha mis instrucciones, y si Di-s quiere – te sanarás!”.
Mitad y mitad
Hay quienes confían en la fe a medias. Como el caso de un hombre que viene a pedir consejo para sus problemas domésticos y matrimoniales a un guía espiritual. El guía le explica que todo el pesar que su esposa le inflige proviene del Creador, y por lo tanto, lo único que le ayudará es arrepentirse y retornar al Creador. Entonces contesta el hombre: “Por supuesto que estoy de acuerdo que todo proviene del Creador, pero… ¿Pero por qué mi esposa me hace eso? ¿Qué le hice? ¿No entiende que arruina a nuestros hijos?…”. Después de todo todavía hay gente que se queda con el “pero”, siguen viendo a la persona que les produce pesar como la culpable, tal como ladra el perro a la vara que lo golpea y no a quien la sostiene. Esta gente no entiende que su salvación está tan cerca, si sólo prestaran atención a lo que tienen que corregir en sí mismos; pero mientras tanto, se quedan con sus aflicciones, sufrimientos, acusaciones y todos sus “justos” argumentos.
A este tipo de persona debemos decir: “¿Quieres tener la razón? – no hay problema. Sigue siendo el que todo lo sabe, pero debes saber que tu vida será un verdadero infierno… Por el contrario, si quieres ver la verdad, que el problema está en ti y corregirte, empieza viviendo con la fe que 'No hay más nada fuera de Él' y ya vivirás el Paraíso en este mundo”.
No se puede escapar a la realidad – el hombre debe vivir con fe. Punto. Debemos creer que todo problema que tenemos proviene del Creador; que sólo con Él tenemos intereses; que estamos sólo en Sus manos; que nuestros sufrimientos pasarán únicamente cuando Él lo decida.
Debemos entender muy bien – ¡tenemos libre albedrío sobre nuestra vida y nuestro destino! ¡Esto está en nuestras manos y no en la de otros! La vida de cada uno de nosotros es exactamente como nuestras acciones, y no existe la realidad de que el hombre sufra sin causa. Cuando verdaderamente retornamos al Creador, todo se transforma para bien.
Continuará…
(Extraído del libro "En el Jardín de la Fe" por Rabi Shalom Arush, Director de las Instituciones "Jut Shel Jésed" – "Hilo de Bondad")
11/24/2009
Ojalá el AltÍsimo conceda a todos los hombres la PLEGARIA CONTINUA
Tras meditar esta 13ª parte de En el Jardín de la Fe, es lo que me cabe compartir con Ustedes, en concreto con el Rabí Shalom Arush, cuyas palabras dejan emanar una santidad y sencillez, verdaderamente luminosas y cargadas de discernimiento. Bendito sea el Unico por haberle a usted creado en esta generación. Saludos. Shalom y Bien.
11/24/2009
Tras meditar esta 13ª parte de En el Jardín de la Fe, es lo que me cabe compartir con Ustedes, en concreto con el Rabí Shalom Arush, cuyas palabras dejan emanar una santidad y sencillez, verdaderamente luminosas y cargadas de discernimiento. Bendito sea el Unico por haberle a usted creado en esta generación. Saludos. Shalom y Bien.