Citas catastróficas

Actualmente estoy trabajando con un joven que acaba de terminar su relación con su novia. Está desolado. Se habían conocido acá en Israel hace un año y tenían una relación muy sólida. Pero al vivir lejos, no podían mantener la relación viva. A esta altura, casarse estaba fuera de cuestión, ninguno de los dos tenían trabajo ni planes para el futuro. Hablaban por teléfono todos los días pero después de cinco meses de no verse, la relación se hizo demasiado difícil de mantenerse. Sus conversaciones se volvieron repetitivas y empezaron las discusiones, empezaron los celos, etc. Cada vez tenían menos en común.

Finalmente, ambos estuvieron de acuerdo en separarse, pero no terminaron bien. Hubo muchas lágrimas y recriminaciones, acusaciones y excusas pobres, todo para cubrir el ego herido y el final de una visión hermosa de un futuro compartido. Mi cliente tuvo que obligarse a sí mismo a dejar de chequear el Facebook de su ex novia y torturarse a sí mismo con las fotos que ella posteaba pasándola genial con otros hombres.

Este joven está tratando de seguir adelante con su vida. Al dejar atrás a su novia está libre de concentrarse en sí mismo y en sus planes para el futuro. Esto está demostrando ser un gran desafío. Su relación anterior le quitó mucho tiempo y mucha energía, distrayéndolo durante casi un año con su triste final.

En muchas maneras, él estaba usando esta relación para evitar enfrentarse a sí mismo.

A mí me cae muy bien este joven. Es inteligente, cómico, sensible y respetuoso, pero también está perdido en la neblina de la sociedad moderna, confundido por la diferencia entre lo normal y lo sano.

Está en conflicto con lo que hace y lo que debería estar haciendo. Se siente solo. Siente que ya “no encaja”.

Todos sus amigos tienen novias. Todas las chicas que él conoce están ocupadas saliendo con alguien. Pero nadie está pensando en matrimonio ni tiene el objetivo de formar una familia y criar a sus hijos para que amen la Torá y amen a Dios.

Las razones por las que mi cliente renuncio a su vida de Torá es algo sobre lo cual estamos trabajando los dos juntos. No es nada fácil. Él tampoco lo tiene claro: él era mucho más feliz estudiando en Israel, rodeado por sus amigos de la yeshivá.

Pero eso es otra historia. Yo ahora quiero referirme a los peligros de tener relaciones románticas antes de estar listos para casarse.

En el caso de mi cliente, él invirtió un año entero en una relación que terminó con mucho dolor y frustración. Todo el tiempo que pasaron juntos, toda la confianza que habían construido y las cosas íntimas que compartieron quedaron todos en la nada. Hasta los buenos recuerdos fueron eclipsados por los sentimientos de vergüenza y traición, cuando se dieron cuneta de que sus expectativas eran inmaduras e irrealistas, que habían dado demasiado de ellos mismos.

En la cultura moderna norteamericana, los jóvenes de veinte años no se casan.

Yo siempre le voy a dar las gracias a Hashem de que mis propios hijos se hayan salvado la angustia de un joven corazón destrozado por amor.

Siempre voy a dar las gracias de que mis hijos casados jamás tuvieron noviazgos de largo término que terminaron en amargura y humillación. Jamás tuvieron el corazón roto ni se lo rompieron a nadie. Gracias por el hecho de que llegaron al matrimonio libres de cargas pasadas y un pasado doloroso.

La Torá establece que nos ponemos de novios solamente para casarnos.  Somos muy selectivos acerca de con quién salimos y tratamos de limitar la cantidad de personas con las que salimos y el tiempo que invertimos. Hashem, en Su deseo de protegernos, nos da la guía indicada en la misión tan importante de encontrar pareja. Está prohibido tocarse antes de casarse, y esto protege especialmente a las mujeres, que suelen entregar su corazón junto con su cuerpo. Todos ellos se ahorran mucho dolor. Y desde que empiezan a salir logran concentrarse en construirse a sí mismos como personas.

Por su parte, los jóvenes que salen por diversión están yendo inevitablemente al desastre, porque si no es para siempre, no es “diversión”.