En el camino de la vida – Masei
Cada viaje que emprendemos puede ser una oportunidad para descubrir más del verdadero bien que perdimos cuando vinimos al mundo.
“Estos son los viajes de los Hijos de Israel, que salieron de la tierra de Egipto según sus legiones, bajo la mano de Moshé y Aharón” (33:1). En este versículo inicial del último capítulo del libro de Bamidbar (Números), la Torá comienza a resumir toda la trayectoria del pueblo judío desde que salió de Egipto hasta este momento, cuando el pueblo judío se dispone a cruzar el Jordán y entrar en la tierra de Israel. ¿Qué nos enseñan los viajes del pueblo judío en su camino hacia Eretz Israel con respecto a nuestras vidas actuales, y a nuestro propio viaje en la vida en particular?
Rabi Najman enseña en el Likutei Moharán, basándose en el versículo inicial de esta porción de la Torá y en un Midrash, que los viajes del pueblo judío a lo largo de las generaciones expían el pecado del Becerro de Oro. Expían el pecado de idolatría en el que cayó parte del pueblo judío cuando pensó que Moshé no regresaría del Monte Sinaí. Sin embargo, incluso cuando la persona judía no está realmente haciendo idolatría, sigue habiendo un aspecto del pecado de idolatría cuando la emuná (fe) de la persona está dañada. El Baal Shem Tov enseña con respecto al verso en el libro de Devarim, “no sea que tu corazón sea seducido y te desvíes y sirvas a dioses ajenos…” (11:16), que cuando la persona se aleja de Hashem, este es el aspecto de la idolatría. Este pecado de la idolatría es rectificado por los viajes del pueblo judío (Likutei Moharan, enseñanza 62, 2da parte).
¿Y de qué manera nuestros viajes rectifican el pecado de idolatría? En el libro Sabiduría y Enseñanzas del Rabi Najman de Breslev, Rabi Najman habla de la importancia de nuestros viajes y desplazamientos en la vida: “Alguien le preguntó sobre viajar a un determinado lugar, si debía ir allí o no. Rabi Najman le respondió: Cuando la persona ve que tiene un viaje por delante, no debe ser terca y quedarse sentada en casa. Debe ir, porque cada viaje que la persona hace a diferentes lugares, es capaz de rectificar algo. Ciertamente, en cada lugar al que la persona viaja, realiza allí algún acto de santidad, como rezar y decir bendiciones. Por lo tanto, esta persona necesita viajar específicamente a ese lugar para rectificar algo que sólo ella puede corregir” (enseñanza 85).
Parecería ser que en su respuesta, el Rabi Najman se refería a esta enseñanza sobre la rectificación del pecado de idolatría. En cada viaje que emprendemos, nosotros también podemos ayudar a reparar y expiar el pecado de la idolatría y rectificar nuestra fe. Cuando viajamos, salimos de la zona de confort de nuestros hogares. A pesar de este cambio y de la posible incomodidad, si también somos capaces de conectarnos con Hashem y de servir a Hashem dondequiera que nos encontremos, tendremos el mérito de ser parte de la expiación del pecado de idolatría. Esto ocurre principalemente cuando nos buscamos a nosotros mismos, al alma pura que llevamos dentro y que podemos haber olvidado en el camino, debido a las pruebas de la vida y a la confusión de estar en este mundo físico, como enseña Rabi Najman en una instancia diferente.
Antes de que el alma venga al mundo, se le enseña y se le muestra todo lo que tiene que hacer y lograr durante su vida. Pero cuando viene al mundo, inmediatamente se olvida… y por lo tanto la persona necesita buscar y pedir lo que ha perdido. El Tzadik va en busca de los objetos perdidos de otros también hasta que los encuentra, hasta que encuentra los objetos perdidos de todo el mundo’ (Likutei Moharan, enseñanza 188, Primera Parte). El Midrash dice que antes de que la persona nazca, mientras está en el vientre de su madre, aprende toda la Torá con un ángel, y hay una vela encendida sobre sus cabezas y puede ver de un extremo a otro del mundo. Justo antes de nacer, el ángel le da unos golpecitos en el labio superior y entonces olvida todo lo que ha visto y entendido. Al nacer, el bebé llora por el mundo espiritual que acaba de perder.
En realidad, todas las respuestas están dentro de nosotros; sólo hemos olvidado lo que tenemos que hacer y cuál es nuestro papel especial. Sólo nos queda una impresión. El trabajo de la vida es recordar, recordar el lugar del bien infinito de donde realmente venimos. Lo principal que hemos perdido es nuestro punto especial e interno de conexión con nuestra verdadera esencia, con nuestra alma. Esto es lo que tenemos que buscar en nuestros viajes por la vida. Y así como el pueblo judío viajó cuarenta años por el desierto en su camino hacia la Tierra de Israel, en el camino hacia su verdadero destino, así también para nosotros hoy, cada viaje que emprendemos puede ser una oportunidad para descubrir algo más del verdadero bien que perdimos cuando vinimos al mundo.
7/28/2022
MUY LINDO PARA MI ESTA ESCRITURA LIKE IT