¡Me puse de pie!

Yo ya conocía el camino de la emuná y de la gratitud gracias al libro En el jardín de la salud. Hace casi tres años, yo tenía terribles dolores en las piernas. Durante un mes entero los dolores persistieron y tenía las piernas hinchadas y de color rojo y apenas si podía caminar.

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Rabino Shalom Arush

Posteado en 25.12.23

Otra historia más:

“Yo ya conocía el camino de la emuná y de la gratitud gracias al libro En el jardín de la salud. Hace casi tres años, yo tenía terribles dolores en las piernas. Durante un mes entero los dolores persistieron y tenía las piernas hinchadas y de color rojo y apenas si podía caminar. Caminaba como una tortuga. Los remedios que me dieron los médicos no me ayudaron para nada. El rabino de mi marido me aconsejó que diera las gracias todos los días durante media hora. Empecé a hacerlo y al cabo de dos semanas exactamente, las piernas retomaron su aspecto habitual y dejaron de dolerme e incluso podía correr…”.

Y si el lector no me cree, y no se convence de lo que estoy diciendo, tengo otra historia más de otro “escéptico”. Y estas son sus palabras:

“Estimado Rabino Shalom Arush:

En primer lugar, me gustaría aclararle que yo soy una persona muy escéptica. Todo tipo de tratamientos y segulot que ayudaron a otras personas, a mí no me sirvieron de nada, porque yo dudo de todo y tengo un problema recurrente que vuelve cada tantos meses: siento una especie de ardor en las amígdalas que después se transforma en un estado gripal muy fuerte con un tremendo dolor de garganta y luego esto me produce un estado bronquial generalizado. Esto me dejaba en cama dos semanas enteras. Yo siempre sabía que apenas sentía el ardor en la garganta, empezaba todo este ciclo inevitable.

Un día, leí en el libro En el jardín de los milagros la historia de un hombre que tenía muchos problemas con el tema del sueño y que se había comprometido a que, si lograba despertarse a medianoche, iba a dar las gracias por ello durante media hora. En efecto, se había podido levantar a medianoche y esto se repitió una y otra vez. Me dije a mí mismo: Si es así, yo también puedo hacer lo mismo con el problema que tengo. Voy a comprometerme a dar las gracias media hora. Y funcionó.

Una noche, empecé a sentir el dolor de garganta y sentí que empezaba a extenderse por el cuerpo y tuve mucho miedo de lo que me esperaba. En ese mismo momento me comprometí a que, si me levantaba a la mañana sin dolor de garganta, iba a dar las gracias durante media hora. Y gracias a Dios, a la mañana siguiente me desperté sin dolor de garganta. Y siento que tengo el deber de publicitar este milagro. Con la ayuda de Dios, continuaré por este camino, aplicando este método a otros problemas que tengo en la vida y con Su ayuda, trataré de dar a publicidad las salvaciones que obtenga. Gracias por todo y sigan ayudando como hasta ahora.

S.N.

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