A La Luz del Shabat – Vaishlaj

Sólo después de unas cuantas semanas me llevaron frente al juez, quien me preguntó: ¿Sabes tú de que estás sospechado? Y cuando le respondí negativamente…

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Maór HaShabát

Posteado en 14.11.21

Eligiendo el Camino Seguro

"Ko Amar Avdejá Yaakov Im Laban Garti" – “Así ha dicho tu siervo Yaakov: con Laban moré” (Génesis 32-4)
 
La Yeshivá Torat Jaim, de Moscú, desde hace ya varios años, cobró fama en todos los lugares de Torá del mundo, por absorber en sus aulas estudiantes de Torá de todo Rusia, captando alumnos, que en muchos casos, ingresan sin absolutamente ningún conocimiento, para salir más tarde coronados con las coronas de Torá y Mitzvot, llegando incluso, muchos de ellos, a ingresar después de un tiempo a las Ieshivot de Eretz Israel.
 
La Yeshivá Torat Jaim, alberga entre sus paredes a gran cantidad de estudiantes (Bliainará), las sillas del Bet Midrash están siempre ocupadas y el recinto con su capacidad colmada.
 
A mediados del invierno de 5767, fue admitido en la Yeshivá un joven que respondía al nombre de Boris. Se sentó en uno de sus bancos, y no solo no abría un libro, ni se relacionaba con el resto de los estudiantes, sino que permanecía sentado sin hacer nada, solo observando a los jóvenes estudiando con mucho entusiasmo.
 
Así pasó un día y otro… y él seguía sin hacer nada, sólo observaba a los estudiantes.
 
Después de dos semanas se acercó a él el Rosh Yeshivá, y le preguntó dulcemente: Qué es lo que buscas en el Bet Midrash? Pero el joven se quedó en silencio y no le respondió. Y así pasó otro día, y otro más, y como no cambiaba de actitud, nuevamente el Rosh Yeshivá se acercó al joven pidiéndole que desocupe el lugar para dejárselo a otro que quisiera estudiar. Para sorpresa del Rab, tampoco esta vez respondió a sus palabras, y permaneció sentado en su lugar. A punto de perder la paciencia, subió el tono de voz, exigiéndole con mayor dureza que desocupara el lugar y abandonara la Yeshivá. Sucedió entonces que… Boris se puso a llorar desconsoladamente, diciéndole al Rosh Yeshivá: "Le contaré mi historia, y luego usted decidirá si me echa".
 
 
-Hace unos meses estaba yo sentado en un café, en el centro de Moscú, cuando de pronto entraron al lugar diez policías, acompañados por un gran número de agentes de civil, y nos detuvieron a todos quienes estábamos en ese momento en el café. A mí también me llevaron preso, aunque no sabía que querían de mí, ni en que pequé. Durante semanas estuve sentado en la cárcel, sin que nadie me explicara por qué estaba yo allí.
 
Sólo después de unas cuantas semanas me llevaron frente al juez, quien me preguntó: Sabes tú de que estás sospechado? Y cuando le respondí negativamente, ordenó a mis carceleros que me llevaran nuevamente a la prisión por otras dos semanas. No ayudó mi llanto, ni mis ruegos; ni mis lamentos. El juez ordenó y los guardias cumplieron inmediatamente su orden, y fui devuelto a la cárcel.
 
Pasados unos meses, uno de los carceleros me reveló el gran secreto: en el mismo momento en el que yo estaba sentado en el café, llegaron al lugar cuatro delincuentes buscados por la KGB, prófugos de la justicia, sospechosos de grandes delitos. El informante de la policía hizo lo suyo, y en pocos minutos, fue rodeada toda la zona por policías y agentes de la KGB, quienes decidieron detener a todos los presentes, bajos sospecha de tener relación con los delincuentes.
 
"Te detuvieron a ti, por estar al lado de ellos" le informó el carcelero a Boris, que estaba sorprendido. Ahora que sabía de qué se le acusaba, se dirigió Boris al Juez, y le demostró con pruebas claras, que no tenía relación alguna con estos prófugos. El juez creyó en mi palabra, y ordenó mi liberación, contó Boris al Rosh Yeshivá, no antes de haber estado en la cárcel durante un largo tiempo por no haber hecho nada.
 
Cuando salí de allí, me di cuenta cuan grande es el peligro de estar sentado junto a gente no buena, y como escuché que en esta Yeshivá hay gente íntegra, que estudia Torá con amor, y trata a su compañero con delicadeza y respeto, decidí hacer lo contrario, y en lugar de ir al café, entrar en vuestra Yeshivá, y a pesar que no entiendo ni media palabra de lo que ustedes estudian, quiero estar al lado de los rectos, y llevar a la práctica lo que escuché en la casa de mi abuelo, quien repetía siempre en mis oídos las palabras: Tov Latzadik Vetov Lishjeno, es bueno para el Tzadik y es bueno para su vecino. Y ahora usted viene y me quiere sacar de la Yeshivá?
 
Está de más decir que estas palabras tuvieron gran eco en la Yeshivá, y el joven no solo recibió permiso para quedarse, sino que recibió dedicación especial por parte del Rosh Yeshivá y sus alumnos, llegando a una alta categoría en el estudio de Torá.
 
"Ko Amar Avdejá Yaakov Im Laban Garti…". El valor numérico de la palabra Garti es 613. Explica Rashi "con Laban moré y 613 Mitzvot cumplí, no aprendí de sus actos malos".
 
Esta explicación en sí misma aparenta ser una redundancia, ya que si cumplió 613 Mitzvot, es obvio que no aprendió de sus actos malos. Pero leemos al Gaon Rabi Iosef Najmiaz z"l, en su libro Iosef Jen: existen dos caminos para elevarse en el servicio al Creador y para el crecimiento personal en las buenas cualidades e Irat Shamaim.

El camino positivo, "Ase Tov" (hacer el bien), dedicarse al estudio de la Torá y las Mitzvot, quien así lo hace es dichoso en este mundo y en el venidero!
 

Y el camino opuesto, cuando la persona observa el comportamiento del malvado, lo ve bajar a las profundidades del abismo, empantanado en el barro, perdido en los caminos, lo mira desde el borde del precipicio y tiembla, entonces retrocede y vuelve a sí mismo, a su raíz, a su esencia, retorna a la creencia de sus padres y sus antepasados, hacia la luz y el esplendor, hacia la Torá y las Mitzvot. Ese es el camino de Sur Merá (alejarse del mal). 
 
Cuál es el mejor camino? El más agradable y el que corresponde? Seguro que el camino en el que la persona se encamina desde un principio. Un camino llano y recto dirigido hacia la luz, en un mundo en el que todo es "bien". Esto es lo que dijo Yaakov Avinu: Estudié Torá por mí mismo, me encaminé en el camino recto, y no necesité escaparme hacia ella por medio de la desviación del camino de Laban, ¡ni aprendí a través de sus malos actos como comportarme contrariamente a él!
 
Estos son los dos árboles majestuosos que había en medio del Gan Eden: el Árbol de la Vida, representado por la Torá, que nos muestra el camino correcto y bueno, y El Árbol del Conocimiento del Bien y el Mal. Este es el segundo camino. Discernir la diferencia entre la luz y la oscuridad, y por medio de ello dirigirse hacia la luz. Pero cuando la persona eligió este camino, hasta que descubrió la senda correcta, mientras tanto… ¿cuánto mal bajó al mundo? ¿Cuántos tropiezos y angustias?!
 
El camino del Judaísmo desde el principio es el camino del "Árbol de la Vida". Dichosos de quienes son educados desde el comienzo para el bien. Cuando un niño comienza a hablar, el padre le enseña Torá. Desde pequeño, su camino está guiado por el estudio de la Torá. El Sidur de Tefilá está frente a sus ojos, y toma con placer las burbujas de Torá: Jumash, Mishná, Guemará, Shabat, Jag… un camino de vida resplandeciente.
 
Pero quien no tiene el camino marcado desde pequeño, podrá encontrarlo por el segundo sendero, el del conocimiento del bien y el mal, por cuanto observará a su alrededor, y verá a que profundidades cayó la sociedad moderna, ayudada por los medios de comunicación masiva, en que pantano sumergen sus vidas, donde el desenfreno y el descaro pasó a ser meritorio, el recato no tiene límite ni cerco, no hay respeto a los padres, no hay costumbres, no hay guía… y quienes ven esto se estremecen y se dicen a sí mismos: aún no llegamos a eso, sino que estamos parados al borde del precipicio y vemos la profundidad del abismo y el peligro espantoso que acecha, retrocedamos rápidamente, corramos hacia atrás, hacia nuestros ancestros, apeguémonos a la luz de sus enseñanzas!!! Volvamos a disfrutar de un banquete de Shabat junto a nuestra familia, recuperemos la emoción de bendecir a nuestros hijos cada semana después del Kidush, atrapemos las vivencias que nos legaron nuestros abuelos donde nos hablaban de entrega, respeto y amor fraterno.
 
 
– Editado por Maor Hashabat, de la comunidad Ahabat Ajim, Lanus, Argentina. Editor responsable: Eliahu Saiegh –
 
(Con la amable autorización de www.Torá.org.ar)