Duele, pero igual gracias!

Antes de que me casara, yo estudiaba en una excelente Yeshiva de nuestra amada ciudad de Jerusalén. Gracias a Hashem, tuve la oportunidad de sumirme de lleno en la Torá tras haber completado mi servicio militar. Me sentía lleno de fuerza emocional y espiritual, porque me estaba acercando a Hashem a través de nuestra sagrada Torá. Esto es algo difícil de describir, pero si alguna vez lo sintieron, entonces entenderán perfectamente a qué me estoy refiriendo.

Con el paso del tiempo, también pude dedicar horas y más horas a la plegaria personal, la hitbodedut, yendo al bosque solo, de noche. Ese era el momento más “espiritual” y más mágico de mi vida. Al escuchar el CD “Sueño de Judea” mientras hacía mi sesión de plegaria personal, en el bosque de Jerusalén, me sentía como un santo secreto!  Esta es una época de mi vida que amé, y amo, tanto… pero como todo el mundo sabe, la vida es una montaña rusa. Gracias a Hashem me comprometí con una maravillosa joven de la ciudad de Rosh Ha-ain y muy pronto tuve que empezar con los preparativos de la boda, buscar un deparamento y conseguir un trabajo. Ahora la vida circulaba por el carril rápido rumbo a la fecha del casamiento y enseguida me di cuenta de que todo esto era una distracción de mi horario de estudio.

El hecho de estar en una relación implica sacrificar-dar o sea, menos plegaria personal en el bosque, y más tiempo en el living. También menos tiempo estudiando en la Yeshiva y más escuchando los CDs en el automóvil. Es todo una cuestión de equilibrio, pero si no tienes emuná entonces puedes caerte, como me caí yo. ¿Qué pasó? Pues bien: como les dije, tenía que encontrar trabajo, así que lo primero que me vino a la mente fue trabajar de profesor de inglés. Esto era algo bastante descabellado, porque en toda mi vida ni se me había pasado por la cabeza enseñar inglés: ¡pronombres, gramática, preposiciones! ¿Qué? ¿Quieres decirme que te mudaste a Israel para acabar trabajando de profesor de inglés? ¿Cómo fue que pasaste de ser todo un macho ametrallador a explicar la diferencia entre do y does? Si voy a ser franco, la verdad es que hoy doy las gracias por este camino que Hashem me puso, porque ahora sé lo que significa la palabra Emuná, que ya forma parte del léxico inglés!

Día tras día, durante muchos meses, me la pasé pensando dónde podía conseguir un trabajo, dónde íbamos a vivir, cómo iba a hacer para seguir estudiando Torá, y lo más importante de todo, ¿qué tenía que hacer para que ella fuera mi prioridad número uno? Por suerte, he tenido el gran privilegio de conectarme con las enseñanzas de las Fuerzas de Emuná, dirigidas por el Rabino Shalom Arush y sus fieles discípulos, el Rabino Yonatán Galed, el Rabino Lazer Brody, y muchos más. Estas enseñanzas, y en especial la renombrada serie de “Jardines”, de la cual el que más me impactó fue “Las Puertas de la Gratitud (En el Jardín de la Gratitud), me abrió los ojos y entonces empecé a percibir mis propios desafíos como simples invitaciones de acercarme más y más a Hashem. Esto significa que pasé de decir cosas tales como “Oy, Hashem, necesito dinero, ¿de dónde voy a conseguirlo? ¡Tienes que ayudarme! ¿Por qué todo es TAN difícil?” a decir “Hashem, Te agradezco TANTO por haberme puesto en esta situación, porque hasta ahora me habías dado el mérito de concentrarme en la Torá y preocuparme únicamente de mí mismo, y Te agradezco, y ahora Te agradezco por haberme comprometido, por haber tenido la enorme suerte de haber conocido a mi alma gemela. Y para concluir, gracias otra vez, Hashem, por no saber dónde ni cómo voy a poder ganarme la vida. La verdad es que estoy un poco nervioso, pero igual Te quiero dar las gracias, porque sé que me estás dando esto como un desafío para que me acerque más a Ti”.

En mi mente, yo necesitaba un trabajo más “significativo”. Pero saben qué? Esta dirección que tomé me enseñó tanto de emuná! Recuerdo que en esa época, durante la hora del almuerzo, hacía mi plegaria personal: “Hashem, estoy ardiendo por dentro por Tu Torá, ¿por qué estoy acá? Me duele, pero igual Te doy las gracias. Sé perfectamente cuánto me amas, después de todo lo que hiciste para que llegara acá, a vivir en Israel. Yo sé que no me estás llevando por mal camino, pero por favor, Hashem, ayúdame a creer que todo es para bien”. Cuando uno no hace una hora de plegaria personal, entonces toda clase de pensamientos negativos y de dudas empiezan a acumularse en la mente. Necesitamos una hora por día para hablar con Hashem de esta manera, dándole las gracias y pidiéndole emuná.

Tarea para el hogar: traten de hacer 30 minutos de plegaria personal. No hagan nada. Solamente denle las gracias a Hashem por eso que les está molestando, y les garantizo que van a empezar a ver cómo es que esa molestia es para su propio bien. ¡Y cuéntennos sus experiencias!