Charla sobre la Parashá Vaerá
¿Por qué golpear el agua o la tierra sería una muestra de falta de gratitud? ¿No era acaso la voluntad de HaShem de convertir el polvo y las aguas?…
En la Parashá de la semana podemos aprender sobre las cualidades de consideración y agradecimiento que una persona debe tener. Las dos primeras de las 10 pestes que acontecieron en Egipto sucedieron en torno del agua. En la primera plaga, las aguas de Egipto se transformaron en sangre. En la segunda plaga, las ranas salieron del rió e invadieron la tierra. Para engendrar esos dos milagrosos acontecimientos, hubo que golpear las aguas. Moshe, sin embargo, no fue quien las golpeo, sino que fue su hermano Aharon. Al fin de cuentas, cuando Moshe era un bebe de tres meses, las aguas del Nilo lo refugiaron cuando fue depositado en una canasta en las orillas del río, escondiéndose así entre los juncos de los soldados del Faraón. Por lo tanto, pensó Moshe, no era apropiado golpear el agua cuando estas lo salvaron.
Vemos lo mismo con la próxima peste, la de los piojos, que surgieron de la tierra. Otra vez Moshe no quiso ser el agente de esta transmutación, pues estaba agradecido a la tierra que lo escondió luego de que el había matado al egipcio. Los comentaristas destacan la magnifica conducta de Moshe que nos muestra importancia de siempre tener gratitud. "Si Moshe tuvo gratitud con objetos inanimados porque fue salvado por ellos, cuanto mas debe una persona mostrarse agradecida con aquellas personas que han sido sus vehículos de buena fortuna".
Sin embargo, no es fácil comprender algunos aspectos de este mensaje. ¿Por qué golpear el agua o la tierra sería una muestra de falta de gratitud? ¿No era acaso la voluntad de HaShem de convertir el polvo y las aguas? ¿No sería en todo caso una magnifica elevación para esas aguas o el polvo de la tierra ser transformados cumpliendo con la voluntad del Todopoderoso? ¿En ese caso, no sería muy apropiado que Moshe mismo sea quien lo ejecuta?
El Rab Natan Shapira de Kracovia (1585-1633) contó una vez un caso muy difícil que se le presento. Un empresario de Varsovia iba cada mes al mercado de Kracovia para comprar y vender mercadería. En cada visita, este empresario advirtió que había una viuda extremadamente piadosa que tenía un puesto de panes y mientras esperaba clientes, leía los con mucha devoción los salmos. Esta mujer sólo levantaba la vista de su libro cuando llegaba un cliente. Cuando el cliente se iba, ella agradecía con innumerables bendiciones e inmediatamente volvía a las páginas de los salmos para continuar su lectura.
Al observarla cada mes, el empresario de Kracovia concluyo. "Esta mujer piadosa no debería tener que luchar por ganarse la vida. Ella debería seguir con sus oraciones y devota plegaria sin necesidad de preocuparse por el sustento." Por lo tanto, le ofreció duplicarle las ganancias mensuales con la condición que deje el negocio de panes para dedicar su tiempo por completo al servicio de Di-s. La mujer con lagrimas de alegría en su cara, acepto la generosa oferta y dio gracias al amable hombre con bendiciones y gratitud.
Un mes más tarde, cuando el hombre volvió a Kracovia, le sorprendió encontrar a la mujer en su lugar habitual, mezclando el sabroso aroma de sus panes con las dulces palabras de los Salmos. Cuando el se le acerco, la mujer le entrego un sobre. "Aquí esta su dinero. Lo pensé dos veces, y la verdad es que no puedo aceptar su oferta". "Un trato es un trato," exclamo el empresario. "Debemos ver al Rabino Shapira para resolver esta cuestión".
Después de que el empresario presento su caso, la mujer dijo. "La razón por la cual este hombre generoso se ofreció a mantenerme es para ayudarme a crecer espiritualmente. Desde el día en que deje mi negocio de panes, sólo he fracasado. Permítame explicarle: "Los días que llovía, pensaba en los campesinos que plantaron el trigo para mis panes. Cantaba alabanzas por lo gloriosa que es la lluvia, mientras sentía la Divina Providencia de HaShem con cada gota de agua. Cuando el sol brillaba, le agradecería una vez más HaShem por permitir que los granjeros puedan cosechar en buenas condiciones climáticas. Cuando molía y tamizaba la harina, nuevamente encontraría razones innumerables para dar gracias al Todopoderoso. Cuando el pan se doraba en el horno, le daba gracias a HaShem por la belleza del producto y su venta. ¡Y cuando un cliente venia, le daba gracias a HaShem por mandarlo! Ahora todo esto se ha ido, no quiero ser parte de una vida sencilla y con todo resuelto".
Moshe tuvo una relación personal con el agua y el polvo. Cada vez que vio el Nilo o atravesó la tierra, recordó que estos fueron los intermediarios de su buena fortuna y los utilizo para alabar HaShem. El pegarle al agua o a la tierra puede haber producido magníficos milagros nacionales, pero si Moshe los golpeaba, estaba transformando los objetos que le brindaron tantos beneficios personales. Y cuando el agua se transformaba en sangre, ya Moshe no tendría más aquellas simples partículas de agua que lo salvaron. Lo que Moshe no quería perder, era la fuente de agradecimiento.
¡Shabat Shalom!
– Dedicado a la memoria de A. Milton Brown por Sr. & Sra. Ben Brown –
(Con la amable autorización de www.tora.org.ar)
1/22/2020
Que ejemplo maravilloso de Moshe al tener muy en cuenta de que debe ser o estar agradecido.
1/22/2020
Hermosa enseñanza!! Muchas gracias!!