La Hora de la Verdad

Uno no puede empezar a dirigirse rumbo a un objetivo si todavía no sabe dónde está parado…

4 Tiempo de lectura

Rabino Shalom Arush

Posteado en 05.04.21

Uno no puede empezar a dirigirse rumbo a un objetivo si todavía no sabe dónde está parado…

Uno no puede empezar a dirigirse rumbo a un objetivo si todavía no sabe dónde está parado. ¿Cómo vas a tomar un mapa para ver cómo llegar a Córdoba si todavía no sabes si te encuentras en Buenos Aires o en Misiones? ¿Qué dirección debes tomar: el este o el oeste? Vemos entonces que para poder saber adónde vamos, primero tenemos que saber dónde estamos.

¿Acaso nosotros nos creamos a nosotros mismos? ¿Quién fue el que nos creó y con qué propósito nos creó? Estas preguntas tan básicas nos permiten saber dónde estamos. La mayoría de las personas jamás en sus vidas se formulan tales preguntas y por eso están completamente perdidas. ¿Cómo vamos a saber qué sendero tomar si ni siquiera sabemos qué es lo que estamos haciendo aquí en la tierra?

Dado que la gente está desconectada o absolutamente fuera de contacto con la verdad, pero aun así insiste obstinadamente en hacer lo que se le antoja, al final acaba viviendo una vida infeliz e insatisfecha. Todo el tiempo se la pasa buscando pasatiempos o entretenimientos que le llenen el vacío que siente.

Fijémonos un momento en todos aquellos a los que la sociedad moderna considera el pináculo del éxito y la gloria. ¿Cuántas personas exorbitantemente acaudaladas y famosas acabaron en internadas en clínicas psiquiátricas o haciendo un intento por suicidarse? ¿De qué sirve llegar a ser un físico nuclear o un neurocirujano si no eres capaz de pasar todo un día sin bajarte un gin y tonic o si todo el tiempo estás como loco soñando con tener más dinero, más fama y una mujer que no es tu esposa? A pesar de los avanzados títulos académicos, la vileza moral sigue siendo vileza moral.

La emuná es prácticamente la única herramienta con la cual podemos establecer claramente quiénes somos, dónde estamos y hacia dónde nos dirigimos. Uno de los más básicos principios de emuná es que el Creador tiene un propósito específico para cada ser que creó. Al aclarar la verdad, llego a la conclusión de que yo no me creé a mí mismo; por lo tanto, yo solo no puedo saber qué es lo mejor para mí. Una vez que reconozco que Hashem fue el que me creó, ahora sí estoy preparado para descubrir con qué propósito me creó.

En términos simples, si existe un Maestro Creador, entonces yo soy una creación. Y si yo soy una de Sus criaturas, entonces Él tiene un propósito expreso al crearme. Este propósito en sí mismo es mi verdadero objetivo en la vida.

Rabi Najman enseña (Likutei Moharán II:10) que la mayor parte del mundo está completamente alejada de la verdad debido a que no logran poner en orden sus ideas. Más que nada, uno debería preguntarse a sí mismo: “¿Cuál es el propósito de todos mis apetitos, mis deseos y mi búsqueda de placeres mundanales?”.

La compostura nos permite contemplar el verdadero propósito de todo lo que existe, y en especial, lo que resultará de nuestros actuales emprendimientos. ¿Acaso estamos en la senda correcta o no? La compostura nos salva de aprender la verdad en una forma dura, larga y amarga.

Uno se ahorra una angustia indescriptible si pasa una hora al día aclarando la verdad y haciendo un examen de conciencia. Esto le proporciona la compostura necesaria para tomar las decisiones acertadas con mínimo riesgo de error.

Existe una sola verdad

Apenas la persona empieza a buscar su verdad, no logra encontrar la verdad absoluta. Por ejemplo, si uno considera que tiene derecho a algo que no le pertenece, va a hacer todo lo posible por obtener eso, aunque sea matando o robando. Según “su” verdad, está actuando en forma correcta. Pero según la verdad de Hashem, vale decir, la verdad absoluta, esa persona es un asesino o un ladrón. Una rosa es una rosa, aunque los demás la llamen “tulipán” o “margarita”.

Por consiguiente, debemos establecer qué es lo absolutamente verdadero para poder alcanzar la genuina gratificación y paz interior. Buscar la verdad de “uno” simplemente significa perpetuar los propios deseos y los apetitos personales. El mundo está lleno de discordia debido a que cada uno va tras su propia verdad sin tratar de establecer en forma objetiva cuál es la verdad absoluta. Todas estas “verdades” no son más que mentiras. El prerrequisito para descubrir la verdad absoluta es antes que nada tomar la decisión de dejar de vivir la mentira de la “propia” verdad y dejar de engañarse a uno mismo.

Nadie en el mundo es capaz de depender de su “propia” verdad, ni siquiera la persona más brillante. Los deseos y los apetitos corporales son tan fuertes que manchan la verdad. Esto es algo que vemos a diario: ¿Cuánta gente que sufre de presión alta continúa comiendo alimentos llenos de sal? ¿Cuánta gente excedida de peso continúa poniendo en peligro su salud permitiéndose comer en forma poco sana y excesiva? Preguntémosles si les gustaría sufrir un infarto y nos van a responder con un enfático “No”. Pero a pesar de todo continúan causándose daño a sí mismos en vez de primero establecer cuál es la verdad y después actuar en base a esa verdad.

El juicio se ve empañado por consideraciones subjetivas, y en especial en el caso de los apetitos corporales, que acaban convirtiéndose en sus “verdades” y que gobiernan la forma en que viven la vida. ¿Por qué nos sorprende entonces que tanta gente viva enferma e infeliz?

Aquel que verdaderamente quiere quebrar el ciclo vicioso de auto-engaño deberá tratar de buscar al Creador y a Su verdad en vez de quedarse empantanado en su “propia” verdad. Llegó la hora de la verdad.

 

Escribe tu opinión!

Gracias por tu respuesta

El comentario será publicado tras su aprobación

Agrega tu comentario