Historia de un shiduj

Shalom Rabino. Le cuento que yo soy religioso de nacimiento y estuve varios años buscando pareja....

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Rabino Shalom Arush

Posteado en 09.07.23

Un día, vino a verme un hombre joven casado con un hijo y me contó su historia:

Shalom Rabino. Le cuento que yo soy religioso de nacimiento y estuve varios años buscando pareja. Hice todo lo habido y por haber: recé, hablé con shadjanim (casamenteros), salí en un montón de citas, consulté a rabinos, hice promesas espirituales e hice muchas segulot, pero todo fue en vano. Y así pasaron los años…

Un año, en la víspera de Purim, busqué un minián (quórum) para escuchar la Meguilat Ester y así fue como llegué a una sinagoga de Breslev. Entré a la sinagoga, recé el rezo vespertino y escuché la lectura de la Meguilá. Antes de irme, vi en un pupitre el libro En el Jardín de los Milagros. Lo abrí y me puse a leer algunas historias sobre el poder de la gratitud. Eso me alcanzó para darme cuenta de que debía cambiar de rumbo y la forma de rezar para conseguir pareja. Al terminar el rezo, nos informaron que estaban todos invitados a volver en Jatzot (medianoche) para ir al bosque a hacer hitbodedut en la noche de Purim, tal como acostumbran los seguidores de Breslev. Yo, en un momento de espontaneidad, decidí ir con ellos y rezar desde esta nueva perspectiva. Esa noche fui al bosque junto con los demás.

Sin embargo, esta vez no recé con autocompasión, como había hecho hasta ahora, porque no me sentí una víctima. No lloré. No me enojé. No recé lleno de frustración. Fue una experiencia fascinante. Solamente di las gracias y de repente empecé a dar las gracias de todo corazón por todo lo que Hashem me dio en la vida. De repente empecé a sentir cuánto Hashem me ama y cuántas bondades hace conmigo. Esos fueron los momentos de mayor cercanía con Hashem que sentí en toda mi vida: un estrecho lazo de amor. Empecé a sentir vergüenza por todos los años que me había quejado y lamentado de mi suerte, sin poder ver todo lo bueno que Hashem hace en mi vida. Por primera vez en mi vida, di las gracias por no poder encontrar pareja durante tanto tiempo. Porque si toda aquella demora había servido para aprender el valor de la gratitud, entonces todos esos años de soledad habían valido la pena. Jamás me sentí tan puro, tan alegre. La verdad es que podía concluir esta historia aquí mismo, porque este fue el verdadero regalo que recibí en Purim. Pero, como ya se habrán dado cuenta, al poco tiempo conocí a quien sería mi futura esposa. Nos comprometimos. Hoy gracias a Dios tenemos un hijo y todo en mérito de la gratitud. ¡Qué bueno es Hashem!”.

Curiosamente, la salvación de este hombre llegó precisamente en Purim, porque dicha salvación está relacionada con el milagro de Purim. ¿Y cuál es la conexión entre una cosa y la otra? Que esa fue precisamente el desacuerdo que hubo entre Ester y Mordejai.

El Pueblo de Israel estaba en grandes aprietos y pendía sobre ellos la amenaza de la aniquilación general. Mordejai pensaba que la salvación llegaría por medio de ayunos y penitencias y grandes clamores, pero Ester no estaba de acuerdo. Ella pensaba que el método de Mordejai no sólo era ineficaz, sino que incluso podía llegar a ser muy peligroso. Según ella, todos tenían que ponerse a cantar y bailar y así anular el mal decreto.

En ese sentido, el Rebe de Klausenburg, sobreviviente del Holocausto, que perdió a su esposa y sus once hijos en los campos de exterminio, solía proclamar a sus compañeros: “¡Queridos amigos: nunca se olviden de que Hashem los ama!”. El Rebe, que era un tremendo tzadik y sabio, sobrevivió el Holocausto, hizo renacer a su grupo jasídico a partir de las cenizas y construyó todo un imperio de Torá y de actos de benevolencia.

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1. paulinnikolli@yahoo.com

7/09/2023

GRACIAS HaSHEM POR ESTA ENSENASA!

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