¡Qué Disparate!

Marcelo de Canadá está en proceso de transformarse en el mejor marido del mundo. Cuando tomó en sus manos por primera vez el libro En el Jardín de la Paz, escribió al margen: ¡Qué disparate!

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Rabino Lazer Brody

Posteado en 17.03.21

Marcelo de Canadá está en proceso de transformarse en el mejor marido del mundo. Cuando tomó en sus manos por primera vez el libro En el Jardín de la Paz, escribió al margen: ¡Qué disparate!

Como ustedes sabrán, Rabí Shalom y yo recibimos un montón de correo. Por lo general, la gente nos cuenta por períodos difíciles que están pasando. Pero cuando esa misma gente ve la luz al final del túnel, muchas veces se olvidan de ponernos al tanto…

Marcelo de Canadá está en proceso de transformarse en el mejor marido del mundo. Cuando tomó en sus manos por primera vez el libro En el Jardín de la Paz, escribió al margen: ¡Qué disparate! He aquí su historia textual tal como él nos la contó:

Estimado Rabino: Shalom de mi corazón al suyo!

Hace unos meses golpeó a la puerta un hombre joven que hablaba español con fluidez y me ofreció leer su libro, “En el Jardín de la Fe”. El mismo hombre volvió al final del verano y preguntó si ya había leído el libro. Le dije que todavía no. Me parece que se ofendió un poco pero igualmente me dejó otro libro, “En el Jardín de la Paz”. Le dije que lo iba a leer y que lo iba a llamar. Después puse el libro sobre la mesa y me olvidé por completo. Mi mujer lo vio y se pasó todo el Shabat leyéndolo de punta a punta. Ella no podía creer que alguien pueda entender tanto cómo es una mujer y cómo hay que tratarla. Y me dijo que si cada marido leyera este libro y lo pusiera en práctica, no habría más mujeres infelices, como ella por ejemplo…

Yo, por supuesto, no tenía el menor interés en leer el libro, pero sabía que estaba muy lejos de ser el marido que se merecía mi mujer. A la mañana siguiente, ella me enumeró la lista de necesidades que ella tenía como mujer y que yo no le estaba supliendo. Ella habló en forma diferente y yo logré entenderla por primera vez a ese nivel. Le dije que tenía miedo de los graves juicios que me estaban esperando si llegaba a fracasar. El solo hecho de admitir esto me abrió un torrente de lágrimas en los ojos. Nunca antes había admitido algo así. También admití que no sabía cómo ser un buen marido. ¿Acaso alguien me había enseñado a ser un buen marido? ¡Nadie! Había aprendido solo y la verdad es que me iba bastante mal. Entonces agarré su libro, me fui al estudio y me puse a leer. Para mí al principio fue muy difícil, porque me costaba mucho aceptar el concepto de que todo lo que me decía mi mujer era como si HaShem me lo estuviera diciendo por su intermedio.

De hecho, la primera vez que abrí el libro, escribí al margen “¡Qué disparate!”. Sin embargo, no lo tiré a un rincón sino que continué leyendo. El corazón empezó a ablandárseme cuando usted explicó la parte femenina que tengo dentro de mí y describió cómo se ponía de manifiesto en mis críticas, mis discusiones y mi falta de responsabilidad por mis actos, echándole la culpa a mi mujer, queriendo recibir en vez de dar, y comportándome en general como una mujer y no como un hombre. Ese fue el comienzo del cambio. Todo lo que usted dijo tenía mucho sentido. Ahora estoy leyéndolo por segunda vez y no me parece que sea un disparate en absoluto. Al revés: ¡es una increíble bendición! Lo que más me gusta es que no tengo que esperar nada de mi mujer. Ahora yo recibo de HaShem y le doy a ella. No necesito de ella ni honor ni reconocimiento ni elogios ni sexo ni nada. Estoy contento con lo que recibo de HaShem.

A medida que me voy volviendo más seguro de mí mismo, veo cómo mi mujer va cambiando de actitud hacia mí. El enojo se va disipando y ella logra percibir que los cambios en mí son reales y que no estoy simulando nada. Otro gran beneficio que obtuve es que he incorporado en mi vida cotidiana algo nuevo y muy importante: que chequeo mi estado de santidad personal. Ya no me siento consumido por los deseos corporales. Me siento mucho más fuerte de espíritu y tengo grandes expectativas para el futuro, ya que ahora puedo enfrentar la vida como un verdadero hombre.

Usted me abrió un entendimiento de mí mismo que no tenía y ahora siento que me voy uniendo cada vez más a HaShem. Cuando yoy me acerco a HaShem, ella también se acerca. Y cuando yo no siento carencias, ella tampoco las siente. Así como HaShem suple todas mis necesidades, yo suplo las de ella y entonces no le falta nada, porque entonces la pongo en primer lugar en mi vida, que es algo que ella está sintiendo por primera vez en los diecisiete años que estamos casados.

Rabino: quiero darle las gracias de todo corazón. Mi mujer todo el tiempo me pregunta: ¿Cómo es que un hombre puede entender tanto lo que pasa por la cabeza y por el corazón de una mujer? Ella está convencida de que si cada hombre se guiara por las enseñanzas que usted imparte, ya no habría más guerras y el mundo viviría en paz. Y tiene razón.

Con mi más grande aprecio, le envío un fuerte saludo,

Marcelo de Canadá.

 

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1. leona

8/27/2013

WOOOOOOOOOOOOOW TODAH RABAH HASHEM POR DARNOS UN ZTADIK COMO RAB ARUSH,CUANDO PRACTICAMOS LAS ENSEÑANZAS DE CADA LIBRO QUE LEEMOS ELEVAMOS AL JUSTO QUIEN LAS ENSEÑA, ESE ES EL MEJOR PAGO QUE PODEMOS DAR. GRACIS A CADA HOMBRE QUE SE HACE HUMILDE COMO ESTE SEÑOR QUIEN ESCRIBIO ESTA CARTA PORQUE FINALMENTE RECONOCIO SU DEBILIDAD Y SE DIO CUENTA QUE SOLO UNIDO A HASHEM PUEDE HACER FELIZ A SU ESPOSA. TODAH…….

2. leona

8/27/2013

TODAH RABAH HASHEM POR DARNOS UN ZTADIK COMO RAB ARUSH,CUANDO PRACTICAMOS LAS ENSEÑANZAS DE CADA LIBRO QUE LEEMOS ELEVAMOS AL JUSTO QUIEN LAS ENSEÑA, ESE ES EL MEJOR PAGO QUE PODEMOS DAR. GRACIS A CADA HOMBRE QUE SE HACE HUMILDE COMO ESTE SEÑOR QUIEN ESCRIBIO ESTA CARTA PORQUE FINALMENTE RECONOCIO SU DEBILIDAD Y SE DIO CUENTA QUE SOLO UNIDO A HASHEM PUEDE HACER FELIZ A SU ESPOSA. TODAH…….

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