La Alegría – Tu Salvación

Cada uno de nosotros que tiene problemas que le impiden estar alegre, debe acordarse de José el Justo. Debe reflexionar sobre la realidad que vivió José cuando fue arrojado a la cárcel...

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Rabino Shalom Arush

Posteado en 06.04.21

La Fe y los Rasgos del Carácter – Tristeza #7: 

 
Cada uno de nosotros que tiene problemas que le impiden estar alegre, debe acordarse de José el Justo. Debe reflexionar sobre la realidad que vivió José cuando fue arrojado a la cárcel…
 
 
La alegría – tu salvación
 
En cada asunto espiritual o material, cuando el hombre llega a una cierta situación contraria a su voluntad, debe fortalecerse y creer que esto está dirigido por la Supervisión Divina para su bien, y aceptar su situación con alegría. Solamente entonces podrá salir de su “prisión” personal.
 
¡Hasta que el hombre no se regocija de su situación, hasta que no baila en su propia “prisión” durante un cierto período – no saldrá de allí!
 
Y es importante saber, que es solamente cuando el hombre está alegre que puede rezar. Por lo tanto, mientras es incapaz de orar, es señal que no alcanzó todavía la alegría y la creencia que “Todo es para bien”, la que debería llevarlo a rezar con facilidad por todo, y continuamente.
 
El buen final
 
Estimados  lectores,  ¿saben  cómo  acabó  la  historia  de José el Justo? Tuvo el mérito de casarse, de tener hijos justos y sobresalientes, tener alimento, mereció la riqueza hasta la opulencia y mantuvo a toda su generación, incluso a su padre y hermanos, como está escrito (Génesis 42:6): “Y José era el gobernador en aquella tierra. Él era quien vendía el trigo a todo el pueblo del país”. También mereció una gran sabiduría mediante el ángel Gabriel que se le reveló y le enseñó en la cárcel, así como muchas otras grandes cualidades y virtudes, todo a causa de su fe inalterable que “Todo es para bien”.
 
Sin la fe, José habría caído en la tristeza y en la depresión; ciertamente no habría logrado la Inspiración Divina y no habría podido interpretar los sueños del escanciador y el panadero del Faraón, que estaban con él en la cárcel. Ellos contaron al Faraón – el cual estaba muy molesto por haber tenido un sueño que nadie sabía dilucidar – que hay en la cárcel un esclavo que sabe interpretar los sueños. Y así José fue sacado de la prisión. Sin la fe, él habría sido impotente para afrontar al Faraón y a sus magos e interpretar el sueño, y entonces habría sido olvidado y abandonado en la cárcel, terminando allí sus días.
 
Solamente gracias a que José fue vendido como esclavo a Egipto, todo el pueblo de Israel pudo ser salvado y liberado de la esclavitud, porque superando pruebas tan difíciles, José quebró la dura corteza de impureza espiritual del país.
 
La razón por la que el Creador nos enseña estas historias de los grandes Justos y antiguos Sabios, es para que aprendamos una lección aplicable a nuestra vida. Si José hubiera reaccionado como mucha gente, con tristeza, desesperación y cólera, nunca se habría transformado en “José el Justo”, sino en José el desesperado o José el desgraciado, el amargado o el loco.
 
A toda persona que se fortalezca con la fe, se le transformará todo para bien, y logrará elevación espiritual y éxito en todos sus asuntos; así como José que se elevó literalmente de un pozo profundo al pináculo material y espiritual: de un esclavo humillado a gobernador de Egipto; de un hombre pobre y necesitado al hombre más rico del mundo; de un hombre expulsado, odiado y no querido – al más amado, de quien todos buscaron estar cerca.
 
Sin embargo, no debemos equivocarnos con la fantasía de que si tenemos fe durante sólo unos días o semanas todo se transformará para bien, sino que debemos creerlo durante todo el tiempo que el Creador lo desea, sin límites.
 
El camino de los Justos
 
También el Rey David atravesó durante su vida todos los sufrimientos y persecuciones imaginables, y tuvo todos los motivos para  caer en  la  tristeza  y  la  desesperación. Pero David, tal como José, sólo se alegró, bailó y cantó, agradeciendo al Creador por todo. Así logró escribir el sagrado libro de los Salmos, que en su mayoría son plegarias, cantos y agradecimientos al Creador. Esta es la razón por la que él también mereció alcanzar los más altos niveles.
 
Todo Justo tuvo su cuota de dificultades, y si no fuera por su fortalecimiento de la fe, nunca hubiera podido superar las difíciles pruebas que sufrió. Lo esencial de su fe era que “Todo es para bien”, y estuvo basada en la comprensión que a pesar de sus planes, el Todopoderoso tiene los Suyos para él.
 
Es evidente que también los Justos hubieran preferido servir al Creador tranquilamente, tener un fácil sustento, gozar de buenos hijos, Y en realidad, no está prohibido aspirar a todos esos bienes. Pero cuando alguno de esos deseos no se realizó como quisieron, anularon su voluntad frente a la del Creador, y aceptaron con amor todo lo que sucedió. Ellos sabían que el Todopoderoso es Quien decide el curso de sus vidas y que Sus intenciones son buenas. Ellos pues, rezaron, se fortalecieron, esperaron y meditaron sobre cada cosa, con el fin de acercarse mediante  esas  acciones  al  Creador,  y  así  fueron  luego merecedores de grandes logros.
 
Con razón, José el Justo y el Rey David merecieron que el Mesías será parte de su descendencia, porque el Creador los escogió por su fe completa, a pesar de las terribles tribulaciones y persecuciones que sufrieron sin pronunciar la menor queja, sólo bailando y agradeciéndole.
 
 
Continuará…
 
 
(Extraído del libro "En el Jardín de la Fe" por Rabi Shalom Arush, Director de las Instituciones "Jut Shel Jésed" – "Hilo de Bondad")

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