Sigue intentándolo

La Torá nos enseña cuánto nos ama Hashem cuando tratamos de alcanzar nuevos niveles espirituales, aunque no tengamos éxito. Cuando simplemente decimos que queremos hacer el intento pero buscamos toda clase de excusas para no hacerlo, entonces esa intención inicial no puede dar frutos. Sin embargo, cuando demostramos la autenticidad de ese deseo haciendo algo al respecto, Hashem se queda muy impresionado. ¿Por qué? Porque les estamos dando credibilidad a nuestros sueños, a nuestros deseos y nuestros objetivos. La hishtadlut (esfuerzo) es lo que quiere Hashem aunque al final el resultado no sea exitoso, aunque fracasemos. El hecho de que hicimos el intento le causa mucha felicidad al Creador.

Es por eso que debemos evitar decir “Es demasiado tarde”. Cuando Hashem ve que estamos comprometidos con nuestro objetivo y que ponemos lo mejor de nosotros mismos por alcanzarlo, Él también hace Su parte y nos ayuda. Es como dice el refrán: “Hashem ayuda a aquellos que se ayudan a sí mismos”. Jamás debemos darnos por vencidos. Hashem bendice nuestro compromiso de hacer lo que haga falta. Primero tenemos que asegurarnos de que tengamos objetivos loables y luego poner toda la energía en alcanzarlos.

¿En qué parte de la Torá aprendemos que Dios espera que hagamos el intento y no busquemos excusas? En el libro de Éxodo, cuando Moisés no sabía cómo hacer la menorá de un solo bloque de oro. La menorá debía usarse para el sagrado Mishkán, el Tabernáculo portable que tenían los israelitas en el desierto. Dios le mostró a Moisés un diagrama para ayudarlo. Moisés trató de hacer la menorá de acuerdo con el diagrama pero no lo logró. Una vez que Moisés hizo el intento, Dios arrojó el bloque de oro al fuego. Milagrosamente, la menorá salió del fuego ya formada. A partir de esta historia aprendemos que Dios esperó a que Moisés tratara primero de hacerla, antes de ir en su ayuda. Aunque Moisés no tuvo éxito en su intento, Dios lo bendijo por su esfuerzo.

Otro ejemplo en la Torá que demuestra el aprecio que siente Hashem por el esfuerzo que hacemos está en la lista de materiales que hacían falta para la construcción del Mishkán (Parashat Trumá en el Librio de Éxodo). Los materiales estaban alistados en orden descendiente de acuerdo con su valor. Los más valiosos estaban primeros seguidos por los menos valiosos. El orden era: oro, plata, cobre, lana, lino, pelo de cabra, cueros de animales, especias, y piedras ónix junto con otras piedras preciosas. El orden no parece ser muy lógico, ya que las piedras de ónix son las más costosas. La Guemará afirma que estas eran traídas a los líderes de las tribus encima de las nubes junto con el maná. Como las piedras les fueron dadas al pueblo judío de regalo y no como resultado del trabajo ni del esfuerzo de ellos, ni de su pérdida monetaria ni de su sacrificio, no eran tan valiosas ante Hashem. Y por eso fueron colocadas al final de la lista.

Hashem quiere nuestro esfuerzo: que hagamos un sacrificio para lograr los objetivos que salen del alma. Los demás ítems de la lista llegaron con sacrificio: la voluntad del pueblo de dar, de contribuir a algo más grande que ellos mismos. Es la motivación interna la que marca la grandeza de una persona. Eso es algo interno. La expresión externa, el resultado final, no Le importa tanto a Dios. Si tenemos el corazón en el lugar correcto, si hacemos lo que es apropiado y nos esforzamos por alcanzar objetivos sanos a través de nuestro esfuerzo, Hashem, que conoce nuestras intenciones, y los motivos ocultos por los que hacemos cada cosa, decidirá si tendremos o no éxito.

Tanto si el resultado es el que esperábamos como si no, no es tan importante. Lo que importa es el valor de las intenciones que tengamos. No tenemos que buscar excusas – tenemos que hacer nuestra parte. Cuando la gente se enfoca en los objetivos de alto nivel que benefician a la humanidad y da su parte, traen más luz y más bendición a un mundo que desesperadamente necesita un cambio.