Por siempre juntos

Cuando crecí y perdí el camino, me volví cínica y me hastié de todo. Olvidé mi conciencia de Dios

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Yehudit Channen

Posteado en 04.04.21

Cuando yo tenía aproximadamente seis años, recuerdo que me escapé de mi casa. No recuerdo por qué, pero probablemente me había peleado con mi hermano o alguien había herido mis sentimientos. Fui y me escondí debajo de un arbusto que había cerca de mi casa. Allí me quedé sentada algunos minutos pensando: “Nadie en todo el mundo sabe dónde estoy, salvo Dios”. Esa fue mi primera epifanía, la primera vez que entendí que Hashem y yo estábamos juntos y que de Él nunca me iba a poder esconder. Me sentía feliz y segura y el hecho de sentirlo me parecía lo más natural.

 

Cuando crecí y perdí el camino, me volví cínica y me hastié de todo. Olvidé mi conciencia de Dios pero al final la recuperé. Y por eso doy eternamente las gracias. El hecho de estar con Hashem hace que me maraville de todo, incluso de los aspectos más mundanos de la vida.

 

Al saber que Él siempre está creando desafíos para facilitar nuestro crecimiento espiritual, la vida se vuelve muchísimo más llena de sentido. Al preguntarte qué es lo que Dios quiere de ti, mientras transcurre el día, te mantiene alerta y yendo en la dirección indicada.  Su voluntad es tu brújula y en esta vida llena de laberintos, ciertamente la necesitas!

 

Cada persona quiere sentirse significativa. Cada uno quiere sentirse especial e importante. Con Hashem como nuestro coreógrafo personal, cada uno de nosotros puede ser la estrella de su propia película!

 

Tú eres el único que decide cómo vas a reaccionar ante lo que te sucede, lo que dicen o hacen los demás. Con el libre albedrío, podemos ser los guionistas de nuestras vidas, agregando capítulos a nuestras autobiografías a medida que vamos avanzando en la trama. Estos capítulos pueden ser aburridos, inspiradores o estúpidos. Y reflejan la forma en que vivimos la vida.

 

 

Hace poco me llamó una mujer joven que acababa de mudarse a un barrio nuevo. Y le estaba costando adaptarse debido a que la gente era diferente a lo que estaba acostumbrada. Le costaba ser la “nueva vecina” en vez de la “veterana” que era antes.

 

Las dos juntas hicimos un plan de acción basado en lo que ella sentía que Dios esperaba de ella.  Analizamos los motivos por los cuales se sentía molesta y tratamos de entender de qué manera esa incomodidad podía ayudarla a crecer en su desarrollo emocional y su relación con Dios. Al tener emuná en que Hashem nos coloca allí donde debemos estar para nuestra rectificación personal (tikún) hizo que el ajuste al nuevo barrio se transformara en una misión divina.

 

Vivir junto a Dios hace que la vida esté llana de entusiasmo. Y ser conscientes de Su bondad nos da fuerzas. Y como los niños, podemos encontrar seguridad en el Creador, que siempre sabe exactamente dónde estamos.

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