Miketz – ¡Todo es Para Bien!
Justamente los problemas que tenían los hermanos de Iosef los llevo a pensar ¿qué pecado habremos cometido? Después de hacer una introspección, encontraron un…
Justamente los problemas que tenían los hermanos de Iosef los llevo a pensar ¿qué pecado habremos cometido? Después de hacer una introspección, encontraron un…
Todo lo que hace HaShem es por nuestro bien
Es muy conocido el relato que cuenta la historia de Iosef y sus hermanos.
Ellos lo vendieron como esclavo y luego de transcurridos veintidós años se volvieron a ver. Cuando los hermanos fueron a comprar granos de trigo, ellos no lo reconocieron, no advirtieron que se trataba de Iosef. En el momento en que ellos notan que el virrey les habla con dureza y los pone en prisión dijeron: “Somos culpables por nuestro hermano; nos suplicaba que nos apiademos del pero no tuvimos piedad”. En otras palabras: Cuando los hermanos de Iosef notaron todos los inconvenientes que estaban padeciendo, no los adjudicaron a la casualidad, sino que buscaron dónde estaba la falla, y no encontraron otro pecado que el no haberse apiadado
de su hermano.
Si prestamos atención, vamos a encontrar que no se arrepintieron específicamente por haberlo vendido, pues ellos consideraban que así debían conducirse con Iosef -Lo catalogaron como un “perseguidor”-. Estaban dolidos por no apiadarse en aquel momento. Sin embargo Reuben no coincidía con la postura de los hermanos. El argumentaba “su sangre está reclamando”. Seguramente murió con su esclavitud. No solamente está mal no habernos apiadado: Ustedes pecaron al venderlo. Debemos tener en cuenta lo que está escrito en la Guemará: “Todo aquel al que Di-s lo ama, le da sufrimientos. Los problemas que Di-s nos manda son para expiar por nuestros pecados. Justamente los problemas que tenían los hermanos de Iosef los llevo a pensar ¿qué pecado habremos cometido?
Después de hacer una introspección, encontraron un solo pecado: la venta de Iosef. Hay un ejemplo que puede relacionarse con este tema. Cuentan que en una ciudad gobernaba un señor muy bondadoso. Como administrador de las tierras y las propiedades, permitía que los peones pudieran vivir pagando alquileres muy bajos. Por ejemplo: un alquiler de $300 él sólo cobraba $100. Así actuaba con todos sus peones.
Era la única forma en que ellos vivieran dignamente. Uno de sus trabajadores era extremadamente pobre; apenas le alcanzaban para mantenerse él y su familia. Con este peón era más piadoso aun: En lugar de cobrarle $100, como al resto, solo le cobraba $50. Transcurrido cierto tiempo, este gobernador debió dejar su puesto, y en su lugar asumió otro, totalmente diferente a él. Se trataba de un hombre poco comprensivo y muy materialista. No rebajaba ni un centavo de lo que se debía pagar. Los peones le rogaban que fuera más flexible, pero él no respondía a sus pedidos. Cuando el peón más pobre se acerco a hablar con el gobernador, él le explico que sería imposible para el pagar la suma que correspondía, entonces el gobernador le dijo que por cada peso que no podría pagar, iba a recibir un latigazo.
No hubo mes que este pobre peón no recibiera varios golpes por su deuda. Cuando el gobernador culmino su mandato, asumió nuevamente el gobernador anterior, entonces el peón se dirigió a él para explicarle lo que había sucedido. Así fue como el gobernador le pidió al peón que le dijera cuantos latigazos había recibido, y por cada uno de ellos el gobernador le otorgo una fortuna a su trabajador. Este peón volvió a su casa muy alegre por la recompensa que había recibido. Luego de un rato, su esposa lo noto preocupado, y le pregunto: ¿Qué te pasa? Entonces, su marido le respondió: ¡Qué lástima me da no haber recibido más latigazos!
Si reflexionamos sobre este relato, observaremos que de acuerdo a lo expuesto, cuando hay problemas debemos saber que todo pasa por algo, que si HaShem quiere que suceda es por nuestro bien, y que es seguro que recibiremos una recompensa por ese sufrimiento. ¿Cuál fue la intención de Iosef? ¿Por qué les causo tantos inconvenientes? Iosef quiso que se le cumplan sus sueños con todos sus detalles, para que no se deban cumplir luego con más dureza.
Según el Rambam (Maimonides) sobre el versículo “Y recordó Iosef los sueños”, Iosef actuaba contra su voluntad, lloraba y se lavaba la cara para que no se note, se contenía, pero tenía algo en claro: esta actuación seria para sus hermanos una expiación por lo cometido. De acuerdo a la perspectiva judía, todo lo que HaShem hace es para bien.
(Gentileza de www.Torá.org.ar)
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