Cuidado con las expectativas!

No pienses que a tu marido no le importas. Cada familia tiene su propio estilo y sus propias circunstancias...

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Yehudit Channen

Posteado en 15.03.21

Me acuerdo de cuando me enfermé de gripe, poco después de casarme. Estaba en la cama, débil, dolorida y sola. Pasaban las horas y yo todo el tiempo me preguntaba dónde estaba mi marido. Por qué no venía a ver cómo me sentía. Yo necesitaba que él me ofreciera una taza de té, una manta, una aspirina. ¡Necesitaba que entrara a la habitación a ver si yo todavía seguía con vida! ¿Qué demonios era esto? ¿Cómo podía ser tan indiferente? ¿Con qué clase de despiadado me había casado?

 

Cuando por fin logré salir de la cama, como una zombi en camisón y con todo el pelo despeinado, lo encontré sentado en la cocina bebiendo una taza de café. Estaba encantado de verme, pero eso no duró mucho. ¡Lo volví loco! Qué sermón le di acerca de cómo un marido tiene que atender a su mujer….  Mi marido estaba en estado de shock. Él me había dejado sola en la habitación a propósito, para que yo pudiera descansar. Había hecho un sacrificio ENORME quedándose solo en la cocina sin que yo le preparara el desayuno. Él estaba shockeado por mis acusaciones. Y yo estaba shockeada de que él estuviera shockeado.

 

Tardamos bastante en resolver el problema. En mi casa, los enfermos recibían mucha atención. Los acomodaban con almohadones para que estuvieran cómodos, y los tenían siempre enfrente, para que todos pudieran estar bien preocupados y hablar constantemente de él o de ella. Les servían té con tostadas en una bandeja junto con libros de historietas y el control remoto. La mesita de luz se transformaba en el departamento de equipamiento médico con el termómetro, los analgésicos, el Vicks Vapor Rub, las pastillas para la tos con sabor a cereza, los pañuelos de papel y un balde con hielo cerca. Incluso mi papá, que por lo general estaba distante, demostraba interés excesivo. La verdad que es un milagro que no haya vuelto una hipocondríaca con toda la diversión que implicaba estar enfermo.

 

Cuando mis niños eran pequeños, yo hacía lo mismo con ellos. El living se transformaba en su reino y en medio de su resfrío y de la fiebre, podían estar al tanto de lo que pasaba en casa y dar órdenes. ¿Cómo era posible que alguien abandonara a un enfermo en otra habitación y lo dejara solo con su tos y con sus estornudos? ¿Qué iba a hacer el (o la) pobre si necesitaba un vaso de jugo de naranja? ¿O un mazo de cartas?

 

No logré entender la forma en que reaccionó mi marido a mi enfermedad hasta que él no me explicó que en SU casa, los enfermos se quedaban a solas en su habitación tranquilos para que pudieran curarse. Nadie debía molestar al paciente hasta que este saliera por sus propios medios de la habitación. Mi marido sencillamente estaba haciendo lo que hacían todos en su familia. Yo lo había malinterpretado. No había actuado con mala intención, ni me había descuidado ni había sido cruel conmigo. Cuando él era todavía un niño y se enfermaba, su mamá, que trabajaba afuera, por lo general ni siquiera estaba en casa para atenderlo. Ya desde muy joven aprendió a arreglarse solo.

 

Y la verdad es que lo hacía muy bien. Cuando nos casamos era él el que sabía cocinar, no yo. Además sabía coser los botones y cuando nació nuestro primogénito (antes de que hubiera Pampers y Huggies), él me mostró cómo cambiar un pañal.

 

No pienses que a tu marido no le importas. Cada familia tiene su propio estilo y sus propias circunstancias.

 

Por lo general la gente no habla de las expectativas que tiene. ¿Acaso son legítimas? ¿Se adaptan a la personalidad de tu pareja, a tu nivel financiero, a tus circunstancias familiares? ¿Son demasiado altas – o demasiado bajas? ¿Las expresaste de manera simple y sin acusaciones? ¿O son demandas neuróticas? Lo bueno no es bueno cuando uno espera algo mejor.

 

Al conocer las respuestas a estas preguntas vas a poder ayudarte a ti misma y a tu esposo a sentirse valorados y satisfechos. Cuidado con esas expectativas tácitas o irrealistas. Muchas veces pueden ser un obstáculo para la paz.

 

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1. Amada

3/07/2019

Que excelente la guía.

La lectura me saco muchas sonrisas; en mi familia, cuando eramos niños, teníamos cuidados, "pero", con mucho enojo por parte de nuestra madre, ya que estar enfermos, significaba un gasto de dinero inesperado, aunque vivíamos holgados,.. yo era una niña muy enfermiza y pensaba que le daba muchos gastos a mis padres. Hoy se que cuando uno está atravesando por una enfermedad, es bueno tener espacio y cuidados, los dos a la vez, espacio para poder toser a gusto y cuidados para sentirse amados.

2. Amada

3/07/2019

La lectura me saco muchas sonrisas; en mi familia, cuando eramos niños, teníamos cuidados, "pero", con mucho enojo por parte de nuestra madre, ya que estar enfermos, significaba un gasto de dinero inesperado, aunque vivíamos holgados,.. yo era una niña muy enfermiza y pensaba que le daba muchos gastos a mis padres. Hoy se que cuando uno está atravesando por una enfermedad, es bueno tener espacio y cuidados, los dos a la vez, espacio para poder toser a gusto y cuidados para sentirse amados.

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