La app de la vida

No hay nada que defina mejor nuestra era que el uso de la tecnología. ¿Y de qué manera la tecnología puede ayudarnos a conectarnos con Hashem?

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David Ben Horin

Posteado en 15.03.21

Todo en la vida proviene de Hashem. Todo existe para enseñarnos acerca de Dios y Su Torá en este mundo. Y hay cosas que son propias de nuestra generación que vienen a enseñarnos algunas de las lecciones más poderosas que tenemos que aprender en esta época en la que vivimos.

 

No hay nada que defina mejor nuestra era que el uso de la tecnología. ¿Y de qué manera la tecnología puede ayudarnos a conectarnos con Hashem?

 

El mundo digital es un mundo de dos caras. Por un lado tenemos el software y por otro lado tenemos el hardware. En internet  tenemos al cliente y tenemos al servidor. Un lado es temporario y el otro es permanente. El software es un estado temporario que sirve de base de operaciones para trasladar información. Lo mismo ocurre con el navegador de internet, alias el cliente, que tienen varias cosas en común:

 

Son una ilusión. Ya se trate de una página de Facebook como de un archivo de Word – son pixels hechos por el hombre en una pantalla fabricada que, una vez que se apaga, desaparece de la realidad. En el momento en que apagas el hardware, o sea, la computadora, todo se vuelve negro.  Todo este mundo que tienes frente a tus ojos se borra como si jamás hubiese existido.

 

¿Existe algún registro de lo que sucedió mientras estabas en esta realidad virtual? Para eso está el hardware. Puede tratarse del disco duro de tu computadora. Puede ser el servidor en el otro extremo del sitio web. Puede ser la nube, que en realidad son cientos de miles de servidores físicos. Lo único que existe más allá de tu tiempo en internet o de usar Word es aquello que archivaste.

 

La mayor parte de las cosas que ves en software se olvidan en el momento en que las apagas. ¿En qué página web estabas cuando apareció la pantalla azul? Te olvidaste. ¿De qué tamaño era la letra que estabas usando cuando escribiste ese informe justo cuando se apagó la luz? Lo perdiste.

 

El internet y la gran parte de las aplicaciones de software son como un escenario. Son medios dentro de los cuales puedes hacer algo. Una vez que cae el telón, volvemos al comienzo.

 

¿Qué es lo que sobrevive a las aplicaciones? Aquello que creas. Aquello que creas y que estas aplicaciones fueron programadas para aceptar. Pero todo lo que hiciste que no fue parte del programa será borrado junto con todo lo demás una vez que se apague la aplicación.

 

¿Acaso estamos todos destinados a vivir en una aplicación gigante que Hashem programó?

 

¿Acaso nuestro cuerpo no es más que un cursor dentro de esta aplicación?

 

Si vives en un cuerpo y un mundo que se van a apagar, entonces ¿qué es lo que perdura? ¿Qué estaban estas aplicaciones programadas para crear que ha de sobrevivir a las aplicaciones mismas?

 

Tus mitzvot (los preceptos que cumples).

 

 

Cuando Hashem cierra la ventana de las oportunidades que llamamos “vida”, todo aquello que hayamos hecho que no siguió su programación se pone oscuro y no vuelve a ser visto nunca más.

 

¿Cuántos jugadorse recuerdas de los Yankees de 1998?

 

¿Cuánto ganabas cuando cumpliste 30 años?

 

¿A cuántos presidentes de tu país les diste la mano? 

 

¿Con cuántas mujeres “lo hiciste”?

 

Nada de esto queda guardado en un lugar permanente. Es como alcanzar un puntaje alto en una aplicación de videojuegos y entonces se sale el enchufe…

 

¿Cuántas páginas de Guemará estudiaste?

 

¿Cuántas horas de Torá escuchaste en clases?

 

¿Cuántas veces hiciste lo que tu mujer te pidió que hicieras?

 

¿Cuánto dinero diste para caridad?

 

¿Cuántas veces resististe la tentación de mirar a una mujer por la calle?

 

¿En cuántas discusiones fuiste “derrotado”? ¿Cuántas veces te mordiste el labio para no perder los estribos?

 

Esto es lo que se archiva para el servidor Eterno. Esto es lo que sobrevive a este mundo material. Ojalá tu archivo personal siga creciendo más y más para que cuando Hashem aparezca en la Corte Divina, tus buenas acciones llenen el Cielo de luz.

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