La Capacidad de Admitir Errores

¿Por qué es tan difícil?

¿Alguna vez se han preguntado por qué es tan difícil para una persona admitir que cometió un error? Solo las personas de verdadera grandeza, realmente especiales, desde su elevado nivel, son capaces de admitir sus errores, de consultar con aquellos que están por debajo de ellos, de escuchar y aceptar la verdad de personas más jóvenes, así como de retractarse de sus palabras cuando es necesario.

Entre las cualidades de un hombre sabio mencionadas en Pirkei Avot está “admite la verdad”, incluso cuando podría argumentar en contra de ella y ganar el debate. Moshé Rabenu hace fuertes críticas contra los hijos de Aarón, pero cuando Aarón discute con él, “Moshé escuchó y le pareció bien.” Sobre esto, los Jajamim dicen: “Admitió y no se avergonzó en decir: ‘No lo escuché’, sino más bien: ‘Lo escuché y lo olvidé’.”

Todos los sabios judíos de todas las generaciones siguieron sus pasos y siempre fueron modelos de admitir errores. Como dice el Pele Yoetz, aceptaban la verdad de quien la decía, incluso del más pequeño de los pequeños, Antes que él, el Jidá escribió: “Admite la verdad, incluso si proviene de la boca de niños.”

En el mundo general también, la capacidad de admitir la verdad es muy apreciada y vista como algo verdaderamente noble, nada fácil de lograr, ya que todos saben la tremenda dificultad que implica. De hecho, hay que ser casi sobrehumano para hacerlo. Pero debemos entender: ¿Por qué es tan difícil?

El Valor Propio

La respuesta es simple. Nuestro valor propio es lo más preciado para nosotros: ¡estamos dispuestos a luchar por él a cualquier precio! La pregunta es qué crea nuestro valor propio, sobre qué se construye.

Entre las naciones, el valor propio se basa en el entorno, en lo que los demás piensan de nosotros, y por eso harán cualquier cosa para evitar quedar mal ante los ojos de los demás, incluso si significa prescindir de la verdad. Para ellos, es algo crucial.

Pero si nuestro valor propio no depende de otras personas, entonces no deberíamos tener problema en parecer o ser evaluados como alguien que comete errores, ya que eso no afecta nuestra autoimagen en absoluto.

Es por eso que el conocimiento inequívoco de que Hashem Itbaraj siempre nos ama, expresado por Rabi Natán en la declaración de que cada judío es querido e importante a los ojos de Hashem, ese conocimiento, cuando uno lo vive plenamente y en lo profundo de su corazón, otorga a una persona un valor propio eterno, absoluto e independiente, dándole confianza en sí misma, sana y real.

Sólo una persona así puede aprender de cualquiera, consultar con cualquiera y, por supuesto, admitir un error sin ningún deseo de ganar y discutir. Así que fueron sólo los más grandes de los sabios, quienes tenían un conocimiento real y completo, los que pudieron admitir la verdad, reconocer sus errores y retractarse de sus palabras cuando era necesario.

Todo Depende de Esto

Por lo tanto, podemos decir que sólo alguien que realmente reconoce su valor propio y no tiene problema en someterse a aquellos que son más pequeños que él, y, por supuesto, someterse a la verdad proveniente de aquellos que son mayores que él, puede realmente someterse completamente al tzadik.

Someterse al tzadik es lo más grande, y todo el judaísmo depende de ello. Como dice Rabenu en Likutei Moharan: “[Es] lo principal y el fundamento del cual depende todo lo demás” – no hay otra expresión como esa en todo Likutei Moharan. ¿Y qué es lo principal? “Conectarse al tzadik de la generación y aceptar lo que dice sobre cualquier cosa, grande o pequeña, sin desviarse, Dios no lo permita, de sus palabras, ni a la izquierda ni a la derecha… Y descartar todas las sabidurías, y dejar de lado su propia comprensión, como si no tuviera inteligencia propia además de lo que recibe del tzadik y rabino de su generación.”

Uno podría malentender el concepto de bitul latzadik (sumisión al tzadik), pensando que la autonegación es el bitul de la importancia propia del discípulo. De ningún modo. ¡Es precisamente lo opuesto! Si no eres consciente de tu propia importancia, ni siquiera puedes comenzar a pensar en bitul hacia el tzadik.

Es por eso que Rabenu dice que “muchos se equivocan sobre el tema de hajnaá (sumisión).” Pensar que eres pequeño e insignificante no es bitul ni hachna’a, sino más bien “pensar en pequeño” (es decir, pensar como un niño). Y eso es lo más alejado del servicio a Hashem; mientras que el bitul latzadik es todo lo contrario: es el nivel más alto de gadlut hamojin (pensamiento maduro), y el reconocimiento del valor y la importancia de una persona.

Ser una vasija para la Sabiduría

Es por eso que fue tan difícil para los colegas de Rabí Akiva someterse a su opinión, ya que era una especie de ba’al teshuvá, habiendo comenzado a estudiar Torá solo a los 40 años, proveniente de una familia totalmente carente de linaje importante. Fue muy difícil para ellos admitir que él tenía más sabiduría e inteligencia que ellos. Si se hubieran sometido a él, también habrían entrado en el Pardes y salido seguros.

Cuando uno sabe lo importante y querido que es a los ojos de Hashem Itbaraj, y que el amor de Hashem hacia él nunca está en peligro, y no hay razón para temer por su rango y valor absoluto, entonces, por supuesto que es capaz de aprender sabiduría de cualquier persona y escuchar la verdad sin importar quién la diga, sin miedo y sin la barrera del orgullo bloqueándolo. Solo él puede merecer recibir verdadera sabiduría y conectarse con la verdadera inteligencia.

Este es un punto profundo en el tema de someterse al tzadik: someterse a un tzadik no significa que no tienes valor; ¡en absoluto! La sumisión al tzadik es posible sólo cuando sabes que eres amado y querido y eres importante y valioso para Hashem, y estás seguro de ello. Sólo entonces puedes recibir sabiduría del tzadik.