Una Imagen Perfecta
Tal vez sea un poco anticuado hablar de los negativos de las fotografías, pero estoy segura de que la mayoría de los lectores todavía recuerdan esas cintas plásticas de película…
Tal vez sea un poco anticuado hablar de los negativos de las fotografías, pero estoy segura de que la mayoría de los lectores todavía recuerdan esas cintas plásticas de película…
Tal vez sea un poco anticuado hablar de los negativos de las fotografías, pero estoy segura de que la mayoría de los lectores todavía recuerdan esas cintas plásticas de película que demostraban el reverso de la fotografía que uno había tomado. Yo no soy muy experta en el tema del revelado de fotografías, pero sí sé que esas cintas eran exactamente lo opuesto de lo que veíamos en la realidad. Los detalles de la imagen aparecían en negro allí donde en realidad eran blancos; blancos, allí donde en realidad eran negros y todos los matices intermedios. Una vez reveladas, la verdadera imagen aparecía en una lámina de papel de fotografía.
En el libro del Rabino Shalom Arush, de pronta aparición en español, En el Jardín de la Gratitud, él escribe que la plegaria matutina se inicia con importantes recordatorios que todo el día deberíamos llevar en el corazón: La persona siempre debería temer a Di-s tanto en privado como en público… Cuando uno está con otras personas, es más probable que actúe como un tzadik, pero cuando está solo en su casa, uno cambia completamente. En esta plegaria, Di-s nos recuerda que nuestro comportamiento en privado debería reflejar por lo menos el mismo grado de temor del Cielo que cuando estamos en público”.
Si solamente estamos actuando cuando estamos fuera de casa, actuando como si fuéramos ángeles, en esencia estamos siendo como el negativo de la fotografía. Esa es la antítesis de nuestro verdadero yo, que desprecia al marido, que les grita a los hijos o que insulta a su mujer. ¿Acaso actuaríamos de esa misma manera si creyéramos que nuestras acciones son filmadas para que todo el mundo las vea? Nuestra conducta con nuestra familia nos muestra nuestro verdadero yo y esa es la imagen que se revela en el Mundo de la Verdad. Al final de nuestros días en la tierra, todo lo que ocurrió tras puertas cerradas será expuesto ante nosotros con tremenda claridad, detalle por detalle, con toda la vergüenza que eso implica, por no decir nada del irreparable daño que les infligimos a nuestros seres queridos en el proceso.
Es propio del carácter humano actuar en forma natural y descuidada dentro de la privacidad del propio hogar, pero siempre tenemos que ver a Hashem delante de nosotros. Debemos guiarnos por las mismas reglas, los mismos ideales, la misma compasión y la misma bondad que les daríamos a nuestros amigos y a nuestros socios. Por desgracia, el ietzer hará nos acosa constantemente, tratando por todos los medios de destruir la paz y la armonía dentro del marco familiar. Nuestros hijos se transforman en el blanco principal cuando se dejan a un lado las restricciones esenciales. Si no tenemos una plegaria constantemente en los labios, nos volvemos presa fácil de la Mala Inclinación.
El Rabino Arush nos enseña que cuando reaccionamos sin pensar antes, estamos dejando que nuestro instinto animal responda “en forma visceral”. En la mayoría de los casos, esto proviene directamente de la Mala Inclinación. Existe una regla muy útil, según la cual, cuando uno está a punto de explotar con su esposa, o con sus hijos, y uno siente que la furia le va subiendo por la garganta, uno tiene que contar: “1001, 1002, 1003”, y ahí reaccionar. Nunca reacciones antes de que pasen esos tres segundos. La adrenalina, que es la Mala Inclinación, inunda el cerebro de la persona y entonces esta no tiene control sobre el cerebro.
Por eso, por más difícil que parezca suprimir los impulsos espontáneos, si uno se esfuerza en forma resuelta, uno puede lograrlo. Además, si uno trata de verse a sí mismo de la misma manera en que Di-s lo ve, ciertamente puede sentirse humilde y tratar de mejorar en forma significativa. Se lo debemos a nuestra familia y nos lo debemos a nosotros mismos.
Cuando sostenemos un negativo frente a la luz, vemos perfectamente a través de él. Así de traslúcidos somos ante Hashem. Él ve perfectamente a través de nosotros, nuestra alma y nuestros pensamientos. Él es absolutamente consciente de nuestras capacidades y nuestras deficiencias. Dado que Él es Omnisciente, tiene la capacidad de percibir tanto el negativo de la foto como la imagen final. Pero nosotros tenemos el libre albedrío para crear la mejor imagen posible.
El negativo es la imagen maestra que se usa para todas las futuras copias, y por eso debemos asegurarnos de que sea la precisa visión de lo que queremos revelar. Toda forma de enojo, crítica o violencia, Di-s no lo permita, aparecerá como una mancha negra. El buen fotógrafo jamás dispara la cámara directamente contra la luz sin que deja que el sol energice el contorno. Nosotros también debemos utilizar la iluminación de Di-s a través de las enseñanzas de los Rabinos para agudizar nuestra santidad, iluminar la oscuridad y descubrir todos los aspectos ocultos que se ocultan dentro de nosotros. Entonces podremos, con la ayuda de Di-s, producir una vida de belleza espiritual, una imagen perfecta, tal como el Creador planeó para nosotros.
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