No podían tener hijos…

El hombre, antes de casarse, ya sabía que no iba a poder tener hijos y por algún motivo no se lo reveló a la novia

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Rabino Shalom Arush

Posteado en 03.01.21

Esta es la historia de una pareja de discípulos míos. El hombre, antes de casarse, ya sabía que no iba a poder tener hijos y por algún motivo no se lo reveló a la novia. Es verdad que no estuvo bien, pero tenía tanto miedo de no poder casarse que decidió ocultar la verdad. La novia, por su parte, también sabía antes de casarse que iba a tener problemas para quedar embarazada y por los mismos motivos tampoco se lo contó al novio. Pero Hashem, que es Quien une a las parejas, con Su precisa Supervisión Individual los unió a ambos y así fue como se casaron.

 

Después de la boda, ya no se podían seguir ocultando la verdad y se dijeron la verdad el uno al otro. Entonces los dos vinieron a verme y me contaron que los médicos no tenían ninguna solución que ofrecerles. Todos los médicos que habían consultado les dijeron que no iban a poder tener hijos. Yo les dije que dieran las gracias. Les expliqué que Hashem había visto que ellos no iban a poder alcanzar su plenitud a menos que tuvieran esta carencia. Les dije así: “Todos los días sin falta den las gracias durante media hora, fortalezcan su emuná y estén contentos con lo que les tocó en la vida. La gratitud los va a proteger de la tristeza, la depresión y la falta de emuná y de toda clase de pensamientos de que, por así decirlo, Hashem no fue justo con ustedes”.

 

Ellos sabían que no iban a poder tener hijos y entendieron que no les quedaba otra opción más que someterse a la voluntad de Hashem. Por eso aceptaron fácilmente mi sugerencia y efectivamente empezaron a dar las gracias con alegría y se sometieron a Hashem. Cada día Le decían a Hashem: “Amo del universo, Tú nos creaste así, con estos problemas, con esta carencia; eso es lo que vinimos a rectificar en este mundo. Así es como Tú quieres que sea y nosotros aceptamos Tu voluntad y nos sometemos a Ti de todo corazón. Gracias de que esto haya sido lo que se decretó para nosotros. Danos por favor una total emuná en que esto es lo que nos va a conducir a nuestro objetivo y nuestra plenitud. Nosotros no sabemos qué va a pasar con nosotros, pero por lo menos somos firmes en nuestra emuná”. Esta pareja tuvo el mérito de alcanzar la verdad – el sometimiento a la voluntad de Hashem respecto a que todo lo que Él decreta es lo mejor que puede suceder.

 

Ellos se pusieron contentos con lo que les tocó en la vida porque tenían la firme convicción de que esa carencia que tenían era para su propio bien y Le dieron las gracias a Hashem por la enfermedad  que sufrían. Ese fue el motivo por el cual Hashem les envió esa carencia: para que alcanzaran la emuná en que todo lo que Él hacía con ellos era para su propio bien y es por eso que en el momento en que lograron esta emuná, Hashem los curó. Y gracias a Dios, ¡hoy tienen dos hijos!

 

“Esta es la puerta de Hashem por la que entrarán los tzadikim. Te agradezco porque me has respondido y esa será mi salvación”. De este versículo aprendemos que a la persona que se conduce con gratitud se la considera un tzadik (un justo, una persona recta y piadosa). Al que se conduce con gratitud se le abren todas las puertas. La gratitud es la puerta de todas las salvaciones.

 

Debemos recalcar la obligación que tenemos de dar las gracias, porque hay mucha gente que estudia el tema de la gratitud pero no comprende hasta qué punto la gratitud es un fundamento básico para toda la vida. Ellos piensan que se trata solamente de un buen rasgo de carácter, de una virtud, de buenos modales, etc. ¡Pero no es verdad! La gratitud es la primera obligación que tenemos como personas para que podamos tener una relación verdadera con el Creador. Tenemos que contemplar cada día todas las bondades que Hashem hace con nosotros y tenemos que cantar Sus alabanzas, cantarle canciones a Hashem por Sus bondades. Eso es lo que dice en la plegaria Nishmat Kol Jai – El alma de todo ser vivo: que es el deber de cada criatura dar gracias, loar, alabar, glorificar, ensalzar, adorar, bendecir, elevar y aclamar al Creador.

 

No se trata meramente de una “recomendación” sino de una ley obligatoria, como la ley que establece que hay que rezar todos los días, las leyes de la observancia del Shabat, las leyes de las bendiciones que se recitan a diario. De hecho, así lo establece el Shulján Aruj (Oraj Jaim 230:5): “La persona siempre debe estar acostumbrada a decir: ‘Todo lo que hace el Compasivo, para bien lo hace’”. Y Maimónides, en la conclusión de Hiljot Brajot, dice así: “Uno siempre debe clamar por el futuro y pedir compasión; y dar gracias por el pasado, loando y alabando según sus posibilidades. Y cuanto más uno Le da las gracias a Hashem y Lo ensalza, más digno es de alabanza”.

 

En el Shulján Aruj (Oraj Jaim 223:3) dice: “La persona debe bendecir por las malas noticias de todo corazón y de buena voluntad con la misma alegría que bendice por las buenas noticias, ya que las malas noticias para un siervo de Hashem son motivo de alegría y algo muy bueno. Cuando uno acepta con amor todo lo que Hashem decretó para él, su aceptación del decreto es un medio para servir a Hashem y eso le produce alegría”.

 

 

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