Los cambios llevan tiempo

Somos la generación de la velocidad. Todo lo que hacemos, lo hacemos rápido y cuanto más rápido, mejor.

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Dr. Zev Ballen

Posteado en 15.03.21

Somos la generación de la velocidad. Todo lo que hacemos, lo hacemos rápido y cuanto más rápido, mejor.

 

Fíjate en tu propia vida: estás presionado por tiempo. Te lleva tiempo cepillarte los dientes e incluso más pasarte el hilo. Ducharte, vestirte, sentarte cuando comes, leer, rezar, PENSAR – todo lleva tiempo! Sin tiempo para pensar estamos escapándonos del tesoro interno que ya poseemos. La raza humana corre contra el tiempo, ciega por la seducción de la velocidad.

 

Michelle estaba ya harta de esta clase de vida. Y se convirtió en noájida. Ella cree en Hashem y cumple lealmente los Siete Preceptos Noájidas. Ella descubrió la emuná a través de las enseñanzas del Rav Shalom Arush y su discípulo en inglés, el Rabino Lazer Brody. Pero Michelle, como la mayoría de nosotros, es un producto de la Era de la Velocidad y por eso, incluso cuando se trata de crecimiento espiritual, que es algo que hay que cultivar poco a poco, ella quiso tener emuná enseguida.

 

Michelle tiene una historia de graves depresiones con tendencias suicidas. Hace quince años, empezó su enfermedad. Ella empezó a oír “voces” que le decían que debía acabar con su vida. Para su propia protección, Michelle fue admitida de urgencia a la sala de psiquiatría del hospital de su zona. Le dieron medicación que la ayudó a retornar a su trabajo y a su función de madre de sus cinco hijos. Dos veces durante esos años Michelle intentó dejar de tomar los medicamentos psiquiátricos, mas sin éxito. En ambas ocasiones, su estado de ánimo se vino abajo y entró en lo que se denomina un estado “vegetativo catatónico”: dejó de hablar, de comer y casi dejó de moverse. Tirada en la cama, como si fuera una estatua, Michelle lloró durante días hasta que finalmente sus hijos la llevaron al hospital. Allí le inyectaron los medicamentos que necesitaba pero tardó muchos meses en recuperarse, incluso después de que la medicina alcanzó un nivel terapéutico en su organismo.

 

Cuando Michelle se puso en contacto conmigo, otra vez había dejado de tomar los medicamentos. Igual que antes, su estado mental empezó a descompensarse. Lloraba excesivamente y pasaba más tiempo en cama que con sus hijos. Estos hicieron una cita con un psiquiatra pero ella se negó a ir porque entonces eso significaría que “su emuná era débil”. Pero a pesar de que ella seguía sumiéndose en la oscuridad de una grave depresión, Michelle me preguntó si al aceptar ir al psiquiatra y volver a tomar los remedios significaba que ella no confiaba en que Hashem podía curarla. Me dijo que había estado haciendo una hora de plegaria personal a diario durante más de un año. Y quería saber por qué necesitaba seguir tomando los remedios. Por qué sus rezos obviamente no le estaban sirviendo para terminar con la depresión incluso después de un año.

 

Yo la felicité por su esfuerzo de integrar emuná y rezos a su vida pero le dije que obviamente ella no estaba lista para dejar los remedios. Le expliqué que cuando Rabí Najman de Breslev le decía a la gente que no fuera a los médicos, eso había sido hace 200 años y que no hablaba de personas como nosotros sino que se estaba dirigiendo a una élite espiritual, de grandes discípulos que habían alcanzado enormes niveles de emuná tras años de estudios intensivos y muchísimas plegarias. Le dije que si Rabí Najman de Breslev estuviera vivo hoy ciertamente le diría que fuera a su cita con el psiquiatra.

 

Michelle quería estar segura y quería escuchar la opinión del Rabino Shalom Arush, así que le transmití al rabino su pregunta. De hecho el Rav le dijo a Michelle que continuara construyendo su fe, pero que también debía aceptar que Hashem no quería que dejara de tomar los remedios. Eso no quería decir que ella tuviera que pensar que tenía una enfermedad incurable y que iba a tener que tomar remedios por el resto de su vida. Si ella seguía esforzándose en su trabajo espiritual, era posible que sí podría en algún momento dejar los remedios. Esta clase de decisión nunca debe tomarse sin consultar al mismo tiempo a un rabino calificado y a un médico especialista.

 

El mundo vive en extremos “excitantes”. Pero en la vida no hay atajos, especialmente cuando se trata del servicio Divino. Para vivir con completa emuná hace falta un total cambio de identidad y de estilo de vida. Toda la perspectiva de la persona debe cambiar y esto no puede hacerse en unos cuantos minutos.

 

Para que la persona pueda recibir la luz de Hashem, uno no puede estar en un estado de movimiento rápido. Su alma debe estar en un estado de calma. La forma más rápida de llegar a Hashem es yendo paso a paso, construyendo poco a poco y no saltando hasta el próximo escalón sin haber recibido la guía de un guía espiritual competente. Esto se aplica no sólo a las personas con historial psiquiátrico sino a todos nosotros.

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