¿Dónde estaciono?
Supongan que llaman al asistente personal de un político famoso y piden que les dé una cita… ¿Qué le pedirían?
Uno de mis alumnos estaba buscando un lugar donde estacionar en el atestado mercado de Jerusalén un viernes a la mañana. Cada vez que se desocupaba un lugar, se le venían encima diez autos. Mi alumno Le rogó a Hashem pero después de veinte minutos dando vueltas como loco, todavía no se había desocupado ningún lugar. Entonces mi alumno se acordó de lo que yo les enseño acerca de la gratitud y empezó a decirse a sí mismo: “me parece que en vez de pedirle a Hashem que me encuentre un lugar de estacionamiento, voy a empezar a darle las gracias”. Y durante los minutos siguientes, dijo así: “Gracias, Hashem, porque es invierno y el Shabat empieza temprano y tengo poco tiempo para hacer las compras y mucho menos tiempo para prepararme. Gracias, Hashem, por hacerme sentir totalmente dependiente de Ti…”.
Y así siguió dándole las gracias a Hashem de esta misma manera tres o cuatro minutos cuando de repente un hombre joven abrió la puerta de su auto y le hizo señales, diciéndole: “Shalom, hermano mío, yo estoy por salir. Te guardé el lugar. Ven, estaciona aquí”. Entonces otros seis o siete conductores muy enojados se pusieron a gritarles diciendo que habían llegado primero. Pero el joven del auto les respondió: “Pero él es mi amigo. Lo estaba esperando”. En realidad mi alumno jamás en su vida había visto a este joven…
Después del Shabat, mi alumno me contó esta historia y me preguntó por qué los veinte minutos que se pasó orando no habían servido de nada y los tres minutos dando las gracias le habían obrado milagros. Yo le expliqué que en esta generación en la que vivimos, es muy difícil que uno Le pida algo a Hashem sin caer en la tristeza o por lo menos en la sensación de que se lo merece. Y entonces las plegarias se vuelven contraproducentes. Pero cuando uno demuestra su gratitud, sus palabras ascienden directo al Trono de Gloria. Ningún ángel ni acusador celestial tienen derecho a interferir ante un canto de agradecimiento que la persona Le canta a Hashem o cualquier otra expresión de gratitud que alguien quiere expresarle a Hashem. Para darles un ejemplo: supongan que llaman al asistente personal de un político famoso y piden que les den una cita, porque tienen toda una lista de pedidos que hacerle.
Bueno, la verdad es que lo más probable es que no obtengan una cita. Pero supongan que llaman por teléfono a ese mismo asistente y le dicen que tienen una donación muy sustanciosa para donar para la campaña publicitaria del político: ¡ahí les van a abrir todas las puertas! Esa es la diferencia: cuando uno Le pide algo a Hashem, ¿quién dice que se merece que le respondan? Además, es posible que surjan todo tipo de acusaciones. Pero cuando uno Le dice “Gracias” a Hashem, está afirmando que sabe que Hashem hace todo por su propio bien. Esto está más allá de todas las acusaciones. Esa expresión de gratitud es la más grande expresión de emuná – y sube directamente a Hashem.
Otro de mis alumnos comercia con joyas muy preciadas e infrecuentes. Y una vez se le presentó la oportunidad de adquirir diamantes en Africa por una pichincha. Resulta que mi alumno viajó a Africa llevando consigo una suma en enorme de efectivo y allí se encontró con su contacto. Este africano tomó el dinero y desapareció. Mi alumno se quedó sin el dinero y sin los diamantes. Enseguida me llamó a Israel y me pidió consejo. Yo le dije: “No digas ni una sola palabra. ¡Solamente dale las gracias a Hashem!”. Por suerte, mi alumno me hizo caso. “Gracias Hashem que este africano me estafó y me dejó sin un peso. Gracias, Hashem, por haber perdido el dinero en vez de perder la vida. Hashem, Tú haces todo para bien. Gracias por estar yo ahora lejos de casa y no poder depender de nadie excepto de Ti”.
De repente, frenó un auto al lado de él y un africano abrió la ventanilla y le preguntó: “¿Usted es Fulano de Israel? Ven, súbete al auto”. Lo primero que pensó mi alumno fue que ahora que lo habían dejado sin un peso, lo iban a matar. Pero el africano habló con tono amable y mi alumno sintió que no tenía nada que perder. El africano le consiguió una habitación en el mejor hotel y le devolvió todo el dinero y después le organizó una compra de fantásticos diamantes a precio regalado. Ese es el poder del agradecimiento, y en especial en momentos difíciles. Pruébenlo y vean qué gran bendición les trae a su vida!
1/18/2016
Gratitud
Saludos. Excelente articulo, agradezco a Hashem, por la sabiduria que le da al Rab Shalom Arush, estoy pasando por una situación complicada y esto me ha fortalecido grandemente. Saludos desde México.
1/18/2016
Saludos. Excelente articulo, agradezco a Hashem, por la sabiduria que le da al Rab Shalom Arush, estoy pasando por una situación complicada y esto me ha fortalecido grandemente. Saludos desde México.