Carta a mis amigos noájidas

Querido amigo noájida,

Te aprecio y valoro, tienes algo especial que te hace ser diferente del resto. Te has apartado de la idolatría en la que vivías sumergido y por ello en cierto modo me siento identificada contigo.

Como sabes, mi camino al judaísmo empezó hace ya varios años. Al principio mi nuevo “estilo de vida” resultó impactante a las personas de mi círculo más cercano y me vi en la posición de dar continuamente explicaciones por todo lo que hacía y decía. Imagino que esta misma situación la han vivido también millones de noájidas, como tú, en el mundo entero y por ello me siento feliz de contar contigo, amigo bnei Noaj, en mi círculo de amistades.

Por propia experiencia sé que, cuando te inculcan desde pequeña unas determinadas creencias, no es fácil plantarse delante de tu familia y decirles que ahora ya no claudicas con todas esas historietas. Me consta que cuando comienzas a decir que adorar a una figura de madera, escayola, barro, oro o cualquier otro material es una abominación la gente te mira con cara rara. Te entiendo cuando te sientes extraño y diferente, te comprendo cuando de repente te das cuenta de que tus amigos no tienen realmente tanto en común contigo.

Tantas veces he defendido la postura de Israel en cuestiones políticas y he sido criticada por ello, que supongo que a ti te pasa igual cuando expresas delante de tus seres queridos o conocidos tu amor por Israel. Sé lo que se sufre al estar en un medio que, de repente, se volvió lejano y extraño a ti. Me consta lo complicado que es hacer entender a los demás que se te han abierto los ojos, y la frustración de saber que en el fondo no están viendo lo que HaShem te permite ver a ti porque decidiste abrirte a la verdad  de una vida lejos de la idolatría y el engaño.

Me alegro, amigo noájida, de que estés ahí. Me siento orgullosa de ti, de tus esfuerzos diarios por no seguir adorando a quien no se merece ser adorado. Siento una dicha enorme cuando hablo contigo y me dices lo que ha cambiado tu vida desde que te diste cuenta de que HaShem ha estado siempre ahí en Su unicidad, esperando a que tú le recibieras en tu corazón.

Sé que ahora tu vida es diferente y está llena de color. Me cuentas cuando hablamos que has dado un giro completo y que te sientes feliz contigo mismo, que encontraste por fin la paz interior. Sé que me respetas como judía y que eres consciente de la importancia que tiene en este mundo el pueblo elegido.

Valoro cada una de nuestras conversaciones, en las que podemos hablar libremente de la supremacía de HaShem, de la forma tan maravillosa que tiene de orquestar nuestras vidas y ponernos a cada uno en el momento y lugar precisos para que nos acerquemos cada día más a Él. Comparto contigo mis anécdotas de los comienzos en el judaísmo y tú me cuentas historias parecidas, situaciones similares que comprendo perfectamente porque en mayor o menor medida se parecen a las mías propias.

Te agradezco que no pienses que me siento superior a nadie, que comprendas que cada uno tiene un camino en esta vida por el que transitar y que estemos ambos felices con el sino que nos ha tocado vivir. Me toca a mí ahora darte las gracias por ser agradecido y siempre tener una palabra amable para valorar las explicaciones que te doy sobre el judaísmo, sobre la Torá, sobre la emuná.

Agradezco a HaShem que nos haya puesto en contacto, que haga posible que a través de estos medios de comunicación internautas estemos comunicados y podamos conocernos. Te deseo todo el éxito del mundo  y la bendición de HaShem en tu camino.

Si tienes alguna pregunta o quieres compartir tu historia o inquietudes, escríbeme a tali.mandel.18@gmail.com