Si el Dinero Creciera en los Árboles
Todos hemos oído la frase “El dinero no crece en los árboles”. Es verdad, pero imaginémonos qué sucedería si el dinero SÍ creciera en los árboles...
Todos hemos oído decir la frase “El dinero no crece en los árboles”. Esto es verdad, pero imaginémonos qué sucedería si el dinero sí creciera en los árboles.
Salmos 119:37 – Aparta mis ojos para que no contemplen la vanidad y acelérame en Tus caminos
Todos hemos oído decir la frase “El dinero no crece en los árboles”. Esto es verdad, pero imaginémonos qué sucedería si el dinero sí creciera en los árboles.
Si el dinero creciera en los árboles, y uno pudiera tener todo lo que se le antojara, ¿acaso trabajaríamos con tanto esfuerzo en la oficina? Obviamente, dependiendo de la profesión, existe la posibilidad de que directamente no trabajáramos…
Si el dinero creciera en los árboles, y pudiéramos comprar todo lo que quisiéramos, ya no sentiríamos envidia por el vecino ni soñaríamos con tener el IPhone de nuestro mejor amigo. Porque todo lo que ellos tuvieran, nosotros también podríamos tenerlo.
Si el dinero creciera en los árboles, tendríamos más tiempo para hacer las cosas que son verdaderamente importantes, como por ejemplo, pasar más tiempo con nuestros hijos, ir a visitar a nuestros padres ancianos o ayudar a los enfermos. Tendríamos más tiempo y más recursos para tener invitados a nuestra mesa y a alimentar a los pobres y a los desvalidos. ¡Eh! ¡Esperen un minuto! ¡Pero entonces no habría pobres ni desvalidos!
Si el dinero creciera en los árboles, tanto los hombres como las mujeres podrían dedicarse de lleno a estudiar, a ahondar en el estudio de la Torá y a poner en práctica todo lo que aprendieran en sus vidas diarias.
Si el dinero creciera en los árboles, todos los enfermos del mundo podrían beneficiarse con la atención de los mejores médicos, pues el dinero no sería un problema. Y los doctores mismos no tendrían necesidad de cobrar por sus servicios, ya que tendrían todas sus necesidades cubiertas con tan sólo arrancar los billetes de las ramas.
Si el dinero creciera en los árboles, podríamos construir centros de Torá, hospitales, edificios, asilos para ancianos, y todos estarían equipados a todo lujo y con los últimos adelantos tecnológicos. Podríamos además resolver todos los problemas de los países del Tercer Mundo, con tan sólo plantar un árbol así en sus territorios.
Si el dinero creciera en los árboles, todos podrían pagar los gastos de transporte, tanto si se tratara de un avión o de un tren o de un camión. Con un chasquear de los dedos, podríamos tomarnos un taxi a donde quisiéramos o un helicóptero privado para que nos lleve a una montaña apartada.
Si el dinero creciera en los árboles, la vida sería algo grandioso. Eso es, si el dinero tuviera valor real. Y tal vez ustedes piensen que sí lo tiene. Pero eso no es más que una ilusión.
¿Qué es el dinero? El dinero es sencillamente un objeto inventado por el hombre para ser usado como forma de pago por mercancías o servicios prestados. El dinero posee un valor percibido que el hombre inventó y que calcula a diario. Pero el dinero es algo completamente inestable, porque en un instante el hombre puede volverse un millonario o perder toda su fortuna.
La razón por la que no existen los árboles de dinero tal vez sea porque HaShem sabe que eso nos presentaría un gran desafío. ¿Por qué? Porque un árbol de dinero no haría más que tentarnos más allá de nuestra capacidad de decir “no”. Y mientras no tengamos la fuerza de la Emuná y la decidida voluntad de de ponernos límites a nosotros mismos por amor al Cielo, deberíamos dar las gracias de que no tenemos un árbol de dinero. Porque eso no sería más que una forma de idolatría encubierta, un dios falso tentándonos a todos. En lugar de adorar un árbol de dinero, deberíamos respetar, reverenciar y nutrir el árbol más maravilloso de todos: el Árbol de la Vida, o sea, la Torá.
Ella es un Árbol de Vida para todos los que se aferran a ella y felices son aquellos que la asen con fuerza (Proverbios 3:18)
Existen algunas opiniones según las cuales cuando venga el Mashíaj, podremos conseguir todo lo que queramos arrancándolo de un árbol. Nuestro Padre Celestial se asegurará de que Sus hijos sean bien atendidos, para que así podamos seguir Sus directivas. Entonces no habrá necesidad de trabajar por nada, excepto por la santidad. El dinero ya no hará falta, porque todo lo que deseemos en nuestro servicio de HaShem lo recibiremos con creces. Rabi Najman, de bendita memoria, enseña que al estudiar Torá, uno merece recibir todas sus necesidades físicas.
Pero Mashíaj no llegará hasta que no estemos listos para recibirlo. Hasta que demostremos que estamos a la altura del desafío. Por eso, penetremos en el Cielo con nuestras plegarias, llenando el mundo de santidad, benevolencia, compasión, generosidad, humildad, perdón y todas las otras virtudes que aprendemos de HaShem. Y que el amor y el respeto por el prójimo nos traiga bendiciones increíbles, muy pronto, en nuestros días. ¡Amén!
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