El Color del Cielo

Jaikel le dio instrucciones al carretero y así fue como llegaron a una choza dilapidada al borde del pueblito. La choza era la imagen misma de la pobreza..

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Rabino Lazer Brody

Posteado en 17.03.21

Jaikel le dio instrucciones al carretero y así fue como llegaron a una choza dilapidada al borde del pueblito. La choza era la imagen misma de la pobreza.. El hombre tenía el rostro negro como el carbón, la mujer vestida con harapos  y los niños descalzos
 

Rebe Najman no era empecinado en absoluto, excepto en servir a HaShem. Con todo lo demás, fluía con la fluidez de un río y con gran optimismo.

Un día, mientras iba de viaje con Jaikel, uno de sus discípulos, llegaron a las afueras de un pueblito rumbo a una ciudad más grande. Entonces Jaikel le preguntó al Rebe: “¿Qué le parece si damos una vuelta rápidamente por el pueblito? Allí vive un familiar mío muy pobre al que quisiera saludar”.
 

Rabi Najman asentió con la cabeza, pero no dijo nada.

Jaikel le dio instrucciones al carretero y así fue como llegaron a una choza dilapidada al borde del pueblito. La choza era la imagen misma de la pobreza.. El hombre tenía el rostro negro como el carbón, la mujer vestida con harapos  y los niños descalzos.

Jaikel le suplicó al Rebe: “¡Por amor a Dios, Rebe, por favor, bendiga a mi primo!”.

Esta vez, el Rebe hizo un gesto en señal de negación. “No tengo ninguna bendición para tu primo. Yo no soy un Rebe ‘que da sustento’”.

Jaikel se quedó duro. Sabía perfectamente cuánto amaba el Rebe a cada ser humano. ¿Cómo era posible que no tuviera compasión por esta pobre familia? Jaikel no podía creerlo, pero no dijo nada. “Rebe, ¿le importa si yo los bendigo?”, preguntó Jaikel. Muchos de los discípulos de Rabi Najman, incluido Jaikel, eran sabios de Torá por derecho propio y su palabra también tenía peso Arriba…

Rabí Najman asintió. “Ve y bendícelo, si así lo deseas”.

Jaikel dio un saltó del carro y tomó una botella de agua. Enseguida fue corriendo a la choza y salpicó agua en las cuatro esquinas de la “residencia”. “Abudancia al norte”, exclamó y sacudió agua hacia el norte. “Abundancia al sur”, y sacudió agua hacia el sur. “Abundancia al este”, y sacudió agua hacia el este. “Abundancia al oeste” y sacudió agua hacia el oeste. Y entonces se subió al carro y partieron.

Pasaron varios años. La bendición de Jaikel aparentemente hizo milagros, ya que la vida de su primo cambió drásticamente. Al principio obtuvo unas cuantas monedas y entonces con esas monedas compró y vendió agujas, botones y demás mercancías. Y todo lo que tocaba literalmente se transformaba en oro, hasta que finalmente se transformó en un acaudalado hombre de negocios. Su esposa era ahora una “lady” que vivía en una lujosa mansión y sus hijos iban vestidos como pequeños nobles.

Una mañana, Rabi Najman estaba parado en su sala, disfrutando del aire matutino de Ucrania. De repente pasó por allí un hombre muy rico y bastante apurado. “¡Eh, espere, deténgase un momento!”, lo llamó el Rebe.

Molesto e impaciente, el millonario se detuvo un instante.

“¿Acaso ni siquiera tiene tiempo para mirar el color del cielo?”, le preguntó Rabi Najman.

Sin responder, el hombre continuó caminando. No tenía tiempo que desperdiciar. No tenía tiempo ni siquiera para ir a la sinagoga ni para ponerse tefilín…

Según la tradición Breslev, Rabi Najman sabía que el alma de este joven hombre tenía que ser pobre, pero por lo menos era un judío íntegro. Es por eso que el Rebe no quiso bendecirlo, porque sabía que eso sería para él perjudicial.

La pregunta que le hizo Rabi Najman es una metáfora. El color del cielo es el color del Trono Celestial y el que mira el color del cielo se acuerda entonces de HaShem. Lo que el Rebe en realidad le estaba diciendo era: “¿Acaso no tienes tiempo ni siquiera para pensar en HaShem?”.

Durante el mes de Elul, la gente hace todo tipo de resoluciones muy exaltadas y muy espirituales, que muchas veces se disipan como gotas de rocío bajo el sol, una vez que las Festividades pasan. Pero HaShem quiere principalmente nuestros corazones. Cuando uno verdaderamente ama a alguien, piensa en esa persona todo el tiempo. Por eso, preguntémonos: ¿Cada cuánto pensamos en HaShem? ¿Acaso estamos tan atrapados en esta vida moderna e instantánea que no tenemos tiempo ni siquiera para mirar el color del cielo? ¡Con tan sólo formularnos esta pregunta estamos dando un paso agigantado acercándonos a HaShem! ¡Que tengan todos un maravilloso mes de Elul!
 

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