Elevando el pasado – Matot
Si uno cayó en la lujuria y entonces contaminó su alma, ahora puede purificarse a sí misma canalizando esa misma lujuria en dirección positiva...
“…este es el decreto de la Torá … el oro y la plata, el cobre, el hierro, la lata y el plomo – todo lo que entra al fuego, lo harás pasar por el fuego y será purificado” (Números 31:21-23)
La Torá nos da una regla general para purificar un objeto: sometiéndolo a la misma fuente de energía que lo contaminó. En cierta forma, esto suena un poco raro, pero si nos fijamos bien vamos a ver que es muy lógico. Por ejemplo, tomemos una brocheta de acero inoxidable que alguien usó para asar carne no kasher sobre un fuego descubierto. La brocheta se vuelve taref (no kasher), o sea, no apta para usar con carne kasher. Si alguien la usa, la brocheta va a contaminar la carne kasher y la va a transformar en no kasher. Pero la brocheta puede purificarse. Simplemente hay que colocarla en un fuego abierto hasta que esté roja del calor.
Rabí Najman nos enseña que no existe la desesperación en el mundo. El alma que se ha contaminado y ha quedado impura también puede purificarse a sí misma. A ella también se la somete a la misma fuente de energía que la contaminó, pero esta vez ella canaliza esa fuente de energía hacia el lado de la santidad mientras que en el pasado, usó esa energía para la falta de santidad.
He aquí un ejemplo: si una persona tuvo un problema con la lujuria y entonces contaminó su alma, ahora puede purificarse a sí misma canalizando esa misma lujuria, con todo su poder y su magnitud, al amor a Hashem y a Su Torá y Sus preceptos.
El Rambam – Maimónides- enseña el principio antedicho de purificación y lo codifica en sus leyes de teshuvá[1]: “Cuál es la teshuvá perfecta? Cuando una transgresión pasada que la persona cometió ahora vuelve a presentarse y uno tiene la capacidad de volver a transgredir, pero opta por no hacerlo, no porque tema o porque no pueda, sino por su deseo de arrepentirse. ¿De qué manera? En el pasado, este hombre tuvo una relación prohibida con una mujer. Ahora nuevamente se encuentra con esa misma mujer y aún siente una fuerte afinidad por ella. Otra vez se encuentra en la misma circunstancia, pero esta vez renuncia a la posibilidad y no comete la transgresión. Este es el baal teshuvá por excelencia”.
Nuestros poderes innatos son increíbles. El alma es como polvo atómico – puede o bien iluminar el mundo o bien destruirlo, Dios no lo permita.
¿Qué pensarían si alguien les dijera que uno de nuestros líderes espirituales contemporáneos estuvo casado con una prostituta de Las Vegas? ¿Sentirían repulsión? ¿Pensarían que seguramente se trata de una broma de mal gusto?
Pues bien, no es una ninguna broma. Es nuestro Tanaj. La Biblia. Es la pura realidad. En el Libro de Yehoshua se nos cuenta que Rahav, la prostituta, que vivía en una residencia que había construida en la muralla externa de la ciudad de Jericó, tenía una soga que colgaba de su ventana y por medio de la cual sus clientes se trepaban para entrar a su dormitorio. Pero cuando ella decidió transformar completamente su vida, ella usó esa misma soga para permitir que los dos espías israelitas escalaran la muralla, se ocultaran en el techo de su vivienda y llevaran a cabo su sagrada misión de espionaje. Rashi explica que ella usó exactamente la misma soga que había usado antes. Rahav dijo: “Amo del universo, con esta soga pequé y con esta soga perdóname”.[2]
Rahav transformó su vida por completo. Sus dedicación al ayudar a los espías era tan tremenda que tuvo el mérito de casarse con Yehoshua, el sucesor de Moisés, y el líder del pueblo judío! Si eso no da testimonio del poder de rectificación que sanciona la Torá, entonces qué? Además, Rahav dio a luz a ocho hijas, todas las cuales se casaron con Sumos Sacerdotes. Ella fue la bisabuela de otros ocho Kohanim que fueron todos grandes profetas: Jeremías, Jilkia, Saria, Maasia, Baruj ben Neria, Janamel, Shalum y Neria. Algunas autoridades afirman que la profetisa Julda también era descendiente de Rahav. Además Rahav es considerada la más justa de las mujeres conversas al judaísmo de todas las épocas, junto con Osnat (mujer de Yosef), Tzipora (mujer de Moisés), Batia (hija del Faraón), Ruth y Yael (mujer de Hever el Kinnita).
Qué aprendemos de todo esto? Que no tenemos que arrojar el pasado a la basura! Tomen su poder con toda su fuerza y elévenlo! Hashem les dio ese poder para que lo canalicen en la dirección correcta. Si Rahav pudo, entonces ciertamente todos podemos!!
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