Tu pareja: amigo o enemigo?

Hay una frase que me encanta y que dice así: “Cuando no logramos controlar nuestras propias emociones, tratamos de controlar la conducta de los demás”

3 Tiempo de lectura

Yehudit Channen

Posteado en 04.04.21

Hay una frase que me encanta y que dice así: “Cuando no logramos controlar nuestras propias emociones, tratamos de controlar la conducta de los demás”.

 

Esto me ayuda a entender por qué nos empecinamos tanto en taparle la boca a todo aquel que desafía nuestra paciencia, nuestra auto-estima y nuestra fe.

 

Recuerdo que en mi infancia, cuando mis hermanos y yo nos peleábamos, mi mamá nos mandaba a distintas habitaciones, porque no podía soportar las peleas. Yo entiendo que haga eso a veces, pero no siempre.

 

Eso termina con la pelea pero no resuelve nada y no deja que los hermanos resuelvan la situación ellos mismos.

 

En mi familia nunca se habló abiertamente de temas controversiales y rara vez vi a mis padres discutir o negociar un conflicto. Uno de los principales objetivos en mi familia era siempre evitar agitar la colmena, y en especial si se trataba de mi padre… Mi casa era como un campo minado. Nadie quería que le explotaran la cabeza con la bomba de una crítica no constructiva…

 

Siendo una joven adulta, yo solía encerrarme en mi caparazón cada vez que alguien me ofendía y me llevó mucho tiempo aprender a hablar cuando alguien me hería.

 

El matrimonio es una forma certera de aprender.

 

Al principio de nuestra convivencia, yo esperaba que mi marido me leyera la mente y el lenguaje corporal. No quería explicar cómo me sentía.

 

Le demostraba que estaba enojada actuando con frialdad. Pero Dios en Su infinita sabiduría me dio un marido que no se da cuenta mucho de las cosas, un poco obtuso…. Yo tenía literalmente que tirar los platos desde la otra punta de la cocina rumbo a la pileta para que a él se le ocurriera preguntarme “¿Estás bien?”, y entonces yo le gruñía: “Sí, estoy lo más b-i-e-n!”.

 

Mi marido, se lo tomaba al pie de la letra y se iba muy tranquilo a seguir con sus cosas. Yo aprendí muy rápido que él no era fácil de manipular. Y poco a poco aprendí que había una forma mejor de comunicarnos. Básicamente tenía que deletreárselo para que entendiera. Tenía que “confesarle” que me sentía desatendida, preocupada o enojada, lo cual era exactamente lo opuesto de la forma en que me había criado. Admitir todas esas emociones vulnerables me daba mucha vergüenza. Prefería tener una imagen mucho más fuerte de mí misma.

 

Me llevó mucho tiempo aprender a confiar en mi marido. Estaba acostumbrada a juzgar todo lo que me rodeaba y sentir que era imperfecto. Yo sabía que mi marido me amaba antes de casarnos, pero después empecé a tener dudas. Si me amaba, entonces por qué no entendía mis reglas de comunicación?

 

Tener que explicar mi forma de reaccionar me forzó a examinar mis reacciones. Empecé a darme cuenta de con cuánta facilidad y con cuánta frecuencia yo pensaba que él me estaba “buscando”… Si él no estaba a la altura de mis expectativas respecto a cómo un marido debía actuar, me sentía herida y humillada. Siempre sospechaba de malicia de su parte, cuando nada de eso existía en la realidad y siempre me estaba protegiendo a mí misma hasta de la menor crítica.

 

Tuve que empezar a ser menos sensible porque Hashem en Su infinita sabiduría me dio un marido que no sobresale por su tacto. Él es más bien del tipo de personas que dice lo que siente sin pensar demasiado, que dispara las palabras de la boca.

 

Yo empecé a ser menos defensiva, porque entendí que él no actuaba con mala intención cuando me hacía preguntas. Él simplemente tenía curiosidad o trataba de entablar una conversación. Tal vez él necesitaba más información. Pero yo nunca estuve bajo interrogatorio y él no era de la KGB. Él era mi amigo!

 

Hace falta tiempo para construir la confianza entre marido y mujer. Hace falta tiempo para sentir realmente que están los dos del mismo lado. Y si te hirieron en el pasado personas en las que pensabas que podías confiar, entonces va a ser doblemente difícil. Trata de recordar que tu esposo no es tu enemigo. Tu esposo te lo eligió en forma especial a ti tu Creador. Tu esposo es el que te va a ayudar a diseccionar tus propias percepciones. No pierdas la oportunidad de desarrollar una nueva realidad. No lo sofoques. En lugar de eso, trabaja contigo misma(o) hasta que logres tener el matrimonio que siempre anhelaste. Es posible!!

 

Escribe tu opinión!

Gracias por tu respuesta

El comentario será publicado tras su aprobación

Agrega tu comentario