La Emuná y el Libre Albedrío

Una de las cosas más bellas de Breslev es el enfoque que tiene de la emuná como parte de una dieta espiritual para cada persona.

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Rabino David Charlop

Posteado en 17.03.21

Una de las cosas más bellas de Breslev es el enfoque que hace en la emuná como parte de una dieta espiritual para cada persona. Pero por mucho que tratemos de vivir con emuná, hay ciertas cosas que nos pueden llegar a desconcertar. Una de ellas es la naturaleza del libre albedrío y el hecho de si verdad tenemos o no tenemos libre albedrío. En esta ocasión me gustaría encarar el tema desde un punto de vista un tanto inusual. No voy a decir que puedo aclarar el tema mejor que todos los autores y filósofos que ya ahondaron en estos conceptos tan delicados, pero pienso que basándome en una cierta perspectiva de emuná, podemos obtener una nueva comprensión del tema.

 

Hace unos años, debatí este mismo tema con el Dr. David Gottlieb de Jerusalén quien, además de ser muy erudito en Torá, es también profesor de filosofía. En ese momento, él me dijo que la comunidad académica no había llegado a una conclusión definitiva sobre el tema. Me gustaría sugerir una respuesta de por qué no.

 

Cuando analizamos el tema del libre albedrío, siempre parece difícil demostrar su existencia. ¿Cuántos debates hemos tenido cada uno de nosotros sobre el mismo tema? Por otra parte, en la vida cotidiana, todos alguna vez tomamos decisiones buenas o no tan buenas. “No puedo creer que yo haya hecho algo así…”. En síntesis, desde un punto de vista intelectual, no contamos con pruebas concretas, pero desde un punto de vista experimental vivimos con la realidad  y las consecuencias de tener libre elección. ¿Por qué tal dicotomía?

 

Nosotros, los seres humanos, procesamos el mundo de diferentes maneras. Usamos la mente para analizar la realidad y llegar a conclusiones. Además, usamos los sentimientos y los sentidos para definir las pautas que nos han de guiar en la vida. Por ejemplo: ¿Por qué está mal matar a otra persona? La mente nos ofrece un montón de razones: la sociedad se volvería un caos; nadie quiere que lo maten, etc. Pero a un nivel emocional y experimental, nuestros sentimientos claman (es de esperar…) que simplemente eso está mal. Punto. No hacen falta pruebas sino que nuestra simple condición de humanos refleja la verdad.

 

La mente es una herramienta que nos dio Hashem para que analicemos, aclaremos y saquemos conclusiones acerca del mundo. Pero las conclusiones lógicas no definen la base de la condición humana. Incluso si no podemos demostrar a nivel intelectual que el asesinato está mal, no obstante vivimos con el conocimiento de que está mal. MAL. Esa voz interna que a fin de cuentas es la que define nuestro  mundo de verdad es lo que llamamos la “Neshamá”, el alma Divina. Es una voz que, cuando la dejamos “hablar”, nos llena la vida con verdad y con luz. Y que cuando es silenciada, deja un hueco de oscuridad.

 

A un nivel puramente intelectual, el libre albedrío es algo difícil de demostrar, debido a que esa clase de enfoque utiliza solamente la mente como computadora. De la misma manera que una computadora no es capaz de determinar o legislar un tema moral, la mente humana solamente puede analizar aquellos factores que constituyen la cuestión. Tal vez sea por ese motivo que la comunidad académica aún está luchando con estos temas. En términos generales, ellos no tienen en cuenta la realidad y las verdades del alma.

 

Por su parte, cuando nos conectamos con el alma Divina, la imagen de nuestro éxito y nuestro fracaso, de nuestras elecciones mejores y peores reflejan la realidad con la que vivimos: que el libre albedrío forma parte integrante de la condición humana.

 

Por lo tanto, en cierta forma, la verdadera elección en la libre elección es elegir quiénes somos. ¿Acaso somos nuestros cerebros, la parte analítica de nuestro ser, o somos nuestras almas, con su sentido del bien y del mal, y nuestras capacidades intelectuales que son esenciales para mantener los sentimientos bien asentados.Todos sabemos lo que sucede con la sociedad en la que el fervor religioso no es atemperado con rigor y auto-análisis intelectual. Sin embargo, también somos perfectamente conscientes de lo que sucede con la sociedad que confía únicamente en la lógica sin tener un sentido profundo de moralidad. Nuestro mundo es un reflejo de dicha confusión, en la que casi todo resulta aceptable, dado que el punto más bajo de moralidad es aquel que establece el propio individuo.

 

¿Y qué tiene que ver todo esto con la emuná? Cuanto más nos conectamos con la realidad de que somos los hijos de Hashem  y que el alma que Él depositó en nosotros es la verdadera fuente de luz, más podemos vivir la vida con la conciencia de que constantemente estamos siendo desafiados a tomar decisiones que nos acercan a nuestra esencia, a nuestro prójimo, y a Hashem. La falta de emuná nos deja en un mundo que, guiado solamente por el intelecto, nos deja con las dudas y las confusiones de la vida. Nos hace sentir que somos apenas un poquito mejores que computadoras que procesan la información que entra y sale y obviamente con más o menos la misma cuota de libre albedrío que una computadora.

 

Que Hashem nos confiera la sabiduría necesaria para descifrar las complejidades de la vida, y en especial usando de guía la luz del alma sagrada que Él depositó en cada uno de nosotros.

 

 

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