Dignidad en la familia

La dignidad humana es algo que siempre debería formar parte de nuestra conciencia. Se cuenta que la gente le solía preguntar al sabio Jazón Ish: “¿Cuál es el pináculo del nivel espiritual que una persona puede alcanzar en este mundo?”. Y él respondió: “Pasar setenta años en este mundo sin hacerle daño a nadie”. La prioridad número uno es tener cuidado de no hacerle daño ni a tu pareja ni a tus hijos. Tus hijos son las criaturas de Hashem, al igual que tu pareja. Nadie tiene derecho a hacerles daño.

El judaísmo se enfoca en la relación entre cada persona y su prójimo. Promueve la paz y alienta al hombre a honrar y respetar a su esposa. Por lo tanto, siempre recomendamos que cada hombre lea el libro En el jardín de la paz para aprender a honrar a su esposa y evitar causarle pena. Asimismo, cada mujer debería leer La sabiduría femenina para aprender a honrar a su esposo de la manera debida. Y ambos padres deberían leer Educación con Amor para aprender a criar a sus hijos en un ambiente cariñoso y positivo. Mucha gente comete graves errores en la educación de sus hijos, porque la mala inclinación le dice a la persona que está bien atormentar a su hijo para educarlo. Eso es absolutamente falso.

Jamás atormentes o causes pena a tu hijo! Hay padres que han destruido la vida de sus hijos. Es verdad, si sufres a causa de tus hijos porque no te hacen caso, ten paciencia y reza por ellos. No los critiques ni los reprendas y obviamente no los humilles. Cuando los padres hacen todas estas cosas, están debilitando el espíritu de sus hijos y privándolos de las herramientas que necesitan para salir adelante en la vida y para tener éxito. Cada padre y cada madre deben educar a sus hijos en forma positiva y productiva. Este es el pináculo de cada padre y cada madre – cuando pueden afirmar: “Hoy no le causé ningún daño a nadie, incluyendo a mis propios hijos”.

Tenemos que estar todos unidos, como una sola persona con un solo corazón. Y la única manera de lograr esto es por medio de  la emuná. Una vez que todos alcancemos una emuná completa, estaremos listos y dispuestos a ayudarnos los unos a los otros, a tener compasión los unos de los otros y a ceder, evitando alzar el tono de voz, pase lo que pase.

Incluso es malo hablarles mal a los objetos inertes, como por ejemplo, las piedras. El Midrash explica un pasaje que alaba a los kohanim por estar bien vestidos delante del altar sagrado: “Los kohanim no deben faltar el respeto a las piedras del altar. Y si debemos respetar las piedras, que no poseen intelecto ni la capacidad de discernir entre el bien y el mal, entonces cuánto más debemos cuidarnos de preservar la dignidad de los demás seres humanos”.

El Rebe de Kosov solía decir: “Hay personas que se estremecen de sólo pensar en comer un huevito de gusano pero no tienen absolutamente ningún problema en tragarse vivo otro ser humano y chuparle la sangre”. El rebe Jaim de Zanz solía decir: “La Torá prohíbe comer la sangre de un animal o ave y cuánto más prohíbe consumir la sangre de un humano…”.

En primer lugar, para tener un buen carácter, la persona debe poner a fin a todo comportamiento prohibido tal como hablar mal de los demás. Cuando la persona se ve a sí misma como parte de la sociedad y no como un egoísta solitario, se está conectando con las demás almas y comienza a conectarse con la Torá. No puede tener una conexión con la Torá si le falta conexión con otras almas, porque cuando la Torá fue dada en el Monte Sinaí, las almas de todo el pueblo judío eran como una sola nación con un solo corazón. Esta bella hermandad es el prerrequisito necesario para alcanzar la emuná, así como realzar la conciencia espiritual en el mundo de que no existe nada fuera de Hashem.