La princesa prometida

Probablemente vieron en su niñez o en su adolescencia o juventud una película llamada “la princesa prometida”. Me encantaba esa película, era como un cuento pero los personajes se salían un poco de lo normal. Tenían un humor diferente y eso me gustaba mucho. Siempre me llamaron la atención los cuentos donde los protagonistas no se comportaban como las típicas princesas pusilánimes que esperan que se lo hagan todo y se lo sirvan cocinado. Por ese mismo motivo me ha gustado mucho Shrek por ejemplo. En lugar de que el sapo se convierta en príncipe, el rey se vuelve sapo y en lugar de que el monstruo se convierta en princesa, la princesa decide permanecer como ogro.

No es que todos los valores que promulgan estas películas deban ser seguidos ni mucho menos que debamos invertir todo nuestro tiempo en ver cine. Pero hay algo que creo que se puede aprender de estas historias, y es que no siempre la elección que los demás hacen o lo que pensamos que es lo que hay que hacer, será el camino que debamos elegir. En mi caso particular, podría haberme quedado en un limbo espiritual sin encaminar mi vida a ningún tipo de conexión religiosa con HaShem. Hubiera permanecido en la ignorancia de pensar que solamente tenía ideas raras en cuanto a la religión ya que me parecía que algo no cuadraba en esa historia que me decían en la iglesia de que hay tres pero son uno solo, etc, etc. Si no hubiera dado el paso de elegir algo diferente, no contaría hoy con las bendiciones que tengo en mi vida. Ahora que lo pienso, no es que haya elegido ser ogro, jajaja, tal vez el símil no sea el más correcto pero me sirve por ahora para describirles cómo se puede elegir un camino diferente al que siempre escucharon, vivieron o dijeron.

Se puede ser noájida. Se puede hacer conversión. Se puede ser diferente a los demás, elegir ser ogro o sapo o princesa arquera o lo que sea, lo importante es moverse y no conformarse con lo que hay alrededor y decir que, simplemente, no se puede luchar contra el destino. Esta es una actitud penosa, porque muchas personas piensan que como experimentaron obstáculos al querer incrementar y fortalecer su vida espiritual, entonces ya es una “señal del Cielo” de que deben seguir apartados de HaShem o no cumplir los preceptos noájidas. No nos engañemos a nosotros mismos, ya somos adultos o mayorcitos para entender lo que está bien y lo que no. Si un ladrón tiene mucho dinero y se arrepiente y quiere dejar atrás su vida, lo más probable es que primero tenga que reponer lo que robó, experimentar pérdidas, ir a la cárcel e incluso sumirse en la pobreza para luego empezar limpio desde cero.

HaShem quiere ayudarnos, en realidad somos su princesa prometida, quiere que nos acerquemos a Él y que elijamos estar con Él. Pero para ello debemos realizar estas elecciones y dejar atrás lo que estábamos haciendo. Debemos entender que lo que se ven como dificultades cuando una persona está arrepintiéndose de lo erróneo que hizo en el pasado y queriendo apegarse al Creador, son solamente actos de misericordia que hace HaShem con esta persona para darle la oportunidad de limpiar su pasado y presentarse ante Él completamente limpio.

Si tenemos una mancha en la camisa de esas que no salen ni a golpes, la lavamos con agua caliente, con agua fría, con lejía, con detergente, con lo que sea porque es nuestra camisa favorita y no queremos perderla. Intentamos todo lo que haga falta, aunque sea tedioso y el proceso dure un tiempo. Traspasen esa idea a las manchas que se hacen en el alma cuando transgrede, nuestro “propietario” hará todo lo posible por quitar esa mancha, porque le gusta lo que hay debajo y quiere que luzca muy bonito. Aunque a veces haya que tomar medidas drásticas…

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