La batalla de tu vida – Vaishlaj

Si vieras cómo tu alma brilla con un resplandor deslumbrante cada vez que superas la inclinación al mal aunque sea en lo más mínimo, te alegrarías de verdad...

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Rabino Lazer Brody

Posteado en 09.12.24

Y él [el ángel] dijo: ‘Tu nombre ya no será Jacob, sino Israel, porque luchaste con el ángel de Dios… y venciste (Génesis 32:29).

¿Alguna vez te has detenido a pensar por qué se nos conoce como “El pueblo de Israel”? Nos referimos a nuestra nación como un todo, que incluye a nuestros hermanos dondequiera que estén, como Klal Israel, la Asamblea, o población general de Israel. No importa si estás en Londres, Nueva York, Buenos Aires o Hong Kong, si eres judío y no has renunciado voluntariamente a tu judaísmo, Dios no lo quiera, siempre formas parte de Klal Israel, la Asamblea de Israel.

¿Por qué el nombre “Israel”? ¿Por qué no referirse a nuestro pueblo como “El Pueblo Judío”? La famosa canción que todo el mundo canta en todo el mundo es Am Israel Jai, la Nación de Israel vive. ¿Cuál es el significado intrínseco de referirnos a nosotros mismos como la “Nación de Israel” en lugar de “El Pueblo Judío”?

La razón es muy sencilla: mostrar que todos somos descendientes de Jacob, cuyo nombre se cambió por el de Israel después de que luchara toda la noche con un ángel de Dios. Ese ángel, tal como nos dicen nuestros sabios, era la propia inclinación al mal, el ángel de Esav. Una vez que Iaakov venció al ángel, Esav perdió todo poder sobre él. Por lo tanto, Israel fue un campeón de lucha libre; al amanecer, después de luchar toda la noche, se situó en el círculo de ganadores más grande que la historia haya conocido, recibiendo la medalla de oro del mismo ángel de Hashem que perdió la final contra Jacob, ahora llamado Israel.

Los judíos de todo el mundo nos referimos a nosotros mismos como la Nación de Israel, porque todos somos luchadores también. En realidad, somos más que luchadores: somos luchadores serios, y no me refiero al Krav Maga, los F16 o los tanques Mekava Mark IV. El santo Rabino  Bachiya ibn Pekuda lo explica en la siguiente parábola:

Un hombre sabio saludó a un grupo de jubilosos soldados triunfantes que regresaban de una campaña victoriosa contra sus enemigos, después de haber ganado la última y más feroz batalla de la guerra, sometiendo finalmente al enemigo y trayendo a casa un rico botín. El sabio les dijo: “Su celebración de la victoria es prematura, pues sólo han vencido en la guerra menor. Todavía tienen que librar la guerra más importante”.

Los soldados preguntaron: “¿Qué guerra puede ser más importante que la que ya hemos librado?”.

Respondió el sabio: “La guerra contra la inclinación al mal y sus legiones”.

* * *

Todos pensamos en la inclinación al mal como algo repugnante: y sí – lo es. Pero, al igual que el ángel de Esav, la inclinación al mal es, no obstante, un ángel de Dios. ¿Por qué Hashem nos da una inclinación al mal? Uno no puede ser llamado campeón si nunca superó a la competencia. La gente no pagaría miles de dólares por una entrada para la Super Bowl si sólo hubiera un equipo en el campo. Por lo tanto, cuando llevas el nombre de “Israel” en la tarjeta de identificación de tu alma, significa que te enfrentas a un rival nada fácil. Así como nuestro antepasado Jacob/Israel fue un luchador, nosotros también lo somos. Y la lucha no termina después de diez asaltos, sino que dura toda la vida, 120 años.

La gente a menudo me pregunta: “¿Qué, tengo que luchar toda la vida?”. Sí. Eso forma parte de ser judíos. Somos como mariposas: si no luchamos para salir del feo capullo (una metáfora de las garras de la inclinación al mal), nunca seremos vibrantes ni hermosos. Tal vez te mires en el espejo y no veas a una persona de exquisita belleza, pero si te miraras en un espejo espiritual y vieras cómo tu alma brilla con deslumbrante resplandor cada vez que superas la inclinación al mal aunque sea en lo más mínimo, no sólo te amarías mucho más, sino que te animarías a llevar la batalla al siguiente nivel y lucharías aún más duro. Así que no lo olvides nunca: eres un luchador nato y también eres un campeón. Y muy pronto BH escucharás el mismo mensaje del propio Mashíaj, porque ese es exactamente el mensaje motivacional que nos dará a cada uno de nosotros, pronto y en nuestros días, ¡amén!

[1] Chovot Halevavot (Deberes del Corazón), Shaar Yichud Hama’ase, Cap. 5

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