Las papas y los terrones
La gente a veces se confunde con respecto al mes de Elul, pensando que antes de Rosh Hashana tienen que hacer grandes “remodelaciones
La gente a veces se confunde con respecto al mes de Elul, pensando que antes de Rosh Hashana tienen que hacer grandes “remodelaciones”. En realidad, eso no funciona, en especial porque las “grandes remodelaciones” suelen terminar en un retroceso y una vuelta a las antiguas malas costumbres. Lo único que Hashem espera de nosotros es que seamos un poquito menos amargos de lo que fuimos ayer y que todo el tiempo nos esforcemos por mejorar un poquito y hacer mejoras, por más leves que sean.
Un excelente sitio para comenzar es diciendo Bircat Hamazon – la Bendición que se dice después de comer pan, con más concentración. Las recompensas son fenomenales, tal como veremos a partir de la historia que vamos a contarles, tal como la hemos escuchado de boca del Rabino Abraham Elimelej Biderman shelita:
Un judío anciano de Jerusalén contó su historia de la época del Holocausto. Antes de que estallara la Segunda Guerra Mundial, él era un joven estudiante adolescente. El famoso Rabino Meir Shapira de bendita memoria, director de la Yeshiva Lublin y fundador del Daf Iomi, visitó su yeshivá para someter a un examen a sus alumnos. Se acostumbraba que el Rosh Ieshiva que estaba de visita les daba regalitos a los jóvenes que daban examen, pero Rabi Meir no trajo consigo ningún regalo. En lugar de eso, les dijo a los alumnos que les iba a dar un consejo invalorable que les permitiría vivir siempre felices, no importa lo que les pasara. Les dijo que se cuidaran mucho cuando dijeran Bircat Hamazón, la Bendición de después de las comidas, con gran concentración. Nuestros Sabios prometen que esto protege a la persona contra incluso las peores fuerzas espirituales negativas. El joven alumno decidió que a partir de ese día lo haría con gran devoción.
Al cabo de unos pocos años, los nazis invadieron Polonia. Los judíos fueron llevados como bestias en vagones de ganado y así los transportaron hasta los campos de concentración. La primera etapa una vez que llegaban al campo era la infame selección: las mujeres, los niños, los débiles y los ancianos eran enviados a la izquierda, lo cual significaba que iban a ir a las cámaras de gas a ser exterminados. Los que estaban en buen estado físico eran enviados a la derecha, o sea, a los campos de labores forzadas, que era una etapa previa a la ejecución. Ahora este alumno, de dieciséis años, se paró de puntas de pie para parecer más alto. No tenía idea de qué hacer ni qué decir cuando el oficial de las SS le preguntara qué era capaz de hacer, ya que en toda su vida no había hecho trabajos manuales. El joven oró en silencio: “Hashem, por favor ¡sálvame! Estos tres últimos años tuve especial cuidado de decir Bircat Hamazón con mucha concentración y nuestros Sabios prometieron que jamás me faltaría no comida ni protección”.
En ese preciso momento, como si Hashem se lo hubiera indicado, el hombre que estaba detrás de él le susurró al oído: “Diles que eres cocinero; yo les diré que yo soy tu ayudante, y así tal vez podamos trabajar los dos juntos”. Y eso fue exactamente lo que sucedió – los dos fueron enviados a trabajar en la cocina del campo. De ese modo, no tuvieron problema para conseguir el sustento.
Un día, un oficial nazi especialmente sádico entró a la cocina. No podía soportar que un judío no pasara hambre y no estuviera esquelético. Entonces se acercó al joven cocinero y le puso un martillo en la cabeza: “Judío, ve detrás de la cocina y si no cavas una zanja de seis pies de ancho por seis pies de largo en tres horas, te voy a enviar a hacer labores forzadas con todos los otros judíos”. Ni siquiera con pico y pala el joven iba a poder cavar una zanja tan grande, y mucho menos con un martillito…
Nuevamente Le oró a Hashem: “Hashem ¡Nuestros Sabios prometieron! ¡Yo cumplí con mi parte!”.
Entonces, un camión lleno de alemanes pasó por allí. Al ver al joven judío desesperado, decidieron divertirse un rato. Tomando un saco de papas recién sacadas del suelo que no habían separadas de los terrores de tierra, lo apedrearon con el barro y las papas. Y se fueron matándose de la risa. El joven judío resultó herido pero tenía un montón de papas y de terrones a su lado.
Pasaron unos cuantos minutos y entonces pasó por allí un grupo de rusos que realizaban labores forzadas y que llevaban picos y palas. Siempre muertos de hambre, miraron como locos las papas frescas y le rogaron al joven que les diera un poco.
El joven respondió: “No hay ningún problema, solamente caven aquí mismo una zanja de dos por dos metros y se pueden llevar todas las papas”.
En quince minutos la zanja estaba lista.
El sádico oficial nazi retornó a la escena y no pudo creer lo que veían sus ojos. En menos de tres horas la zanja ya estaba lista. Dijo entonces el villano entre dientes: “Maldito judío, yo sabía que tu Dios te iba a proteger, pero no sabía hasta qué grado”. Entonces el joven recibió permiso de volver a la cocina.
El joven sobrevivió el campo de concentración y la guerra, y después de la liberación fue directamente a Jerusalén. Jamás le faltó el sustento ni siquiera en la época más difícil, cuando en Israel la gente pasaba mucha hambre, y logró casar a todos sus hijos sin endeudarse en absoluto.
Les propongo a todos que empecemos a realizar esta maravillosa mitzvá de Bircat Hamazón, la Bendición de Después de las Comidas, con la mejor intención y la máxima concentración de que seamos capaces. Nos estaremos haciendo a nosotros mismos un tremendo favor y ciertamente seremos inscritos en el Libro de la Vida para un maravilloso Nuevo Año Amén!!
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