Disculpe, creo que es su turno…

El otro día empecé a ponerme nerviosa en la clínica cuando me di cuenta de que la señora que tenía un turno posterior al mío…

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Judi Rimon

Posteado en 05.04.21

El otro día empecé a ponerme nerviosa en la clínica cuando me di cuenta de que la señora que tenía un turno posterior al mío…

Disculpe, creo que es su turno…

Todavía no entiendo las reglas de los turnos en Israel. Aquí acostumbran a pedirle al último de la cola que cuide el lugar, algo que en Argentina sería ridículo y desconsiderado. Por ejemplo, uno llega al banco, hace media hora de cola y justo antes de ser atendido, viene alguien e indica que ese puesto es suyo. O en los supermercados, la gente deja los carritos y va terminando de hacer las compras mientras el carrito le cuida el lugar en la línea de espera. Al principio yo intentaba defender mi posición con discursos que incluían muchas veces la palabra “injusto” pero con el tiempo me resigné a ese absurdo y en vez de protestar, ahora sólo dejo que la situación me saque de quicio.

Por eso el otro día empecé a ponerme nerviosa en la clínica cuando me di cuenta de que la señora que tenía un turno posterior al mío había subido última al ascensor, quedando yo en el fondo y ella a lado de la puerta.

No se si les dije que lo que muchas veces pasa es que aunque se tenga un turno a las 8, si la persona citada a las 8.15 llega antes, pasa primero. Así que allí estaba yo híper ventilando en un ascensor asfixiante: Ella baja primero, llega a la ventanilla de recepción antes y por lo tanto me saca el turno.

No soy del tipo de personas que se pone a dar codazos para pasar, más bien soy del tipo que se pone a analizar por qué una situación tan intrascendente le preocupa tanto, y como al final, en esa sala de espera tuve mucho tiempo para pensar, llegué a la conclusión de que el problema que tengo con esa clase de injusticias tiene un solo origen.

Porque antes, mucho antes de los cuarenta minutos de caminata que hoy me separan del Kotel, antes del “I love Israel”, cuando todavía andaba aturdida por Castaneda y Gurdjieff, aprendí la importancia de la presencia conciente y no hace falta que les explique a qué me refiero, porque por culpa de Chopra todos conocen la teoría de vivir aquí y ahora. Repito, aquí y ahora.

No me animo a decir que es un método traidor, no porque no lo crea, sino para evitar conflictos, así que lo que diré es que seguramente lo aprendí mal dejando que ese malentendido me llevase exactamente al lugar del que quería salir.

Porque de tanta presencia conciente ahora asumo que siempre es mi turno. Lo que yo creo, yo pienso y yo siento es lo único que existe. Pero eso está fuera de sintonía con la realidad, más bien es como si fuesen mundos paralelos. Si las cosas sólo pasan por uno, uno no pasa por las cosas.

Ir de adentro hacia afuera es ir a contramano. Aquí y ahora sólo tenemos que dejar lugar para que HaShem entre en nuestra vida y estar uno ocupando la puerta es como echarlo, porque Él sólo entra en donde lo invitan y les aseguro que apenas nos corremos un poco y le hacemos lugar, nos damos cuenta de que los números ya habían sido dados, que todos los turnos están ordenados.

(Gentileza de El Sabor del Rimón)

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1. José Luis Meléndez

6/06/2014

“Las colas” Buenos días! Disculpen mi ignorancia, pero no entendí nada su explicación de "las colas"… :´(

2. José Luis Meléndez

6/06/2014

Buenos días! Disculpen mi ignorancia, pero no entendí nada su explicación de "las colas"… :´(

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