La tragedia griega de la alta tecnología

La tecnología es como la filosofía griega: La atención se centra tanto en los logros humanos que la contribución de Hashem se vuelve irrelevante. Esto nos lleva a la mentira mortal – pensando que no tenemos que escucharlo.

Los egipcios trataron de aniquilarnos. Los persas trataron de aniquilarnos.

Los griegos se espabilaron.

El Malo sabe que no debe decirte que enciendas la computadora en Shabat. Eso sería demasiado directo. Por supuesto que rechazaríamos tal idea de plano.

Pero, ¿qué pasa con el periódico? Podríamos argumentar que está bien leer sobre las elecciones nacionales.

Y qué sucede….

A medida que vas leyendo, te vas conectando lentamente con un mundo que no tiene nada que ver con el Shabat. Dios va desapareciendo a la distancia…

El Satán, y todas sus naciones clientes, son maestros en el arte de hacerlo sutilmente.

¿Cuál es la primera regla de los medios de comunicación? Mostrar, no contar. Ellos presentan los hechos de modo tal que el público llegue a la conclusión que ellos querían que llegara en primer lugar.

¿Para qué intentar destruir físicamente a los judíos cuando puedes conseguir que se suiciden espiritualmente?

Esta es la guerra a la que nos enfrentamos hoy.

Los alimentos son fáciles de bendecir.

El pan proviene del trigo, y el trigo tiene que cultivarse cada año, porque, si no, todos moriremos de hambre. Es una bendición en la que vemos muy claramente cómo Hashem envía la lluvia que riega el campo en el que crece el trigo que alimenta a nuestras familias.

Dios está con nosotros en cada comida, siempre creando y recreando los bloques de construcción de nuestra existencia física.

Pero, ¿y la piedra?

La piedra existe desde hace mucho tiempo. Es fácil convencerse de que, en este pequeño ejemplo, Dios hizo algo “hace millones de años” y se marchó. La piedra no respira, no crece, no cambia, ni siquiera se mueve.

¿Y la arena?

La arena es la erosión de la piedra durante un período de tiempo muy largo.

El petróleo es sedimento depositado en las entrañas de la tierra que requiere al hombre y su fuerte brazo derecho para extraerlo.

La compurtadora consta de una pantalla, una caja de plástico, un teclado, un microchip y muchos cables.

La pantalla está hecha de arena. El microchip está hecho de silicio, que es arena fundida. El teclado y la caja son de plástico, que es una forma de aceite, al igual que la cubierta de alambre. Lo que hay dentro de la cubierta de alambre es cobre, extraído de una piedra que Hashem colocó en un lugar hace miles de años.

Todo funciona con electricidad, que en su mayor parte es carbón, otra piedra que se dejó reposar durante siglos.

La computadora está hecha de cosas que Hashem puso en su lugar mucho antes de crear al hombre. Pero recién “cobra vida” cuando los humanos procesan todo formando una nueva creación.

Al igual que los griegos que nos dijeron que Hashem creó el mundo hace millones de años y se lo dejó a los humanos para que lo gobernaran, las computadoras eran materiales que Hashem dejó hace millones de años hasta que el hombre hizo algo con ellos.

En ambos escenarios, Hashem es minimizado hasta el punto de que se nos inculca a la fuerza la mentira de que ya no tenemos que hacerle caso. El hombre es el nuevo rey del universo, o debería decir “metaverso”.

Nadie lo dice en voz alta.

Pero vivimos según esta filosofía.

Echemos un vistazo a la civilización que ha creado la tecnología, especialmente en las ciudades donde esta prospera. La gente vive la vida como si sólo los humanos gobernaran sobre ellos.

Esto hace la vida mucho más difícil para cualquiera que quiera acercarse a Hashem.

Incluso en Israel. La alta tecnología manda aquí también.

Si quieres “calidad” de vida, aprende PHP o SEO.

¿DIOS? Eso es Polonia del siglo 16.

Esto no hace que la tecnología sea intrínsecamente mala.

La Torá dice claramente que cualquier cosa en este mundo puede usarse para el bien o para el mal. Es malo usar un cerdo para comida, pero es bueno usarlo para ropa, zapatos o pinceles.

Esto significa simplemente que la tecnología es un arma cargada. Hay que conocer los peligros que entraña su uso para no sufrir lesiones masivas. 

Una vez que comprendamos que nuestro mundo utiliza la tecnología para minimizar silenciosamente a Dios, podremos desarrollar formas de anular su impacto.

Estrategias para la supervivencia espiritual

He aquí algunas maneras sencillas de revertir la “minimización” de Dios minimizándonos a nosotros mismos:

1.      ¿Quieres derrotar a las fuerzas de Gog y Magog?

Gog significa techo en hebreo. Libérate y mira una nube. ¿Sabes que estás mirando algo que está a 2 kilómetros de distancia? Hashem hace las nubes. No existe tecnología que pueda producir lluvia a pedido en cualquier lugar.

2.      Observa las estrellas. La estrella más cercana está a 40 billones de kilómetros. Esas luces que ves son sólo una mota de polvo del tamaño del universo que Hashem creó. La luz que ves de la estrella más cercana tiene más de cuatro años. La luz tardó años en recorrer la distancia desde su lugar hasta tus ojos.

La tecnología no puede alcanzar estos cuerpos, y mucho menos recrearlos. Ni siquiera tenemos la capacidad de comunicarnos con ellos.

Cuanto más ves la grandeza de la creación de Hashem, más te minimizas, y más Dios y Su palabra son restaurados a su trono legítimo en nuestras cabezas y nuestros corazones.

Una vez que abandonas el tejado, comprendes lo pequeño que eres y lo insignificante que es tu tecnología en relación con Aquel que lo crea todo.

3.      Respira. Necesitamos el aliento de Dios, ahora mismo. Hashem nos mantiene con vida a cada momento. Tu próximo aliento demuestra que Hashem está activo en Su mundo, en tu mundo, ahora mismo.

Hashem hace llover la tierra, haciendo que las plantas crezcan. Ellas convierten el dióxido de carbono que exhalas en oxígeno respirable. Dios te da pulmones que toman el oxígeno y lo transportan a los vasos sanguíneos de tu cuerpo.

A cada segundo, Hashem te insufla vida. Si Él “dejara de trabajar” como sostienen los helenistas, inclusive sólo 10 minutos, ya te habrías muerto.

Para casi todos los dispositivos humanos que se han hecho, hubo apagones. Incluso las naves espaciales se paran. Tienen mecanismos de apagado y procedimientos de reinicio.

El cuerpo humano no se apaga. No hay apagones. Lo mismo ocurre con todas las criaturas entre los 2 millones de especies animales y el millón de especies de insectos. De los trillones de criaturas en la tierra, ni una sola necesita apagarse y reiniciarse.

Celebrando la vida y todo lo que Hashem ha hecho, hace y seguirá haciendo, nuestra historia personal y comunitaria de la tecnología puede tener un final mucho más feliz.