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El hombre que cree que todo está bajo la Supervisión Divina para su propio bien, por supuesto no siente celos de su prójimo, ni codicia su riqueza...

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Rabino Shalom Arush

Posteado en 06.04.21

La Fe y los Rasgos del Carácter – La Envidia #2:

 
El hombre que cree que todo está bajo la Supervisión Divina para su propio bien, por supuesto no siente celos de su prójimo, ni codicia su riqueza…
 
 
Ésta es la regla – sobre cada uno de nosotros hay una Divina Supervisión que define las condiciones apropiadas para nuestra corrección. Hay una persona que debe ser alta y otra que debe ser baja; una debe ser delgada, y otra obesa; una debe ser rica y otra pobre; una fuerte y otra débil; una diligente y otra lenta. Y así con todos los distintos rasgos humanos; todo depende según el individuo y su reparación espiritual. Quien posee la fe, acepta su condición con alegría, no envidia a nadie, y se ocupa de su trabajo específico, con los instrumentos que le fueron dados.
 
Un hombre que experimenta los celos y la codicia, debe pedir al Creador la fe y la ayuda para acordarse siempre del Mundo Venidero, y de su objetivo. Él debe afrontar la prueba decretada por el Cielo, regocijarse con lo suyo, y concentrarse en su propio trabajo sin mirar a los demás.
 
La prueba de la pobreza
 
Por ejemplo, cuando un hombre debe pasar la prueba de la pobreza, la intención del Creador es que se someta frente a Él, que multiplique sus plegarias, que aprenda a depender y a confiar totalmente en Él. Así, el hombre podrá acercarse al Creador y merecer numerosos beneficios mil veces más grandes que la riqueza – fe, verdadero arrepentimiento, sabiduría, hijos justos, y más…
 
El hombre que atraviesa la prueba de la pobreza con fe, es decir que cree que todo está bajo la Supervisión Divina para su propio bien, por supuesto no siente celos de su prójimo, ni codicia su riqueza. Él sabe claramente que si el Creador no le dio riqueza, es para su bien eterno. Le está bien claro que sólo este es el medio por el que podrá acercarse a Él y reparar lo que necesita en esta reencarnación. Por eso, le es evidente que la riqueza del otro nada tiene que ver con él y su corrección.
 
Por  regla  general,  al  hombre  que  vive  su  finalidad  y encuentra su propósito en la vida, no le falta nada. Él está lleno de contenido y de riqueza interior, y no le interesa la vida de los otros. En cambio, la vida de quien no encuentra su meta, está dominada por el vacío y el aburrimiento. Incluso si enriqueciera, siempre sentiría que algo le falta. Estaría poseído por los celos y la codicia; estaría siempre deseoso y ávido de las cosas que cree que carece. En realidad, lo que le falta es una sola cosa – la fe.
 
La prueba de la riqueza
 
La prueba de la riqueza consiste en que el hombre que posee mucho dinero e influencia, siempre se acordará de su pequeñez. Debe saber que la riqueza no le pertenece, sino que le es depositada, y no tiene ninguna razón para considerarse por ello superior a los demás. Debe no ser avaro, sino distribuir su dinero entre los necesitados, según lo establece la Ley Divina.
 
En realidad, esta prueba es aún más dura que la de la pobreza, porque el pobre apenas tiene elección, y se vuelve hacia la fe a su pesar por causa de su condición miserable, y merece así el bien auténtico. En cambio, al rico le es difícil vencer sus sentimientos de fuerza, de poder y de orgullo. También su vida generalmente está llena de problemas, como se dice: “Cuanto más fortuna – más preocupaciones”.
 
A pesar de todo, también quien pasa la prueba de la riqueza, debe estar satisfecho con lo suyo y con su corrección espiritual. No debe sentirse celoso de quien vive una vida más simple y fácil, sino que debe creer que el Creador sabe que sólo así logrará cumplir su misión sobre la Tierra de la mejor manera posible. Él debe saber que desde el Cielo se le ha concedido el mérito de cumplir buenas acciones con el dinero que le fue confiado, como la beneficencia, el mantenimiento de los estudiantes de la Ley Divina, la difusión de la fe en todo los medios posibles, y otras grandes y nobles acciones.
 
Es también probable que en una reencarnación precedente, haya acaparado dinero en forma ilícita, y ahora se le otorgue la oportunidad de devolver las deudas a sus víctimas. Por consiguiente, aprovechará toda ocasión para hacer caridad; para influir y beneficiar a toda persona que encuentre; cada vez que le demanden dinero, lo dará de todo corazón. Así reparará todo. Porque se reconciliará con toda persona que encuentre a lo largo de su vida, y no habrá sobre él ninguna inculpación de acusadores de todas sus reencarnaciones precedentes.
 
 
Continuará…
 
 
(Extraído del libro "En el Jardín de la Fe" por Rabi Shalom Arush, Director de las Instituciones "Jut Shel Jésed" – "Hilo de Bondad")

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