El Verdadero Doctor

Al parecer la medicina es una ciencia como todas las ciencias naturales; serios y leales investigadores invierten muchas horas y dinero haciendo experimentos y pruebas, pero…

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Rabino Shalom Arush

Posteado en 06.04.21

Al parecer la medicina es una ciencia como todas las ciencias naturales; serios y leales investigadores invierten muchas horas y dinero haciendo experimentos y pruebas, pero…  

 
“De tus heridas, Yo te sanaré” (Jeremías 30:17)
 
Un hombre que sufre una enfermedad, está en una prueba de fe. Debe actuar según las “Tres Reglas de la Fe”:
 
a) Debe saber que el Creador lo enfermó, y no debe atribuir la enfermedad a causas naturales o a errores que cometió.
 
b) Debe saber que es para su bien eterno, y debe agradecer al Creador.
 
 
c) Debe auto-examinarse y buscar por qué transgresión le llegó esa enfermedad y arrepentirse. Sólo después, lo apropiado es que rece al Creador para que lo cure.
 
Permiso para curar
 
Al parecer la medicina es una ciencia como todas las ciencias naturales; serios y leales investigadores invierten muchas horas y dinero haciendo experimentos y pruebas, asistiéndose con los más perfeccionados equipos. Y cuando descubren  cuales  son  los  causantes  de  una  determinada enfermedad y cómo se la puede tratar, entonces desarrollan medicamentos y nuevas terapias para tratarla.
 
Supuestamente, esto es algo bueno y lógico. El Creador le dio al hombre la inteligencia para investigar la naturaleza del universo, y perfeccionar y mejorar la vida. Es la obligación del hombre utilizar su inteligencia para estos u otros buenos objetivos que traigan bienestar y alegría al mundo. Esto se manifiesta en muchos campos que todos aprovechamos, como la electricidad, distintos instrumentos, tecnologías avanzadas, etc. Entonces, también en materia de medicina, es necesario que el hombre utilice la mente y la inteligencia que le regaló el Creador para mejorar la vida, y traer curación y alivio a los dolores de los seres humanos y sus enfermedades.
 
Este punto de vista se refuerza cuando aprendemos la enseñanza de los Sabios que enseñan que el Creador le ha dado al médico el permiso para curar. Y en verdad, muchos grandes Sabios y Justos se ocuparon de la medicina.
 
La conclusión de todo esto, como hemos mencionado antes, es que la medicina es una ciencia como todas las otras ciencias. Y cuanto más investigue el hombre esta ciencia, logrará descubrir remedios y medicamentos para tratar las enfermedades, heridas y otros impedimentos en la salud del hombre.
 
El hombre supervisado por el Creador
 
Pero, todo esto sería correcto, si se hablara solamente sobre la medicina del cuerpo, como el de las bestias o animales. Pero debido a que hablamos del ser humano dueño del libre albedrío, entonces por el contrario, es debido saber – ¡en la medicina no existe la naturaleza y no hay ninguna ley! ¡Existe sólo la Divina Supervisión!
 
Esto es por la simple razón, que debido a que toda la finalidad de la creación del mundo es sólo para el hombre dueño de libre albedrío, entonces se entiende que sobre él especialmente, existe una exacta Supervisión Individual sobre cada detalle de su vida, incluso sobre su estado de salud.
 
Aunque toda la naturaleza se conduce por Su poder, cuanto más alejadas están las cosas del hombre y no se relacionan con él directamente, así la Supervisión del Creador es menos reconocible. Por lo tanto en general, la naturaleza se conduce con determinados y claros senderos, especialmente los átomos, los cuerpos celestes, etc., excepto en raros y excepcionales acontecimientos en los que el Creador decide cambiarlos. Tal como está escrito (Salmos 148:6): “Él los estableció eternamente y por siempre. Él les impuso una Ley que no será transgredida”.
 
Encontramos, que la esencia de la Supervisión Divina se manifiesta en todas las cosas relacionadas en forma directa con el hombre, como: sustento, hijos, medicina, etc. Allí está la prueba, y allí se le puede insinuar y estimular para que vea sus errores y sus faltas espirituales.
 
 
Continuará…
 

(Extraído del libro "En el Jardín de la Fe" por Rabi Shalom Arush, Director de las Instituciones "Jut shel Jésed" – "Hilo de Bondad")

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