Horneando bizcochos
Esperar puede ser difícil, pero parte de la lección de cocinar es esperar los resultados. En nuestra sociedad de comida rápidaa vece nos privamos de los beneficios de esperar… ¿Cómo encaja el regalo de esperar en la vida de un Ben Noaj?
A veces, el milagro está en el viaje. Sin el viaje, no habría aprendido ni crecido de la manera en que crecí.
Aunque no soy judío, el Creador tiene en mente mi mejor interés. Y esto me impulsa a ser lo mejor que puedo ser.
Poco después de comenzar a leer El Jardín de los Milagros – Di Gracias y Verás Milagros de Rabí Shalom Arush, me diagnosticaron una condición llamada Ataxia Cerebelosa. Esencialmente, la parte del cerebro que controla las habilidades motoras dejó de funcionar y necesitaba ser “reactivada”, como lo expresó el médico. Dejé de poder trabajar y, en un momento, incluso perdí la capacidad de escribir.
Inmediatamente comencé a agradecer al Creador por esta enfermedad. Esperaba y oraba para que Hashem me enviara un milagro que me librara de esta condición. Seis meses después, sigo viendo a un médico que es terapeuta en neurología y también quiropráctico. Mirando hacia atrás, estoy agradecido de que mi oración por una salvación inmediata no fuera respondida. Durante toda la prueba, aprendí que, a veces, el milagro está en el viaje. Sin el viaje, no habría aprendido ni crecido de la manera en que lo hice si esto no me hubiera sucedido.
Era como si el Creador me estuviera dando tiempo para pensar y reflexionar. Una de las cosas que se me ocurrieron fue que el Creador podría haber llevado a Israel directamente de Egipto a la Tierra Santa, pero en cambio los condujo a través de un viaje de cuarenta años, un viaje que les enseñaría muchas lecciones que de otra manera no se habrían aprendido.
Una vez escuché una historia que ilustra exactamente este punto:
“Un domingo a la mañana, una madre invitó a su hija adolescente a hornear con ella. La madre le pidió a su hija que trajera el suero de leche. ‘Pero mamá, ¡no soporto el suero de leche!’
La madre insistió. Luego le pidió a su hija que buscara la manteca. ‘Pero mamá, no soporto la manteca’. La hija estaba completamente perpleja. La madre continuó: ‘Tráeme harina blanca común’.
Para entonces, la hija sabía que era mejor no quejarse de que no le gustaba la harina blanca. La madre combinó todo con destreza, dio forma a la masa en pequeñas bolas y las puso en el horno caliente. ‘¡Oh, mamá, me encantan las bizcochos!’
La madre sonrió y le dijo a su hija: ‘Que Dios te ayude a darte cuenta de que cuando la vida se pone difícil, cuando surgen cosas que no te gustan, cada vez que no entiendas lo que Dios está haciendo, tienes que esperar y ver lo que Dios está preparando. Después de que termine de mezclar y hornear todo lo que haga falta, probablemente va a salir de todo eso algo aún mejor que estas bizcochos’“.
A veces tenemos que esperar a que el Creador mezcle y hornee las cosas en nuestras vidas antes de que pueda darnos las bizcochos. Y a veces, incluso necesitamos el “horno caliente” para hornear todas las partes de nuestras vidas perfectamente y llevar a cabo el plan y propósito que Él tiene para nosotros.
Esperar al Gran Chef puede ser difícil, pero parte de la lección de cocinar es esperar los resultados. En la sociedad de “autoservicio” y comida rápida en la que vivimos, a veces nos vemos privados de los beneficios de esperar. Mientras horneamos, el aroma que sale del horno puede tentarnos a mirar o incluso a sacar prematuramente del horno lo que se está horneando.
La enfermedad que he tenido ha tomado tiempo para sanar. A veces esto puede ser muy frustrante; tenemos cosas que hacer y el tiempo parece no estar de nuestro lado. Un día somos jóvenes jugando afuera con una pelota; al siguiente, nos despertamos y descubrimos que nuestros hijos están celebrando aniversarios de boda. Todo esto no solo juega con nuestras agendas, sino también con nuestras mentes. Somos muy propensos –y también estamos entrenados ambientalmente–a apresurarnos en cada cosa que hacemos.
Una de las cosas que me atrajo de los Siete Mandamientos del Creador en lugar de la conversión al judaísmo ortodoxo fue el Salmo 62:2:
“Solo en Dios reposa en silencio mi alma…” (Tehillim Artscroll).
A través de todo esto, sigo aprendiendo a esperar en el Creador. Una cosa que he aprendido a lo largo de los años es que, aunque no soy judío, el Creador tiene en mente mi mejor interés. Y esto me impulsa a ser lo mejor que puedo ser.
En cierto modo, nosotros, las naciones, somos como un lienzo en blanco. Nuestras reglas son simples y pocas; mientras seamos obedientes a las pocas reglas que tenemos, podemos “mezclarnos y hornearnos” en muchas cosas.
Todo chef tiene muchas recetas que contienen una variedad de ingredientes. El Gran Chef, que es nuestro Creador, tiene toda la Creación y todavía más a Su disposición. Puede que no nos guste un ingrediente en particular que Él esté usando con nosotros, pero cuando termine de mezclar y hornear, seremos mucho más de lo que alguna vez pensamos que podríamos llegar a ser.
Escribe tu opinión!
Gracias por tu respuesta
El comentario será publicado tras su aprobación