Cómo ganar cuando estás perdiendo

Dios ordena el arrepentimiento. Si no hubiera esperanza de triunfar después de una derrota, Él no nos pediría que lo intentáramos de nuevo.

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David Ben Horin

Posteado en 05.02.24

Dios ordena el arrepentimiento. Si no hubiera esperanza de triunfar después de una derrota, Él no nos pediría que lo intentáramos de nuevo. 

Después de tres temporadas ganadoras, el entrenador hizo esta sorprendente declaración. 

“Este será nuestro último año de campeonato”. 

“Conseguimos la puntuación más alta, pero no ganamos. Los adversarios jugaron un partido perfecto. Dales un año más de experiencia, y no creo que tengamos muchas posibilidades”.

Y tenía razón. 

Al año siguiente, sus rivales arrasaron en la final, mientras que su propio equipo ni siquiera llegó a las eliminatorias.

Nosotros sabíamos tres poderosas verdades: 

  1. Se puede perder cuando se gana.
  • Se puede ganar cuando se pierde. 
  • Existe una diferencia entre perder y ser un perdedor. 

Se puede perder cuando se gana

El éxito es como el champán. Su sabor es dulce e inolvidable, pero si bebes demasiado durante demasiado tiempo, corres el riesgo de perder toda tu ventaja.

Ganar significa haber encontrado la fórmula adecuada. También significa que dejas de probar cosas nuevas. Se sustituye la flexibilidad por la concentración, perfeccionando aquello que te ha dado buenos resultados. 

Y dado que el modelo funciona una y otra vez, existe la tentación de no dar el 100%. Si puedes ganar con un esfuerzo del 90%, ¿para qué vas a malgastar tu energía? Si la forma en que lo estás haciendo se convierte en una segunda naturaleza, ¿para qué ir más allá?

Cuando uno se pasa de hacer todo y aún más para ganar a hacer sólo lo suficiente para seguir ganando, se empieza a perder… aunque se siga ganando. 

El entrenador vio que su equipo perdía. Ganaban al 90%, pero los demás estaban al 100% y su estrategia general estaba a punto de resultar mejor. 

Esto es un peligro para nosotros en dos sentidos: 

Hacemos las mitzvot de memoria, acostumbrándonos al “nivel” en el que nos mantenemos, olvidando que nuestro viaje espiritual de toda la vida es sobre todo cuesta arriba y que si dejamos de empujar, retrocederemos. 

Lo damos por sentado. Nos arriesgamos a no tener gratitud por todos los milagros, grandes y pequeños, que hacen nuestras vidas. Lamentamos las cosas que no tenemos mientras asumimos las que sí tenemos – eso es peligroso. 

Puedes ganar cuando pierdes

El fracaso es como hornear un pastel de chocolate que sabe horrible. Sabes que habrá una próxima vez en la que posiblemente te va a salir mucho mejor. 

A nadie le gusta perder. Por eso nos esforzamos más cuando perdemos. 

El equipo del entrenador necesitó muchos años de duro trabajo para convertirse en el mejor. Los jugadores no tenían experiencia. Estaban impacientes. Tenían talento, pero hasta que no practicaran y jugaran, no no se transformaría en destreza. 

En las dos primeras temporadas del entrenador, perdieron muchos partidos. 

El entrenador no hizo más que enardecerse. En cada rueda de prensa posterior a un partido, el brillo de sus ojos aumentaba. Sabía que con cada derrota, el equipo mejoraba. Le preocupaba menos ganar y más ejecutar. 

Cuando el propietario firmó con el entrenador un contrato de cinco años tras la segunda temporada de derrotas, nadie lo podía creer.  

El propietario era un antiguo jugador y sabía lo mismo que el entrenador:

El fracaso sólo te hace trabajar más duro. Te hace replantearte cien veces cómo hacerlo mejor. Los fracasados son gente que lo intenta. Los fracasados son gente que quiere ganar. Los fracasados son personas que lo harán cien veces si es necesario para hacerlo a la perfección. 

¿Cuántas veces tratamos de resistir el impulso de pecar y fallamos? ¿Cuántas veces tratamos de levantarnos a tiempo, concentrarnos durante las oraciones, quedarnos despiertos esa media hora extra estudiando, y sin embargo, fracasamos? 

Arrepentirnos es preguntarnos cómo podemos cambiar la forma en que nos levantamos, rezamos y estudiamos para poder resistir el impulso de fracasar.

La Guemara enseña que el lugar en el que están las personas que se arrepienten, ni siquiera están los tzadikim.

¿Perder o ser un perdedor?

Perder forma parte del modelo de trabajo. Los mejores equipos tienen algunas temporadas perdedoras antes de llegar a las eliminatorias. Todos los grandes tzadikim cometieron errores a lo largo de sus vidas, lo que los llevó a la perfección de ciertas mitzvot. 

El minián requiere un pecador, igual que el incienso del Templo requiere una especia maloliente. 

Al igual que el chocolate, que proviene del fruto del cacao, de sabor extremadamente amargo, todo lo bueno tiene que tener algo de adversidad en la mezcla.

Perder significa que has hecho el intento. Significa aprender. Significa mejorar. Significa la determinación de volver a intentarlo, aunque pueda resultar en otra derrota. 

Un fracasado seguirá perdiendo, pero un perdedor deja de intentarlo. 

Por eso, la desesperación es el peor pecado de la Torá. Es el estado en el que no ves sentido a intentar cambiar las cosas. 

Rabi Najman dice que no existe la desesperacion en este mundo. No hay nada que puedas romper que no puedas luego arreglar y mejorar. 

Sólo Hashem puede crear algo en este mundo que el hombre no pueda arreglar. Solo Hashem puede crear algo en este mundo que el hombre no pueda romper. 

Es todo lo que nos rodea. No puedes romper el aire. No puedes romper el agua. No puedes romper la tierra, las estrellas o los planetas. 

Dios ordena el arrepentimiento. Si no hubiera esperanza después de una pérdida, Él no nos pediría que lo intentáramos de nuevo. 

No importa lo mal que parezcan estar las cosas, en apenas un abrir y cerrar de ojos, Él puede cambiarlo todo. 

Hashem sólo nos envía derrotas para que mejoremos en lo que Él nos ordena hacer. Él nos envía pérdidas, para que probemos nuevas formas de ganar. 

¿Cuántas veces en tu vida caíste, sólo para empezar a tomar nuevas mitzvot? ¿Acaso no será esa la razón por la que Hashem te envió al bache en primera instancia? 

Con emuná, sabes que todo viene de Dios, y es para que podamos ganar. 

Él nos prepara para que podamos emerger, ya sea desde el fondo o llegando a la cima

La familia Ben Horin vive en Afula con sus hijos, un nuevo centro de alta tecnología, vecinos judíos y árabes, y Matilda, el camello local. La startup israelí de David, Center Stage Content, https://centerstagemarketing.org/center-stage-content-blog, ofrece servicios de contenidos para startups y pequeñas empresas.

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1. Marcela

2/04/2024

Gracias

2. Lourdes robles

2/03/2024

Shalom gracias por el mensaje me sirvió por la situación que estoy pasando shalom

3. Andres

1/29/2024

Gracias por todo es especial es increíble

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