El Final de los Días

En la época en la que vivimos, podemos lamentar la oscuridad sin precedents. O podemos anticipar la gran luz que está llegando al mundo...

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David Ben Horin

Posteado en 16.03.21

 

Y dijo Dios: “Que haya luz” y hubo luz. Dios vio la luz, vio que era buena. Y Dios dividió la luz de las tinieblas – Bereshit 1:2-3

Únicamente cuando la oscuridad llegó a su punto máximo, nos da la impresión de que no termina nunca. No sabemos que la Redención ya está en camino y que en el próximo instante va a haber luz. Desde el comienzo de los tiempos, la oscuridad siempre vino primero. Luego Dios dijo: “Que haya luz”.

 

Justo cuando la luz está a punto de brillar, la oscuridad lucha contra ella con todas sus fuerzas. A simple viste, parecería que las cosas están cada vez peor. Pero en realidad, la luz está haciéndose cada vez mayor. La oscuridad está luchando a vida o muerte. Una batalla que está destinada a perder.

 

Es por eso que el punto más oscuro es justo antes del amanecer. Es ese momento de la noche en el que el sol está a punto de emerger. Cuando lo espeso de la noche ya parece ser demasiado difícil como para soportar, el sol aparece de en medio del abismo. Y entonces el sol sube tan alto que parece que la oscuridad jamás ha existido.

 

Vimos esto en 1942, cuando los Nazis ocuparon Europa y parecía que literalmente iban a borrar del mapa a todo el pueblo judío. Pero apenas seis años más tarde, la nación judía volvería a habitar soberana en su propio suelo, por primera vez en 2000 años.

 

Cada día imita este ciclo.

 

Cada día es como el Día Uno: hubo oscuridad, luego hubo luz.

 

En la época en la que vivimos, podemos lamentar la oscuridad sin precedentes. Podemos lamentar las familias y los jóvenes destruidos por el internet. Podemos llorar por los judíos masacrados y heridos por los terroristas, y el surgente antisemitismo en todo el mundo. Podemos suspirar por el creciente fenómeno de ansiedad y depresión que acosa a nuestra generación.

 

O podemos anticipar la gran luz que está llegando al mundo. Podemos ver los increíbles sitios web, como Breslev Israel, que nos posibilitan difundir la emuná de una manera tal que era imposible de concebir hace apenas unas décadas. Podemos darle las gracias a Hashem por la oportunidad de servirlo frente a tantas adversidades, y fortalecernos en las circunstancias en las que nos encontramos.

 

En Israel, hoy en día hay más yeshivot que las que hubo en toda la historia. Israel goza de mayor prosperidad, libertad, comida kasher, y sinagogas que en toda la historia, desde la época del Rey Salomón y el Primer Templo.

 

Pero esto es solamente el comienzo. Es apenas un destello de lo que está por venir. La oscuridad está ya agonizando y por eso está haciendo todo lo que puede por impedir que suba la luz. La intensidad de la oscuridad es mayor de lo que la humanidad alguna vez conoció. El hecho de que la oscuridad sea mayor que nunca antes es la máxima señal de que la luz que está resistiendo es mucho más grande que todo lo que alguna vez hemos conocido. Vemos cómo los medios de comunicación, Hollywood, y la tecnología, están dominados por las fuerzas de terror que hacen todo lo posible por detener la ola Divina.

 

Pero no hay motivos para preocuparse.

 

Un amigo liberal me dijo una vez que, si el Mashíaj venía, él lo iba a evitar. Uno de los líderes de Israel nos amenazó diciendo: “Nosotros no permitiremos que Israel vuelva a ser como era bajo el reino del Rey David”.

 

Pero así es exactamente tal como se supone que Israel ha de terminar: un estado de Torá gobernado por las Leyes de Hashem y la Torá, igual que en la época del Rey David.

 

Ese es el plan de Hashem. ¿Acaso el hombre puede evitarlo?

 

¿Acaso alguien puede evitar que salga el sol?

 

Podrán hacer el intento, pero nadie que se enfrente a Dios triunfa.

 

Cuanto más oscuro se vuelve este mundo, más felices debemos sentirnos. Hashem está trayendo la luz del Mashíaj y muy pronto será como si la oscuridad jamás hubiese existido.

 

 

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1. Sergio Álvarez-Mori

10/10/2022

La hora más fría de la noche es siempre la que precede al alba.
¡Gracias por recordárnoslo!

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