El secreto de Rothschild

¿En qué consistía el enorme tesoro que Reb Rothschild mantenía oculto en una habitación sellada?

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Grupo Breslev Israel

Posteado en 24.09.24

“No adquirirá mucha plata ni oro” (Devarim 17:17)

No puedes llevártelo contigo

Reb Tzvi de Rudnick relató una historia, que una vez escuchó de un rabino muy respetado, que era muy amigo de Reb Shimon Wolf Rothschild, el filántropo de fama mundial. Un día, Reb Shimon invitó a su amigo a su finca palaciega para que inspeccionara todas las habitaciones y ver si notaba algo en ellas que no fuera apropiado según la Torá.

Sin embargo, una de las habitaciones tenía el acceso prohibido. La puerta estaba cerrada con cadena y nadie podía entrar-  bajo ninguna circunstancia. Todos sentían curiosidad por esta habitación e imaginaban que había un tremendo tesoro escondido tras aquella puerta.

El rabino también sintió curiosidad y le imploró a su anfitrión que le permitiera entrar. Finalmente, Reb Shimon accedió. Cuando finalmente entró en la habitación, vio lo que se guardaba tras aquella puerta cerrada: un ataúd cubierto de mortajas con un Tehillim al lado.

El rabino le pidió una explicación.

Reb Shimon le contestó que alguien como él, o sea, un hombre tan poderoso, con tantos poderes y riquezas ilimitadas, puede olvidar fácilmente el inevitable final que le espera. Por eso, cada Rosh Jodesh, él se encerraba en la habitación, se ponía las mortajas, se tumbaba en el ataúd y recitaba el libro entero de Tehillim.

“Esta práctica -explicó- me recuerda que llegará un día en que me encontraré en esta situación. Mi honor, mi riqueza y otras posesiones mundanas ya no me servirán de nada”. Como enseñaron los Sabios en Pirkei Avot (6:10), cuando alguien fallece, no puede llevarse consigo su riqueza. Lo único con lo que se va de este mundo son sus mitzvot y sus buenas acciones.

Humildad

Cada persona debe tener cuidado de no permitir que su riqueza o su éxito le creen un sentimiento de altivez y superioridad. Uno nunca debe pensar que “Mi propio poder y la fuerza de mi propia mano me han obtenido esta riqueza…” (Devarim 8:17) Más bien, debe recordar que todo lo que tiene es un regalo de Hashem.

Podemos ver claramente que la riqueza no depende de las habilidades, talentos, inteligencia o ética de trabajo de una persona. Hay muchas personas ricas que son perezosas y no son las más brillantes. Y hay muchas personas que viven en la pobreza que son trabajadoras y muy inteligentes. Shlomo HaMelej, el más sabio de todos los hombres, dijo (Kohelet 9:11): “Ni el sabio tiene pan, ni el entendido tiene riquezas…”.

Incluso cuando vemos a alguien que tiene éxito porque es inteligente, sus capacidades intelectuales son también un regalo de Hashem.

Incluso las personas buenas y temerosas de Dios pueden perder todo su nivel espiritual si permiten que su riqueza las vuelva altaneras y arrogantes.

El pasuk enseña (Devarim 32:15), “Y Yeshurun engordó y se rebeló…” El Jidushei HaRim de Gur señaló, que el nombre “Yeshurun” se utiliza para describir a Bnei Israel cuando están en un estado espiritual exaltado. ¿Por qué, entonces, da la impresión de que el versículo los está menospreciando?

El pasuk nos está enseñando esta lección que es enormemente importante. Incluso cuando un individuo es justo y ha alcanzado alturas espirituales notables, si permite que su riqueza le haga sentirse superior, entonces que no les quepa duda – puede perder todos sus logros espirituales y Rebelarse contra el Reino de los Cielos, Dios no lo permita.

Espejo y Ventana

Reb Itzjak Isaac de Ziditchov tenía un discípulo muy erudito que era muy hospitalario con sus invitados. De repente se hizo extraordinariamente rico. Con sus nuevas riquezas, construyó un palacio en las afueras de la ciudad. Poco a poco, dejó de recibir gente en su casa; no se permitía la visita de nadie.

Algunos jasidim viajaban a ver el Rebe. Al llegar a la ciudad, se encontraron con una fuerte tormenta que trajo lluvias torrenciales y vientos brutales. Los jasidim se acercaron a la mansión de este discípulo buscando refugio de la tormenta. Sin embargo, este acaudalado jasid no les permitió quedarse en su casa. Así que continuaron hacia el pueblo.

Los jasidim le contaron al Rebe lo sucedido. El Rebe se entristeció profundamente al oír que la riqueza de este hombre lo había privado de su hospitalidad.

El Rebe viajó a la casa de este hombre y allí fue recibido con frialdad. El Rebe levantó un espejo y le preguntó: “¿Qué ves?”.

“Me veo a mí mismo”, respondió. Entonces el Rebe lo llevó a la ventana y le preguntó: “¿Qué ves?”.

“Gente paseando”.

El Rebe le explicó: “Tanto el espejo como la ventana son de cristal. Sin embargo, en el espejo, que está cubierto de plata, sólo logras verte a ti mismo. Pero en la ventana, que es de cristal, logras ver a los demás. Tienes que quitar la plata para poder ver a los demás”.

El Rebe empezó entonces a quitar la plata del espejo.

El Jasid supo inmediatamente a qué estaba aludiendo el Rebe, y le pidió que dejara de arrancar la plata del espejo. Y le dijo: “Rebe, le prometo que a partir de hoy recibiré invitados en mi casa y daré de mi fortuna a los demás”.

El Rebe se detuvo y le advirtió: “No olvides lo que has dicho”.

No aumentes tu ego

Este es el mensaje al que alude nuestro pasuk (Devarim 17:17): “No adquirirá mucha plata y oro”.

Aun cuando uno adquiere plata y oro y se hace rico, no debe permitir que esa plata y ese oro lo “aumenten” -o sea,  que fortalezcan su ego. No permitas que el dinero te haga arrogante. No te sientas superior. Evita esa tendencia natural a crear mayores divisiones entre ti y los menos afortunados.

Recuerda que todo lo que tienes es un regalo de Hashem y que te han dado estos regalos únicamente para que cumplas Su Voluntad.

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