La luz en el túnel
¿Qué hace una joven hambrienta secuestrada por Hamás, cuando entre todos sus compañeros rehenes, solo a ella le dan una pita (pan árabe), sin saber cuándo verá el próximo?
La emuná en el Valle de Sombras
¿Qué hace una joven hambrienta secuestrada por Hamás, cuando entre todos sus compañeros rehenes, solo a ella le dan una pita (pan árabe), sin saber cuándo verá el próximo?
Esta fue la pregunta que se planteó Sapir Cohen mientras estaba en cautiverio.
Sapir fue secuestrada del kibutz Nir Oz durante Simjat Torá y regresó del cautiverio en la última etapa del intercambio el año pasado. Su historia completa es asombrosa, inspiradora y fortalece la fe y el poder de la plegaria: “Y tu emuná por las noches”. Pero un “pequeño” relato de esos días de terror es especialmente conmovedor.
Un día, ella y los demás rehenes no recibieron comida. Entonces, uno de los terroristas le dio a ella sola una “pita”, o sea, un pan árabe. Sapir sabía que ese pan no saciaría su hambre y pensó en guardar una parte para el día siguiente. Sin embargo, sintió que no era lo correcto y decidió compartirlo con sus compañeros. Una decisión imposible en una situación imposible.
En sus propias palabras, se dijo: “Sapir, tú eres una persona creyente, y si Hashem quiere darte comida, Él te la dará”. Con ese pensamiento, dividió el pan. Físicamente, quedó hambrienta, pero su alma estaba llena de alegría y tranquilidad.
“Él provee alimento a su tiempo”
Esa misma semana ocurrió algo inesperado. Los terroristas dejaron de vigilar la habitación donde almacenaban comida. Los prisioneros, confinados en la habitación contigua, se colaron uno por uno y tomaron una cantidad de comida tal como nunca habían visto en el cautiverio. Sapir lo vio como una clara señal de los cielos: Hashem le estaba diciendo: “Sapir, superaste la prueba, mantuviste tu fe e hiciste lo correcto”.
Ella contó que, durante todo el cautiverio, repetía constantemente: “Gracias, Hashem. Gracias por ayudarme a elegir hacer lo correcto”.
Su liberación también fue milagrosa y sorprendente. No estaba en la lista de rehenes que iban a ser liberados y no cumplía con los criterios, por lo que su libertad fue un verdadero milagro.
La Fe que Redime
No cabe duda de que la fe inquebrantable de Sapir, al creer que Hashem la amaba y no la abandonaría, fue la que atrajo la abundancia y el sustento tanto para ella como para sus compañeros. Esa misma fe probablemente trajo protección y salvación, llevándola finalmente a su liberación.
La redención significa encontrar a Hashem incluso en la mayor oscuridad. La diferencia entre “exilio” (“golá”) y “redención” (“gueulá”) es la letra “alef”, que simboliza al Amo (Aluf) del Universo, la fe y el amor de Hashem. Cuando traemos la luz de Hashem al exilio, transformamos el exilio en redención.
Como hemos explicado antes, las palabras “Hashem siempre me ama” fortalecen a un judío en cualquier situación, incluso en la más oscura, en cautiverio, esclavitud o cualquier adversidad. Nunca debemos perder la certeza de que Hashem nos ama y que todo es para bien.
Cuanto más fuerte y brillante sea este sentimiento, más veremos que Hashem nos acompaña, nos ayuda y transforma nuestras dificultades en luz hasta sacarnos de la oscuridad a la luz.
Preparando el Camino para la Redención
En la parashá de esta semana, el pueblo de Israel desciende al exilio en Egipto. No fue algo abrupto; Hashem preparó una serie de eventos que, aunque parecieron terribles en su momento, fueron la antesala de la redención:
Primero, Sara fue secuestrada en Egipto. Ella y Abraham superaron la prueba y mantuvieron su fe, comenzando a debilitar la impureza de Faraó.
Luego, Yosef fue arrancado de su padre y vendido como esclavo. En Egipto, pasó de la esclavitud a la prisión, pero con fe y alegría absoluta, ascendó a la grandeza y transformó a Egipto.
Finalmente, llegaron Jacob y sus hijos, los patriarcas de las tribus de Israel. Los textos sagrados enseñan que, mientras vivieron, no hubo opresión porque su fe en Hashem sostenía a todo el pueblo.
Cuando el judío tiene fe en que Hashem lo ama y que todo es para bien, realmente todo se torna bueno. Esta confianza no solo transforma su propia vida, sino que también allana el camino para que otros también sean liberados de la oscuridad a la luz y de la opresión a la redención.
Confía en Hashem
Querido hermano: tu fe y tu confianza en que estás en las manos de Hashem son las que determinan tu realidad. “Sea tu misericordia, Hashem, sobre nosotros, como esperamos en ti”. Según tu esperanza y confianza en el bien y la bondad de Hashem, Él te mostrará Su bondad y hará que todo sea cada vez mejor, hasta la salvación completa.
David HaMelej dice: “Creo, porque hablo”. Las palabras que pronunciamos construyen nuestra fe, y nuestra fe crea nuestra realidad. Incluso en los sueños más oscuros, dirígete a tu gran amor, Hashem, y dile: “Tú me amas y todo estará bien”. Verás cómo la oscuridad se transforma en luz y todo se torna para bien.
Cuando Israel canta al unísono: “Hashem me ama y todo va a estar bien”, estamos dando un paso más hacia la redención general y la llegada del Mashíaj, muy pronto en nuestros días. Amén.
1/15/2025
GRACIAS A DIOS ,GRACIAS RABINO SHALOM ARUAH.