A La Luz del Shabát – Ki Tetze

Era costumbre entre los judíos de esa generación, que cada uno elegía un Precepto en particular y se esforzaba por cumplirlo a la perfección…

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Maór HaShabát

Posteado en 05.04.21

Era costumbre entre los judíos de esa generación, que cada uno elegía un Precepto en particular y se esforzaba por cumplirlo a la perfección…

 
Ribetes de Grandeza
 
“Ribetes trenzados harás para ti sobre las cuatro puntas de tu ropa” (Deuteronomio 22-12)
 
Rab Arie Levin, suegro del Rab Eliashiv, era conocido como una persona que no exageraba en sus palabras, lo que nos garantiza la veracidad de la siguiente historia, contada por él.
Los protagonistas de esta historia fueron dos santos hermanos, alumnos del Gaon de Vilna. Ellos eran Rabí Moshé Ashkenazi, de la ciudad de Avia, y su hermano Rabí Itzjak, de la misma ciudad.
 
Durante todo el año, Rabí Moshé se encerraba en su estudio. Deambulaba por los pueblitos enseñándoles Torá a los niños judíos y con eso conseguía su magro sustento.
 
Rabí Moshe, con sencillez, ocupaba su tiempo en el estudio y la Tefilá, volviendo a su hogar solo en las tres fiestas, trayendo consigo un pequeño atado con monedas para el sustento de su familia.
 
Era costumbre entre los judíos de esa generación, que cada uno elegía un Precepto en particular y se esforzaba por cumplirlo a la perfección.
Este hombre santo eligió perfeccionarse en el cumplimiento de la Mitzvá (Precepto) de Tzitzit y tenía especial cuidado en no moverse cuatro Amót (aproximadamente cuatro pasos) sin ellos. 
 
 
Un año, en el mes de Nisán, volvía a su casa después de haber faltado durante unos cuantos meses, llevaba, como de costumbre, un pequeño atado con unas cuantas monedas para las necesidades de la festividad de Pesaj, que estaba por llegar. 
 
Emprendió su camino de regreso en una carroza, conducida por un hombre simple y sencillo, que conocía la fama de este judío de esmerarse en el cumplimiento de la Mitzvá de Tzitzit, por la que estaba dispuesto a entregar su alma.
 
En un breve descanso, en medio del viaje, Rabí Moshé se bajó de la carroza, alejándose una distancia considerable para acercarse a unas rocas que estaban en un cruce de caminos. Cuando se disponía a volver a la carroza, se le engancharon los Tzitzit en una de las rocas, cortándose en sus cuatro puntas. Como ya dijimos, Rabí Moshe tenía sumo cuidado en no moverse cuatro pasos sin Tzitzit, por lo tanto se quedó allí, parado como una estaca, sin moverse de su lugar.
Mediante señas atrajo la atención del cochero y le pidió que le trajera un Tzitzit de la ciudad más cercana. Este, que conocía el fervor de este judío, aceptó con la condición de recibir la bolsa de dinero como recompensa y por adelantado…
Sin vacilar, Rabí Moshé Ashkenazi le entregó la bolsa con las monedas que había ahorrado durante todo el invierno a cambio del favor de ir a buscarle unTzitzit
Rabí Moshé entregó todo su esfuerzo y el dinero de su familia, exclusivamente para no dañar la norma que había recibido sobre sí mismo para embellecer la Mitzvá.
¿Qué sucedió finalmente? – el cochero era una persona de mal corazón. Tomó el dinero, se fue y no volvió… 
Rabí Moshé se quedó sin dinero y sin Tzitzit. Durante más de 24 horas estuvo parado allí sin moverse, hasta que un viajero se apiadó de él y le prestó un Tzitzit para que pudiera volver a su casa.
Al poco tiempo, continuó contando Rabí Arie Levin, el hermano de Rabí Moshe – Rabí Itzjak, muy admirado por todos los habitantes de Lituania – enfermó gravemente, y los doctores habían perdido toda esperanza de recuperación.
La familia mandó a llamar a su hermano, Rabí Moshé, que para ese entonces estaba recorriendo los diferentes pueblos, para que pidiera misericordia para su hermano. Conocían la fuerza de las plegarias de Rabí Moshé, por eso él era su única esperanza.
Cuando llegó Rabí Moshé a la casa de su hermano, entró a la habitación donde yacía el enfermo y pidió a los presentes que desalojaran el lugar.
 
Por cuanto en aquellos tiempos, las puertas no eran completamente herméticas, algunos familiares pudieron observar por las hendijas el proceder de Rabí Moshé.
 
De pronto vieron con asombro que Rabí Moshé se sacaba los Tzitzit de su cuerpo y los apoyaba sobre la cama del enfermo dirigiéndose al Todopoderoso de la siguiente forma: "¡Ribonó Shel Olam! ¡Creador del Mundo! Tengo una Mitzvá que cumplí con todas mis fuerzas, cuyo nombre es Tzitzit. Renuncio a mi pago en el mundo venidero por ella, tan solo para que por su mérito se restablezca el enfermo y se cure completamente…
Así pidió Rabí Moshé y rezó entre llantos y súplicas ante las miradas de los conmovidos espectadores que fueron testigos de cómo Rabí Moshé entregó todo su mundo por la curación de su hermano. En poco tiempo Rabí Itzjak se restableció completamente de su enfermedad, para sorpresa de sus médicos.
Esta historia nos muestra la grandeza e importancia del cumplimiento del precepto de Tzitzit, esforzándonos en cuidar todos los detalles – grandes y pequeños – fijándonos, por ejemplo, en que los Tzitziót no se arrastren por el piso, teniendo en cuenta que el Tzitzit es un adorno que el judío recibió del Rey, y que los 613 preceptos están insinuados en él. También debemos tener cuidado con su limpieza, que estén blancos y limpios y que no se rompan, menos aún despreciarlos en los días de calor.
 
 
– Tomado y Editado de Maor HaShabát, de la comunidad Ahabat Ajim, Lanus, Argentina. Editor responsable: Eliahu Saiegh –
 
(Gentileza de www.Torá.org.ar)

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1. Roberto Salazar Olivos

8/16/2013

Shalom! M gustaría saber si HaShem puede aceptar esa tefila de R. Moshe al dejar su porcion del mundo venidero por la vida de su hermano? osea que si el perdió su recompensa o no?

2. Roberto Salazar Olivos

8/16/2013

M gustaría saber si HaShem puede aceptar esa tefila de R. Moshe al dejar su porcion del mundo venidero por la vida de su hermano? osea que si el perdió su recompensa o no?

3. Meir-marcelino camargo aguirre

8/14/2013

A la luz de shabat si cada uno de nosotros proponemos cumplir fielmente una mizva, de seguro el cielo nos responde y nos respalda, cuanto más si nuestra petición es por nuestro prójimo.

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