Encontrándonos

Esta semana es el cumpleaños de Rabí Najman de Breslev, Rosh Jodesh Nisan, el primero de Nisán. Rabí Najman nos enseña que Hashem tiene un objetivo muy claro al preguntarle a cada persona: “¿Dónde estás?”. Es para que cada uno de nosotros lleve a cabo una auto-evaluación de su actual nivel espiritual. O sea, Hashem quiere que nos encontremos a nosotros mismos. ¿Qué significa eso?

¿Acaso somos conscientes de los peligros de la vida? ¿Somos conscientes de nuestras debilidades y de nuestras mayores tentaciones? El que no percibe el peligro es el más vulnerable y no puede proceder sin tomar precauciones, porque es candidato a cometer una gran falta. No se puede hacer teshuvá a menos que se perciba el peligro y su propia susceptibilidad. La verdadera teshuvá resulta de la sinceridad y de la total conciencia.

Supongamos que un hombre peca con los ojos, mirando cosas que están expresamente prohibidas por la Torá, como por ejemplo, la mujer del vecino. Él no se da cuenta de que sus propios ingresos, su paz matrimonial, su memoria, el éxito de sus hijos, el amor a la Torá y toda su conexión con Hashem dependen de que cuide los ojos. No se da cuenta de lo cerca que está del peligro del divorcio, la arrogancia y la herejía si no se cuida. Explica el Rabí Moshe Jaim Luzzatto en La Senda de los Justos que la mala inclinación amortigua los sentidos espirituales de la persona, porque todo individuo siente un tremendo remordimiento en el momento en que peca y directamente abandona todo comportamiento pecaminoso. El que ignora el peligro no puede ser prudente.

Una vez que el individuo se da cuenta del daño que está causando al no cuidar los ojos, puede empezar a confesarle a Hashem sus faltas desde una posición de verdad: “Hashem, ¿qué puedo hacer para frenar esta constante necesidad de mirar a mujeres? Por favor, Dios mío, Te pido que tengas compasión de mí y me ayudes a darme cuenta del tremendo daño que me estoy causando a mí mismo. No me dejes negarme a reconocer mis faltas, porque la mala inclinación dice: ‘¿Qué problema hay?’. Lamento tener que decir que de no ser por el hecho de que voy a sufrir una tremenda humillación en el mundo venidero, yo tendría los ojos dando vueltas por todas partes. Esta es mi situación actual, Hashem. Lo siento, pero esa es la verdad. Yo sé que me estoy dañando a mí mismo y que es una estupidez. Y sé también que por más que lo intente, voy a seguir cayendo en lo mismo. Por eso Te pido que me ayudes, Hashem, yo no puedo hacer esto solo. Dame un nuevo corazón y un nuevo cerebro sin todos esos deseos obscenos. Ayúdame a ser la persona que Tú quieres que sea!”.

Hashem ama esta clase de sinceridad. No importa cuál sea tu debilidad, el ejemplo citado es un modelo muy efectivo para hablar con Él. Habla con Él de esta manera y recuerda que la honestidad y la sinceridad son la clave para una relación sana con Él. No te engañes: reconoce los peligros espirituales que estás enfrentando y busca la ayuda de Hashem.

Los grandes tzadikim, como Rabí Natan de Breslev, sobresalieron por su conciencia espiritual y por su cautela, alejándose del pecado y de la tentación. Ellos sabían que sus logros eran un regalo de Hashem y al igual que todos los demás, corrían peligro de caer en cualquier momento. Es por eso que rogaron tanto para recibir la ayuda de Hashem. Tú también haz como Rabí Natan y empieza a desahogarte con Hashem y a derramar todo lo que te pesa en el corazón. No hay mejor sensación en todo el mundo!